Título completo: «Un Dios que es siempre más. Iniciación a la espiritualidad apofática cristiana.»
Autor: Janet P. Williams
Editorial: Sígueme, Salamanca 2021. 206 páginas.
ISBN 978-8430120925
La autora comienza diciendo que lo contrario a la fe no es la duda, sino la certeza. Curioso.
Que nadie se asuste con la palabra «apofática». Si la teología es hacer un discurso sobre Dios la teología apofática sería un discurso acerca del fracaso de hacer un discurso sobre Dios, dice la autora.
No sé si os suena la frase «El silencio es el lenguaje de Dios, todo lo demás es pobre traducción». Pues eso, decir Dios es siempre quedarse a medias, en realidad, Dios no se puede decir. El libro explica que Dios no es un objeto que conocer, sino el fondo de la realidad, de todo. La primera parte habla de que esta negación a encapsular a Dios ya la encontramos en la misma Biblia, luego en la tradición cristiana, en otras religiones, en las prácticas espirituales y en la sensibilidad actual en la espiritualidad. Apegarse a ciertos discursos sobre Dios es traicionar a Dios. En realidad toda espiritualidad es en el fondo una práctica apofática. Ánimo, la lectura es fácil y muy sugerente.
Citas que destaco:
«Las palabras son un poco como esas máquinas para cortar el embutido: dividen la realidad en lonchas digeribles. Pero Dios no es un trocito de la realidad. Dios es el origen de todo, así que no es de extrañar que las palabras no funcionen adecuadamente cuando se trata de hablar de Dios» (Pág. 15)
«El objetivo de la vida espiritual es encontrarse con Dios, conocerlo y caminar juntos como lo harían dos amigos. No se trata, pues, de saber cosas sobre Dios. La actividad central de la vida espiritual es la oración. Saber mucho sobre la oración no es lo mismo que orar» (Pág. 21)
«Los relatos de Moisés ante el fuego y en la nube transmiten enseñanzas fundacionales de la espiritualidad apofática. Nos dicen que el encuentro sagrado sucede de forma repentina y por pura iniciativa de Dios; que la presencia de Dios seduce y quema, pero no destruye; que esos encuentros tienen una naturaleza íntimamente personal y nos hacer ver que Dios nos conoce mejor que nosotros mismos; que es imprescindible acercarse a Dios descalzo, sin la protección de una piel ajena; que Dios es absolutamente trascendental y está más allá del nombre que le damos y de nuestra percepción; y que, una vez que el encuentro ha concluido, se nos manda regresar al pueblo de Dios y hacer algo útil por él «. (Pág 27)
«El verdadero objeto de la negación apofática es el yo, con su particular bagaje de experiencias, prejuicios y proyecciones, y no el Uno que buscamos ver.» (Pág 41)
«La fidelidad no consiste en enrocarnos para defender nuestra posición contra los ataques, sino la voluntad de caminar más allá y seguir al Dios que va delante». (Pág. 75)
«El autor de La nube del no saber reitera la necesidad de pisotear nuestros pensamientos, por muy santos nos parezcan.» (Pág 70)
«La oscuridad es más que una manera de expresar la incapacidad de ver, entender o definir a Dios… la oscuridad nos ofrece, paradójicamente, un conocimiento más verdadero de Dios que la luz, porque en la oscuridad nos damos cuenta de que no captamos más que una pequeña parte de lo divino, mientras que en la luz nos vemos tentados a pensar que vemos todo lo que hay». (Pág. 103)
«La tendencia a identificar a Dios con la realeza ha causado muchos más prejuicios entre las personas religiosas que la tendencia a identificarlo con una piedra [Señor, tú eres mi roca y mi fortaleza. Sal 18, 2]. En este sentido la roca es, simple y llanamente, una imagen mejor: menos dañina, más efectiva a la hora de transmitirnos la idea que pretende comunicar y, al mismo tiempo, más fácil de relativizar» (Pág. 111)
«La espiritualidad apofática resulta tan agotadora -y estimulante- como el alpinismo. No puede servir de excusa para eludir el duro trabajo de adquirir una cierta formación bíblica y teológica. Sencillamente, no podemos decir: Bueno, no hay necesidad de estudiar esto porque al final habrá que negarlo, del mismo modo que no podemos llegar a la cima de la montaña sin subir ladera arriba.» (Pág. 113)
Índice:
Prefacio
Introducción: Hablad de mí tal como soy:
Primera parte: Raíces Bíblicas
Moisés: el fuego y la nube.
El Cantar de los cantares.
Juan el Bautista, profeta apofático.
Jesús: palabra y silencio.
Segunda parte: La «Vía Negativa»
Desnudarse.
Ascender.
Desdecir.
Unión.
Tercera parte: Pioneros de la fe apofática
Gregorio de Nisa
El corpus dionisiano.
El Maestro Eckhart.
Nicolás de Cusa.
Cuarta parte: Compañeros de camino
Atenas.
La «mente del no saber» del zen.
Quinta parte: Prácticas apofáticas
La exuberancia: decir y desdecir en la parábola y la poesía.
Peregrinación.
Liturgia.
Epílogo: Hacia la tumba vacía
Lecturas recomendadas.
Sobre el Maestro Eckhart existe una entrada en este sitio con más información: