López Santos, Mª P. Misión compartida, ¿Unidos o hundidos? Laicos, monjes, pobres, KHAF, Madrid, 2016, 126 pp.
Debo confesar que el libro lo he leído interesado por el título. Pero que me ha decepcionado la parte que yo buscaba: Misión compartida, pues, la verdad, habla muy poco de ello.
La autora ha preferido (o pretendido) hacer un juego de palabras fijándose en “una mesa de tres patas”: los laicos, los monjes y los pobres. Y cómo cada uno de ellos “llama” al otro (o a la otra patas) para decirnos que todos somos necesarios en esta construcción de la Iglesia.
Se detiene mucho en el tema de los monjes, sobre todo porque ha vivido una experiencia de una semana en el Monasterio de Santa María de Huerta, que le ha dejado huella profunda. Es verdad que tiene experiencia del trabajo de voluntariado que hace en un comedor social, pero no se detiene mucho en cómo casar los tres aspectos anteriormente citados.
Lo bueno del libro es que habla desde la experiencia. Y desde ahí proyecta su reflexión en torno a la necesidad de buscar espacios de confluencia y relación entre pobres, monjes y laicos. En ese sentido, sin buscar la experiencia monástica, se descubre a sí misma valorando el silencio, la hondura de la oración de la Iglesia, la necesidad de buscar momentos para encontrar el silencio en la vida de un laico (ocupado/a con otras muchas cosas).
Insiste mucho en cómo los laicos no deben sentirse “cristianos de segunda”, sino tratar de encontrar su lugar, que es importante, dentro de la construcción de la Iglesia de Dios, donde todos debemos sentirnos protagonistas de su marcha.
Va recordando muchos aspectos de la vida monástica (silencio, oración, obediencia, “pisar en la tierra”, trabajo, clausura, etc.). Y le hace reflexionar mucho sobre lo que significan todas esas palabras y situaciones con las que se ha encontrado en su experiencia monástica y su aplicación posible a la vida de un laico. Desde ahí, elabora sus conclusiones cuando se encuentra con el Hogar social “Jesús Caminante”, que le hacen plantearse las cosas de la vida desde el lado de los pobres: la austeridad de vida, la cercanía situaciones difíciles, la sobreabundancia, el desinterés por parte de algunos hacia los menos favorecidos, etc. que ayudan, según la autora, a plantearse las cosa de manera diferente, prestando atención a personas que, antes, pasaban olímpicamente delante de ti sin hacerles caso.
Termina con un deseo de que entre todos, vayamos haciendo camino común, sabiendo de las diferencias y que no todos podemos atender a todo, pero sí aprender unos de otros en el diario vivir. La lástima es que ha incidido muy poco en el tema que da título “grande” al libro y no analiza con detalle las consecuencias que tiene apostar por una confluencia mayor y una relación mayor entre las distintas vocaciones que componen el rico panorama eclesial