Podemos acceder a la experiencia espiritual a través de múltiples experiencias. No voy a ser yo quien critique la pluralidad de opciones y de caminos. Es legítima la actitud de búsqueda, incluso entre las diversas tradiciones religiosas. Sigo creyendo que blindar un camino, que cerrar los ojos a otros modos y sensibilidades es perder riqueza y caer en la endogamia que aisla y lleva al fundamentalismo.
Dicho esto, también digo que hay que ser cuidadoso con los caminos que uno recorre. Hay recorridos en el que se puede perder la dignidad. No todas las experiencias llevan a buen puerto o abren puertas a la auténtica espiritualidad.

Hay espiritualidades alienantes, tan alienantes como la falta de espiritualidad. Y ya sabemos que los extremos se tocan. Creo que para ser creyente no hay que quitarse el cerebro, ni colmulgar con ruedas de molino. No todo vale en lo espiritual.

Jn 10, 1-10

Jesús añadió: Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y salteador.  El que entra por la puerta, ese es el pastor que cuida las ovejas.  El guarda le abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Él las saca del redil,  y cuando ya han salido todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz.  En cambio no siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.
Volvió Jesús a decirles: Os aseguro que yo soy la puerta por donde entran las ovejas.
Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso.  Yo soy la puerta: el que por mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos.
El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

La propuesta de Jesús, su mensaje del Reino, tiene que ser acceso a la vida. El mensaje cristiano conduce a “pastos” de vida, de crecimiento personal, de empoderamiento como persona. Sigo siendo cristiano porque me hace más persona, más capaz, más creativo…
He de reconocer también que no se entra en el Reino de Dios por una puerta amplia, fácil, cómoda. La puerta es estrecha, exige esfuerzo, discernimiento. Exige amar. Y amar gratuitamente. Si entras por esta puerta tienes dentro la vida misma de Dios.