Mi nombre es Lidia Rey Lillo y, desde esta ventana, me piden que comparta alguna experiencia de mi vivencia espiritual. En la actualidad formo parte del Equipo de Animación del Sector Madrid (Distrito ARLEP), como delegada de Formación e Identidad Lasaliana. También estoy en el equipo animador de la formación CELAS Distrital.

1.- ¿Cuéntanos alguna vivencia o experiencia que espiritualmente te haya marcado?

Una de las vivencias más importantes en mi trayectoria lasaliana es, sin lugar a duda, la formación CEL. Se trata de una experiencia comunitaria durante algo más de tres meses, compartiendo vida y fe con Hermanos de La Salle, Hermanas Guadalupanas y otros Seglares. ¡Un arcoíris de personas como símbolo de esperanza en la comunidad lasaliana!
El CEL ha supuesto un antes y un después en mi implicación lasaliana. Quiero destacar muchos momentos y no solo de formación, también de convivencia, oración, celebraciones comunitarias, salidas al encuentro de los más necesitados, peregrinación a las raíces lasalianas, la semana de retiro con las meditaciones… Descubrí lo que significa la fraternidad, el ser todos iguales con independencia de conocimientos, sabiduría, haceres, estilo de vida o procedencia; me cautivaron los espacios de oración comunitaria y aprendí a prepararlas y animarlas; conocí diferentes maneras de servir a los pobres. La experiencia me llenó de fuerza y me abrió los ojos para conocer y dar a conocer el sentido de nuestra misión lasaliana.

2.- Cuando escuchas “espiritualidad lasaliana” ¿qué ventana se te abre?

Si con la palabra espiritualidad se me abre la ventana del sentido profundo de lo que vivimos, con el apellido lasaliano ese sentido me lleva a la escuela, con los niños, jóvenes y adultos que nos necesitan. Es una espiritualidad que no nació en los templos sino en los muros profanos de la comunidad de Juan Bautista con los primeros maestros y hermanos. Es una ventana abierta a la misión educativa, una vidriera que somos nosotros, los educadores, a través de la cual debemos transparentar la fuerza humanizadora del Evangelio a nuestros destinatarios.

3.- Dinos qué sueles hacer para alimentar tu espiritualidad.

La espiritualidad es una manera de vivir lo cotidiano que envuelve mi vida: mi manera de relacionarme, mis lecturas, mi trabajo, mis paseos, mis películas, mi forma de reaccionar… no obstante, existen ciertos momentos o espacios que son como la comida al ser vivo: sirven para centrarnos en el alimento y enriquecernos. Resalto algunos de estos sustentos:

              . Evangelio diario, con diversos comentarios al que también añado el mío, intentando hilvanarlo con alguna situación actual y la relación con personas del entorno cercano.
              . Imágenes o símbolos sobre la lectura anterior. En algunas ocasiones a través de la contemplación de un cuadro.
              . Espacios de oración, a veces los preparo para grupos y otras veces asisto a ellos en encuentros diversos. Quiero destacar, en este tiempo de pandemia, los encuentros de oración a través de videoconferencias, con asistencia de personas desde muy diferentes lugares, pero con la misma motivación.
              . Lecturas sobre libros y artículos de espiritualidad. Entre mis manos está ahora “Biografía de la Luz” de Pablo D’Ors.
              . Cautivados por la Palabra: vídeos formativos semanales sobre Biblia.
              . Mirar y contemplar, sobre todo la naturaleza: los árboles, el viento moviendo sus hojas, los colores, las nubes… y descubrir a Dios creador en todo ello.
              . La escucha atenta a otra persona, intentando llegar al fondo de lo que quiere decir, más que a lo que dice con palabras.

4.- Si tu entorno lasaliano fuera “frío” en el tema de espiritualidad…. ¿cómo te las apañarías para abrir esa ventana?

Lo deseable es tener un entorno que favorezca vivir con profundidad el sentido de lo que hacemos en nuestro día a día, fundamentalmente en la escuela. Pero no siempre es así. La espiritualidad debe estar en uno mismo, cultivarla todos los días y agradecer su crecimiento. En algunas ocasiones el crecimiento es fácil, como cuando miramos una planta en primavera. En otras ocasiones no lo es tanto, como cuando la planta está en invierno. Con esto del “frío” en el tema de la espiritualidad ocurre lo mismo. La espiritualidad en cada uno de nosotros debe ser como las raíces de la planta. La primavera simboliza aquellos momentos personales, relacionales y de trascendencia que facilitan las condiciones óptimas mientras que el invierno simboliza los momentos de frío, sequía, que no los favorecen. De todos ellos hay que sacar enseñanzas. Pero la pregunta es ¿cómo me las apaño para abrir la ventana? ¡Intentando ser siempre raíz! Es decir, estar arraigada, enraizada a la esencia de lo que soy. Unos días será más fácil el camino y otros no, pero he de seguir caminando con el viento que sople, aceptando lo que Dios me va poniendo en el camino (a través de personas y situaciones), siempre aprendiendo y si es con una sonrisa, ¡mejor!, así ayudas al que está a tu lado.

5.- Algún deseo o camino espiritual que te gustaría ver realizado en ti o en tu entorno lasaliano.

La espiritualidad lasaliana va de la mano de la comunidad y la escuela. Es necesario que los educadores conozcamos el sentido de lo que hacemos con nuestros niños, jóvenes y adultos, que sepamos ser sus cuidadores y guías, haciéndoles ver el camino para que tengan una vida plena. Mi deseo es que existan, en todas las obras educativas, grupos de educadores al estilo (salvando las distancias) de las primeras comunidades cristianas, con el fin de crecer juntos en la fe, conocer la Palabra y transparentarla a través del rol de educadores, descubrir el sentido del quehacer educativo diario, valorarlo y celebrar juntos la vida. Este camino lo visualizo como una ruta para humanizar juntos, al estilo de Jesús, e ir transformando el mundo a través de la educación.