Lasalianos… Todos los que en este momento estáis circulando por la historia humana. Quisiera recordaros algo que ya sabéis. Y me lo recuerdo también a mí.
Nuestro Amigo especial, el de Nazaret, nos dijo cosas muy importantes a tener en cuenta durante nuestra peregrinación terrena. Vale la pena que dediquemos unos minutos de nuestra meditación diaria para desempolvar alguna de sus enseñanzas tan necesarias hoy día.
Personalmente yo Creo en Su Palabra. La Suya no es como la nuestra que se la lleva el viento. La suya es eficaz, cumple lo que dice, tiene fuerza realizadora. Claro que no de un modo automático. Necesita buena tierra donde pueda echar raíces, crecer y llegar a madurar. Esa tierra somos cada uno de nosotros.
Me limito a un solo punto. “Pedid y recibiréis”. Y La Salle nos dice en la MTR 207, 3: “Pedidle que se digne acrecentar vuestro Instituto” en provecho de los artesanos y los pobres.
Hoy yo pido “obreros para su mies”. Él también los quiere. Pero hace falta que, además, nosotros lo queramos de veras. Quererlo desde el fondo de nuestro ser, desde el corazón. No sólo con los labios y la mente.
Por muy revuelto que esté el mundo, hay jóvenes que buscan algo que dé sentido a sus vidas. Creen encontrarlo en lo primero que se les ofrece, muchas veces en “cisternas rotas” en vez de las corrientes de “agua viva”, que “salta hasta la vida eterna”.
A la vez que pedimos al “Dueño de la viña”, queremos hacer lo que está de nuestra parte para ayudar a los que son llamados. Que al menos algunos descubran vitalmente Quién es el principal Amigo que a nosotros nos llena interiormente, porque lo hemos encontrado. Y vean el plan tan acertado que guarda para cada uno de los que, de verdad, tienen la suerte de estar más que enamorados de Él, hasta ofrecer sus vidas para su Reino. Hato