Título: Sal de tu tierra. La aventura de la vida espiritual
Editorial: San Pablo, Madrid 2002. Colección Sígueme 3
Páginas: 215 págs.
Año: 2002.
Comentario: Puede servir como manual o síntesis de la espiritualidad. Utiliza un lenguaje muy pedagógico, con comparaciones e imágenes actuales: la espiritualidad es partir de aventura. Aconsejaría el libro para aquél que quiera iniciarse o poner al día su universo espiritual.
Índice
1.- Invitación al viaje. La experiencia espiritual como una aventura.
2.- La partida. Los elementos básicos de la vida espiritual.
3.- Los itinerarios. Las grandes etapas de proceso espiritual.
4.- Las pruebas. Las crisis de la adolescencia y de la madurez.
5.- El compañero. Una aventura llamada Jesús.
6.- La orientación. Las trampas de la oración.
7.- El término. El riesgo del encuentro.
Textos que destaco:
“Hace pensar que el que cesa de renovarse, de avanzar, el que ya no es capaz de dar un paso adelante, de abrirse a algo nuevo, el que no es capaz de riesgo, está muerto. Instalarse, aburguesarse, buscar la seguridad de la protección de lo habitual, de lo consabido, de lo familiar, que es mera repetición, todas estas actitudes defensivas, se encuentran en el extremo opuesto al sentido de la vida, que sólo se mantiene si se da, si se abre a lo desconocido, si acepta lo nuevo (…) La ausencia de tradición y de experiencia interior, propiciada tanto por las críticas de los agnósticos y los ateos como por la dejación de los padres, puede producir un grave riesgo de atrofia de la dimensión religiosa y un vacío axiológico desastroso, que podrían generar luego, según los temperamentos, depresión, violencia o refugio en las drogas.”
“Tener el espíritu,
estar habitado por el Espíritu,
vivir del Espíritu,
es tener aliento,
empuje,
compartir la fuerza vital de Dios mismo, estar poseído por un amor,
una gran pasión amorosa
más fuerte que la muerte.
La experiencia espiritual,
en este sentido,
se sitúa en el extremo opuesto de la experiencia depresiva.”
“La situación de crisis es valiosísima precisamente porque desinstala y hace, por así decir, vulnerable al cambio, permeable a lo nuevo, a la acogida de un plus de vida. Desestabiliza y desestructura para que pueda emerger una nueva manera de ser, una nueva coherencia.”