Autor: Villar Cabello, Juan Ignacio.
Editorial: Edelvives (Laude), Zaragoza, 2021.
190 páginas.
ISBN: 9788414035153
“El libro que tienes en tus manos, está referido a Jesús de Nazaret, como una declaración amorosa que expresa un «te amo», sí, y lo siguiente: «TE PREFIERO». Sí. Y +. Es el Amor que me enamora en el lugar de + fragilidad (LA CRUZ)” dice el autor (Vily) en la contraportada.
Es un libro que culmina una trilogía que comenzó con “Te amo” y siguió con “De amor y amores” y que se cierra ahora con un “Te prefiero” “… como homenaje a las personas que nos dejaron en un aDiós», sin despedirse de familiares y amigos”
Un libro diferente. ¿Libro? ¿Manual? Acaso podíamos decir que el autor (pasionista) se ha dejado llevar por su entusiasmo (lo cual no quita que en algún momento refleje situaciones duras) y nos ofrece lo que sale de dentro del alma, regado por el corazón en vilo.
Incluso el subtítulo del libro (lo que está entre corchetes) refleja ya lo que desea expresar: un derroche de energía hecha palabras de todo cuño que maneja con soltura y que no se cansa de verterlas en las más variadas situaciones de la vida. Por eso, van sucediéndose hechos, acontecimientos, dudas, reflejos de un vivir donde el corazón va dejando que se exprese de manera simbólica y muy gráfica que, a veces, despista si se quiere leer todo de golpe.
Un libro con una profusión de creatividad en el color, en los símbolos que acompañan cada página (que es casi un tema) y que están henchidos de originalidad y de sueños, de dulzura y de rabia, de dolor y de esperanza. Y siempre con el deseo de que algo importante tiña todo: el amor, apasionado algunas veces, dolorido en otras por las circunstancias de nuestro mundo, entusiasta en otros por las alegrías vividas. Y siempre al hilo de un signo que, en algunos casos es una suma (+) y en otros, es una cruz (+), como fiel seguidor de Pablo de la Cruz, el Fundador de su Congregación.
Es un libro para saborear despacito. Sin más. Sin mayores pretensiones. Ciento noventa páginas que son para dedicarle, casi, una página al día, fijándose no sólo en lo que dice con palabras certeras o con preguntas que llegan (sean para jóvenes o adultos), sino también por los símbolos que acompañan cada una de las páginas, teñidas de una creatividad y sintonía con lo dicho que resultan muy sugerentes.
El libro no tiene capítulos al uso, sino destellos de vida que bien pueden ser en algún momento situaciones de la vida al hilo de o que se vive en nuestro ritmo cristiano (Adviento, Cuaresma, Pascua…) o aquellos otros que lidian con lo que ocurre a nuestro mundo (la creación, el medio ambiente, las situaciones de países con problemas, la Amazonía…); o también, atendiendo a variadas situaciones que vivimos (día de la mujer, ludopatía, pornografía, redes sociales, Iglesia, vida consagrada, familia, refugiados, etc.) o lo que va sugiriendo el evangelio o los personajes del mismo, sean hombres o mujeres.
Hay espacio un poco más amplio para: difuntos, María (mujer y milagro de amor), profesiones, la Pasión (con un amplio elenco de sugerencias para celebrarla y representarla) o Emaús. Y como surgida de la creatividad del autor, un buen elenco de parábolas que las relaciona con la Formación profesional, en un aprender de Jesús, desde pirotécnico (“no ardía nuestro corazón…”) a fontanero (“el que beba del agua…”); o como maestro de humanidades (“se admiraban de su enseñanza…” ) a panadero (“yo soy el pan de la vida…”) en un juego bonito de contrastes que permiten saborear el Evangelio y al Jesús del Evangelio y relacionarlo con la vida y las profesiones del hoy.
No es un libro para leer de seguido. Y hay que meterse en la mente del autor para saber que el amor impregna muchas de las cosas que refleja; bueno, casi todo o todo, no porque la palabra amor se escriba, sino porque está hecho desde el amor por la vida, la esperanza, los jóvenes, la alegría y el esfuerzo por el amor del compromiso que se ve particularmente en algunas páginas (Amor sin [¿Cómo lo ves?]; ama, vive, camina, cree; + que amor amigo; etc.).
Son también recuerdo del autor, personajes femeninos, extraordinariamente valorados por su obrar, su fe y su valentía y que titula “Discípulas, apóstolas & misioneras”) en la página 136; o algunos de los sitios emblemáticos de la Biblia con su carga simbólica fuerte (“de montes y montañas, págs. 86-87) o parejas bíblicas (págs. 106-7).
Llevado por la situación que hoy vivimos, no falta un buen trecho del libro -al final- sobre la pandemia que nos cerca (págs. 162-184): qué vamos aprendiendo, cómo vivir este momento, Jesús ¿se hubiera contagiado?, por qué apostar, a qué hay que estar atento, cuáles son nuestros miedos, por dónde salir… aderezado con verbos que revierten en el propio lector: “apréndete, cuídate, sonríete, permítete, despréndete, inspírate…” todos ellos de una o dos páginas de extensión que invitan al compromiso, lejos de la pasividad o del derrumbe personal.
No falta tampoco un momento, amplio en páginas, donde el autor se explaya un poco más (págs. 90-95) en la línea que viene haciendo, cuando le invitan ser pregonero de las fiestas de Daimiel (Virgen de las Cruces, 1 de septiembre), donde hay comunidad de pasionistas desde hace 108 años y que recogen muchas de las cosas dichas en otras páginas, pero con otro estilo, más desenfadado y “para gente guapa del pueblo”.
Es un libro para aprender y dejarse impresionar, sin pretender abarcarlo de una vez. Dejar que la lectura fluya despacio, tranquila, sin quererlo acabar enseguida y que invita a volver de nuevo, en cualquier momento, a páginas ya leídas.
Al final hay una biografía del propio autor, escrita de manera suelta y con vocablos que van dando pie a cómo se define el autor.
El libro concluye así: “¿Qué es lo que me hace ser? La verdad me hace libre. El amor me hace plen@. El perdón me hace human@. La fe me hace vulnerable… La creatividad me hace apasionad@…. La humildad me hace vital. La esperanza me hace etern@…” (pág. 190)