Nos dice La Salle: En vuestro estado necesitáis que os honre Jesús con su amistad. M 80.1 – Debéis probar el amor encendido que profesáis a Jesús, por la asiduidad en hablar con Él durante la oración. M 144,3 – ¿Tenéis vosotros tanto ardor por comulgar como lo tenía santa Marta por recibir a Jesús en su casa? M 148, 2.

                 En La Salle prendió el Fuego traído por Jesús.

La amistad humana parece que es muy importante en la vida. Aquí me refiero a la amistad divina. Quizá ésta no pueda ir sin la otra. La divina es con las tres personas de la Trinidad, sobre todo con Jesús. También con María y otros de tu devoción.

Dónde y cuándo se cultiva esa amistad. Durante todo el día. En todo lo que haces, en todos los encuentros con personas, en todo lo que te sucede u ocurre en tu ambiente cercano, o al enterarte de las variadas peripecias en el mundo de los humanos.

Pero esta amistad madurará sobre todo en la calidad de tu oración personal. No es un tiempo de egoísmo espiritual, ni de huída de cuanto estás llamado a hacer. Para mí es el momento de tomar distancia, por unos 20-30 minutos, de todo otro quehacer diario, para estar con Él. Vivir un rato en el que no cuenta más q su compañía. Y si hay algo más que cuenta lo vivo bajo el influjo de su presencia. De todos modos durante ese tiempo el importante es siempre Él.

Pregunta a los Curies, J. Watson, A. Friedmann… que han hecho tanto bien a la humanidad con sus hallazgos. Lo han realizado en la trama misma de la vida. Pero pasando sus largas horas como apartados de la vida ordinaria, encerrados en su taller, cultivando y descubriendo algo que luego lo llevarán a esa vida de la que en apariencia se han separado de momento. La oración personal es un taller donde aprendemos a configurarnos en contacto con Jesús. Y si ese momento había sido un Tabor,  luego se trata de bajar de nuevo a ras de tierra y ser al menos una pizca diferente a lo que eras antes.

Claro que el trato con las personas divinas no sigue exactamente el modelo del usado con los humanos. Con todo, ya sabes que Jesús es también plenamente humano. Se fue, como nos iremos todos, pero “estaré con vosotros… no os abandonaré… donde 2 ó 3…”.

De La Salle he aprendido que la intimidad con nuestro Hermano Mayor es posible. Aunque sigamos sin desterrar del todo nuestros defectos. Pero algo se nos habrá pegado del Maestro-Amigo.

A menudo me hago esta pregunta: ¿Jesús es Alguien que cuenta en mi vida? Y no como uno más, sino como el primero. Si me siento cristiano, discípulo y seguidor suyo, no puedo eludir el responderme sinceramente. Lo considero como esencial para mi propia identidad. Como idea final diré que lo que necesito a diario no es hacer oración personal, hacer la meditación en si misma, sino el tener un rato especial en la presencia consciente con Él. La oración es nada más un medio que me ayuda.

Y voy a añadir lo siguiente. Hablando un día sobre la oración personal, uno de la casa donde vivo me sugirió que pidiera también por él. Mi respuesta fue: en la oración comunitaria vocal sí que pediré (pedid y recibiréis), pero en la meditación no, ya nos ha dado todo cuanto necesitamos, y con creces. Lo que hace falta es saber recibirlo   ato