“El cristiano del futuro o será un místico, es decir, una persona que ha experimentado algo, o no será cristiano…” H. Rahner

No se puede hablar de espiritualidad sin una experiencia personal de la misma. En los tiempos de dudas e incertidumbres como los que vivimos, en medio de una sociedad como la nuestra se hace imprescindible una opción personal, fruto de una experiencia de fe y de oración, fruto de muchas horas de discernimiento en el silencio y la soledad, fruto de una lectura orante y continua de la Palabra, fruto de una experiencia de Dios  que nos lleva proyectarnos y a compartirla con los demás, a comprometernos especialmente con quienes más nos necesitan.

Nos invitamos en estos próximos meses a cultivar una espiritualidad más radicalmente evangélica, que esté atenta a todos los acontecimientos históricos, en diálogo con la cultura (ese dificil diálogo fe-cultura) al que nos llama insistentemente Benedicto XVI), inserta en el propio contexto eclesial, siempre abierta a la perspectiva antropológica y sensible a la realidad del mundo y de la historia humana para que así, como los discípulos, podamos vivir las palabras de Juan: “lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros” (Jn 1,1-3).

A los/as Lasalianos/as se nos exige seguir descubriendo (e intentando vivir) los valores espirituales que deben fecundar nuestra vida de fe; preguntarnos cuáles son los ejes que mueven nuestra vida y sí realmente están centrados en el Evangelio; reflexionar si hacemos el esfuerzo necesario para renovarnos de verdad espiritualmente o si nos limitamos a seguir caminando sin cultivar los medios que nos pueden ayudar verdaderamente a “entrar en nosotros mismos”, tal como nos invita constantemente nuestro Fundador.

Uno de los signos de nuestro tiempo consiste en la preocupación por lo vital y concreto, ello no debe disiparnos sino más bien animarnos a vivir más plenamente el Evangelio y a dar testimonio de Dios en medio del mundo y de nuestro entorno Lasaliano, lejos de practicar una espiritualdiad de “evasión” sino más bien de “inmersión”. Debería quedar ya superada en nuestra vida aquella concepción fragmentada de ascética y mística. San Juan Bta de La Salle siempre nos ha invitado a “no hacer diferencia” y, por tanto, es conveniente trabajar más y mejor la UNIDAD de toda nuestra persona y la comunión con los demás. Unidad y comunión que sólo es posible desde un fuerte sentido de interioridad y de unión con Dios. Sea este nuestro principal empeño. Sea esta nuestra intención oracional y sea una intencional ocupación en estos meses porque, bien lo sabemos, “todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40), gran RETO para todos los/as Lasalianos/as.