Iniciamos un nuevo curso. Un nueva oportunidad para seguir caminando en nuestro “ser Lasaliano” y un nuevo acicate, el de seguir creciendo por dentro. Ambas cosas van a encontrar en nuestro nuevo curso un medio para dinamizarlas juntamente con todo cuanto está programado tanto por parte del Distrito ARLEP como por la de nuestro Sector.

Nuestro lema, a nivel comunitario “EN TU COMUNIDAD:  SER LUZ, SER ESTRELLA” y a nivel de misión “BUSCA, TU LUZ, ERES ESTRELLA”, nos guiará a lo largo del mismo recordándonos constantemente la necesidad de vivir nuestra fe, de profundizar en nuestra espiritualidad y proyectar nuestro testimonio en el compromiso a favor de los demás, especialmente de quienés más nos necesiten tanto en nuestro entorno local como en la dimensión más universal.

Como bien nos recuerda el Hno. Álvaro:  “No debemos olvidar que formamos parte de la Iglesia…” y,  por tanto, nos invitamos a sentirnos miembros activos en la Iglesia, a colaborar en la medida de nuestras posibilidades con ella y a aportar lo mejor de nosotros mismos para que siga siendo testimonio comprometidos de la Buena Noticia de Jesús. Los Lasalianos queremos “ser luz, ser estrella” en comunión con todo el Pueblo de Dios.

Pero también vivimos en la sociedad, en medio de la gente. Son muchas las personas con las que nos encontramos día a día; muchas las necesidades que se nos convierten en retos. Que este nuevo curso seamos capaces de ser pregoneros “entusiastas del Señor Jesús en todo tiempo y lugar” (Cfr VC 84) a pesar de las dificultades, recordando lo que nos dice Jeremías: “Bendito el que confía en el Señor: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto” (Jer 17, 7-8) y lo sabemos, echar raíces para el profeta significa volver a poner la confianza en Dios porque de Él viene nuestra vida y hacia el vamos.

Que en este nuevo curso no olvidemos la intuición de nuestro Fundador cuando nos dice: “Considerad que no estáis en este mundo… sino para obrar el bien” (CT 16, 1-5) que no es otra cosa que obrar conforme a Dios y que nos exige una vida interior rica en discernimiento y fuertemente arraigada en Jesús, tal como nos lo sigirió Benedicto XVI en el Ángelus del pasado 7 de agosto: “Si sólo nos miramos a nosotros mismos, dependeremos de los vientos y no podremos pasar por los mares tempetuosos de la vida. Debemos agarrarnos de la mano de Jesús si queremos salvarnos”. Sigamos profundizando en nuestra espiritualidad para que, rica en experiencias, podamos aportar sabor a nuestro compromiso.