A Jesús le tienta la fama, el poder y el prestigo. A nosotros nos tienta el apagar nuestra sed, el llenar nuestro vacío con consumo. Quizá porque vivimos en una sociedad opulenta de servicios, alimentos, diversión… La persona del mundo desarrollado es candidata a desarrollar alguna dependencia: comida, compras, droga, sexo, trabajo…
Obviamente el demonio no está fuera. La bondad o maldad no está en las cosas sino en las propias pequeñas decisiones equivocadas de cada día. Nos equivocamos cuando dejamos de tener momentos de soledad, de pensamiento profundo, cuando no nos confrontamos con nuestros propios demonios. Pequeñas equivocaciones de no escuchar nuestro cuerpo, no escuchar los sencillos consejos de las personas que nos quieren. Nos equivocamos cuando no practicamos cierta disciplina en nosotros mismos. Necesitmaos escuchar nuestros deseos. Cuidar cómo los resolvemos.

Mt 4,1-11.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”.
Jesús le respondió: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo,
diciéndole: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.
Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”.
Jesús le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”.
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.

Me temo que por eso son bienaventurados los pobres, porque no pueden llenar su vacío a base de dinero, porque están abiertos a la dimensión espiritual. El pobre está con la herida abierta de su necesidad, aún no la ha cicatrizado… ese “dolor” le hace humano. Cuando tomamos analgésicos tratamos los síntomas de la enfermedad, pero no la causa.
Tiempo de cuaresma: Ventila tus heridas, reconoce tu sed, descubre tus tentaciones… pero cuida el uso que haces de los “analgésicos”, no sea que a base de “felicidad química” te pierdas el Reino.