En la Explicación del Método de Oración, La Salle sigue preferentemente lo que aprendió en San Sulpicio. Para él orar es, entre otras cosas, conocer mejor a Jesucristo. El Evangelio será uno de los puntos clave. Detengámonos en lo que nos dice sobre meditar los Misterios de la vida de Jesús.
Todos los actos realizados por Cristo son misterio. No porque resulten incomprensibles. Sí porque tienen una realidad que supone el haberlos llevado a cabo desde un más allá de lo que exteriormente podían constatar sus contemporáneos. Pienso de un modo especial en los grandes misterios que celebramos en Semana Santa.
Meditar será acallar todos mis razonamientos y grandes ideas de la sabiduría humana. Y en ese silencio interior activo dejarse enseñar por Dios que, a través de lo que hace Jesús se está revelando tal como Él es para nosotros. Lo hace según nuestro modo de ser humano, gracias al Verbo encarnado.
Para esa meditación diaria tenemos una serie de actos conductores. Esos actos son 21 y pueden ser muchos más. De ellos hay algunos que son fundamentales: Fe, Adoración, Agradecimiento, Petición del espíritu del misterio, Unión al espíritu del misterio. Pero, luego, hasta los mismos actos han de desaparecer para dejar sitio al misterio en sí, a través de un silencio activo.
Estos misterios, que habremos meditado personalmente, podremos luego Celebrarlos en nuestra oración comunitaria. Sin esta interiorización previa o a posteriori, me temo que los textos bíblicos, cantos y otras lecturas o moniciones se queden cortos. Pueden constituir, no digo siempre, el modo de llenar un tiempo que, sin ellos, parece vacío y sin saber qué hacer. ato