¡POR SIEMPRE! Mis plegarias.

Quisiera que sepas que en estas líneas te estoy compartiendo parte de mi experiencia interior.

No encontrarás aquí ni poesía, ni tratado sobre la oración. Simplemente plegarias que han nacido, en mi corazón, durante mis tiempos de oración personal y a lo largo de estos últimos ocho años.

Unas han nacido de la espontaneidad fruto de momentos y circunstancias concretas; otras, más elaboradas, nacieron por solicitud de alguien o para contribuir en la animación comunitaria de un momento determinado.

El título -Lasaliano cien por cien-, quiere ser síntesis de lo que, desde nuestra espiritualidad, nos pide nuestro Fundador: vivir en la presencia de Dios. El adverbio “siempre” que aparece, quizás exageradamente en 125 ocasiones y en todas las oraciones, es una invitación a orar siempre, sin interrupción, en cualquier momento… porque lo sabemos, Jesús vive en nuestro corazón ¡Por siempre! ¿O no?… ¡Pues sí! Siempre en su presencia, siempre en presencia continua.

He procurado dejarlas tal cual nacieron. Con mínima revisión. Las referencias a San Juan Bautista de La Salle son inspiradoras y las que suelo utilizar con más frecuencia a lo largo de mi vida de Hermano. Me gusta escudriñar en sus escritos, dejarme llevar por ellos, aprender y orarlos.

Si una palabra, una estrofa, una idea o una oración entera te ayuda a tu propia oración personal, daré por bien compartido este material espiritual. No hay más intención que esa, la de compartir y seguir… caminando.

En todo caso, gracias por navegar entre ellas.

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INDICE:

  1. Abramos nuestro corazón
  2. A un metro (pandemia)
  3. Ayúdanos, padre (San Juan bautista de La Salle)
  4. Cambio de camino
  5. Caminar con Jesús
  6. Caminos para transformar vidas
  7. Compartir
  8. Comunidad
  9. Con corazón abierto
  10. Con corazón de Padre (Año de San José)
  11. Cuerpo (de la Sociedad)
  12. De la esperanza al compromiso (Circular 475)
  13. Después de la tempestad (pandemia)
  14. Destrucción
  15. Dios
  16. Espíritu Santo
  17. Estrella de la mañana
  18. Experiencia en la Tortuga (Haití)
  19. Familias carismáticas
  20. Familia Lasaliana
  21. Fratelli (Proyecto)
  22. Gloria a Dios
  23. Gracias, Hermanos Mayores
  24. Gracias por nuestra vocación lasaliana
  25. Hermanos
  26. Itinerario de vida
  27. Juntos y por Asociación
  28. Llamados a la felicidad
  29. Llenos de tu Espíritu
  30. Lluvia
  31. María: mujer y Madre
  32. Me abandono a Ti
  33. Navidad, siempre Navidad
  34. Orar con la mirada
  35. Palabra
  36. Paz
  37. Políticos
  38. ¡Por siempre!
  39. Presencia
  40. Reglas que « me impongo »
  41. Roto por dentro
  42. Signos de fe
  43. Somos comunidad
  44. Somos del Señor
  45. Todo lo creado
  46. Un corazón, un compromiso, una vida (Tricentenario)
  47. Velas
  48. Venimos, vivimos, vamos
  49. ¡Vienen los Reyes!
  50. Vuelve a empezar

1. ABRAMOS NUESTRO CORAZÓN

«… De modo que un compromiso me llevaba a otro,
sin haberlo previsto en los comienzos»
San Juan Bautista de La Salle (MSO 6)

Abramos nuestro corazón
para que venga a nosotros su Reino.
Cristo es la puerta:
escuchemos su voz,
sigamos sus pasos,
diciendo siempre ¡Sí!

Abramos nuestro corazón a compartir el sueño de Dios.
Caminar como Pueblo:
un camino de fe compartida,
un camino animado por la esperanza,
un camino de amor pleno.

Abramos nuestro corazón a ser Pueblo de Dios.
Siempre en marcha:
siempre en comunión,
siempre en fraternidad,
dejándonos conducir por Él.

Abramos nuestro corazón a la entrega generosa.
De compromiso en compromiso:
buscando juntos,
discerniendo todos juntos,
decidiendo siempre juntos.

Abramos nuestro corazón a la contemplación.
Con mirada de fe:
desde el fondo de nuestro interior,
inclinados ante Él,
hasta la última adoración.

Abramos nuestro corazón a la incertidumbre.
Sin seguridades:
en dirección hacia la meta sin saber cuándo llegará,
con espíritu humilde y hambre de eternidad Amén.

2. A UN METRO (pandemia)

«Amad su cruz, ya que sois uno de sus miembros. Esa unión y ese amor suavizarán vuestras penas y os las tornarán mucho más tolerables».
San Juan Bautista de La Salle (MF 165,2,2)

Pena, triste pena que hoy siento,
de estar tan solo a un metro
y, sin embargo, no poderte abrazar.
¡Cuántos abrazos deseados!
¡Cuántos abrazos perdidos!
¡Cuántos abrazos no dados!

Y, tan sólo, a un metro,
lo suficiente para siempre dificultar
el umbral de la intimidad.
¡Cuántas sentimientos encontrados!
¡Cuántos deseos frenados!
¡Cuántos contactos perdidos!

Pena, triste pena que hoy siento,
de estar solo a un metro
y sentir distancia y aislamiento.
¡Cuánta soledad!
¡Cuánto silencio!
¡Cuánto lloro apagado!

Y, tan sólo, a un metro,
lo suficiente para sentirte cercano
y lejano a la vez.
¡Cuánta nueva amistad!
¡Cuánto cariño compartido!
¡Cuánto cuidado derramado!

Pena, triste pena que hoy siento,
de estar solo a un metro,
y comprendo la pena del Crucificado
que hoy, después de siglos,
sigue estando confinado.
¡Qué pena!

3. AYÚDANOS, PADRE (San Juan Bautista De La Salle)

«… para procurar vuestra gloria cuanto me fuere posible y Vos lo exigiereis de mí»
San Juan Bautista de La Salle (Fórmula de Votos 2.0,1)

A ti, padre y fundador,
te suplicamos nos ayude ¡siempre! A:

Vivir nuestra consagración a Dios
“para procurar su gloria
cuanto nos fuere posible y Él lo exija de nosotros”.

Entender y ejercer del modo más convincente
nuestro ministerio evangelizador.

Privilegiar realmente, en nuestro servicio,
a los que sufren de pobreza e injusticia,
los preferidos de Jesús.

No ignorar, por culpable miopía,
a los que sufren de pobreza lejos de nosotros.

Abrirnos en comunión de espíritu, vida y misión
con otras personas que colaboran en la obra de Dios.

Superar humilde y valientemente, las crisis
Como tú, Juan Bautista de La Salle,
supiste superarlas con la ayuda de Dios.

Asístenos de modo muy particular,
para que fieles a Dios,
sigamos profundizando en nuestra identidad vocacional,
¡hoy y siempre!
hasta nuestro “adoro en todo”.
Amén

4. CAMBIO de CAMINO

«La fe es el camino por el cual quiere Dios conducirla a Él, y en el que más ha de agradarle»
San Juan Bautista de La Salle (C 130,1)

Cuántas veces Señor, he tenido que rectificar.
¡Cuánto tiempo me has tenido que esperar!
Buscaba un cambio de camino,
que me llevará hasta tus abrazos.

Mi camino no era respuesta a tu amor, Jesús.
Mi camino, no era tu camino.
Esquivaba tu llamada,
huía de tu abrazo.
¿Y por qué?
Me asustaba la fuerza de la consagración,
acogedora y contracultural.
Me asustaban los desafíos
que debía afrontar.

El camino, por el que transitaba,
era un camino de parálisis y mundanización.
Un camino de vacíos sustituidos por… ¡nada!
Un camino de formas ingenuas e inapropiadas.
¡Mi camino!
Y Tú, Señor,
me hiciste morder polvo.
Quitaste las escamas de mis ojos para descubrir testimonio.
Marcaste nuevas e inesperadas rutas. ¡Cuánta sorpresa!

Cambié de rumbo y seguí caminando,
desde mi fragilidad, con mi inseguridad. Cambio de camino.
Seguí caminando y cambiando ¡Cuántas veces, Señor!
¡Siempre!
Hasta descubrir que sólo en Ti he de poner mi esperanza,
sólo a Ti he de seguir,
sólo contigo he de caminar
y cambiar tantas veces de camino
como Tú me pidas. Y así es.
Haz tu obra Dios en mí,
Haz tu obra en nosotros, los creyentes. Amén.

5. CAMINAR CON JESÚS

«La fe es el camino por el cual quiere Dios conducirla a Él, y en el que más ha de agradarle»
San Juan Bautista de La Salle (C 130,1)

Contigo Jesús, humilde de corazón,
que me diste a conocer
el amor del Padre.
Contigo quiero caminar siempre.
¡Dame la humildad que necesito!

Contigo Jesús, rico en misericordia,
que me diste a conocer
la bondad infinita del Padre.
Contigo quiero caminar siempre.
¡Dame capacidad para perdonar!

Contigo Jesús, tu yugo es suave,
que fuiste enviado a la humanidad
por el Padre.
Contigo quiero caminar siempre.
¡Dame visión para no ser carga pesada para otros!

Gracias Jesús,
Por liberarme y sanarme de mi ceguera.
Por ser mi refugio y mi descanso.
Por encender el fuego de mi corazón.
Por hacerme partícipe de tu misión.
Por alimentarme de tu Pan y tu Palabra.
Por llamarme y darme el don de mi vocación.
Por permitirme caminar contigo
y descubrir que tú eres Camino, Verdad y Vida.

Gracias Jesús,
de todo corazón.
Sigamos caminando juntos
¡Siempre!
Amén.

6. CAMINOS PARA TRANSFORMAR VIDAS

«Tened la certeza de que la principal conversión es la del corazón»
San Juan Bautista de La Salle (MF 175,2,2)

Construir nuevos caminos
para transformar vidas
Nuevos caminos,
Itinerarios de vida.
Nuevos caminos,
para transformar nuestras vidas.

Caminos que cruzan
selvas o ríos,
mares o desiertos,
campos o ciudades.
Caminos abiertos al azul infinito.
Caminos de eternidad.
Caminos abiertos a servir o a amar.
Caminos que enseñan metas a conquistar.
Caminos que educan con creatividad

Caminos para la escucha.
Caminos para el diálogo.
Caminos de Hermanos,
que ofrecen fraternidad.
Caminos a recorrer
Sin buscar seguridad.
Caminos para audaces
sin miedo a cambiar.

Caminos de Dios, que hemos de descubrir.
Caminos del hombre, para construir.
Caminos, siempre caminos de vida.
Caminos de cambio, de conversión, de transformación.
Caminos del hombre que va hacia Dios.
¡Ayúdanos, siempre a caminar, Señor!
Gracias por caminar conmigo.
Hoy y siempre.

7. COMPARTIR

«Y cuidad, sobre todo, que sea la caridad y el celo de la salvación del alma de vuestros alumnos los que os muevan a hacerlas»
San Juan Bautista de La Salle (MR 204, 3,2)

Todos los días delante de mi puerta,
llegan personas a pedir.
hambrientos de todo, pero de pan y agua también.

Para todos no llega,
hay que partir y repartir…
Partir con mi vecino el saludo,
partir con mi amigo el afecto,
partir con el niño el juego
y con el joven el consejo.

Nos recuerda Jesús en su Evangelio:
“Lo que al hermano le hiciereis,
a mí me lo hicisteis”.

Partir con… compartir.
compartir mi tiempo y experiencia,
compartir mis ideas y creencias,
compartir mis brazos, mi consuelo.
Siempre compartir.

Compartir con el enfermo,
con el preso, con el ignorante,
con el que parece estar muerto.
Compartir sin diferencias,
sin mirar a quién,
ni credo, ni raza, ni cultura,
ni si es hombre o mujer,
joven o anciano,
Compartir, multiplicar, servir…

Y sí, también un trozo de pan.
De ese pan que nos sobra
y que tantas veces malogramos.

Y sí, también un poco de vino.
Aunque nos llamen borrachos,
de ese néctar que combate
tantas soledades, tantas horas inciertas…

Compartir la alegría,
la fe y la esperanza,
que el corazón es más feliz
cuando palpita por los demás.

Señor, enséñanos a partir con,
a repartir, a compartir…
Enséñanos a dejarnos afectar
Por quienes más necesitados están.

Danos la sencillez
para saber estar junto a ellos sin altivez,
para aprender de ellos,
para respetarles y quererles.
Para reconocerte en ellos.
Amén.

8. COMUNIDAD

«Para que vuestro celo sea provechoso a los demaś , teneís que ejercerlo primero dentro de vosotros mismos y de vuestra comunidad»
San Juan Bautista de La Salle (MD 81,3,2)

Comunidad, santuario de vida,
libro de oración.
Comunidad fuente de interioridad,
arca de conversión.

Comunidad, escuela de seguimiento,
morada de acogida.
Comunidad río de misión,
entrega y pasión.

Comunidad, espacio de encuentro,
lugar del don.
Comunidad manantial de opción,
compromiso y acción.

Comunidad, experiencia gozosa,
ciudad de fiesta.
Comunidad, agua cristalina
de pureza y alegría.

Ayúdanos, siempre, Señor,
a construirla entre todos,
a animarla entre todos,
a proyectarla entre todos,
porque si uno falta
ya no es comunidad.
No faltes Tú, Señor.
Amén.

9. Con CORAZÓN ABIERTO

«Me parece que lo que debo pedir a Dios en la oración, es que me dé a conocer lo que Él desea que yo haga, y me ponga en la disposición en la que Él me quiere»
San Juan Bautista de La Salle (C 5,2)

Venimos de Ti.
Vivimos en Ti.
Vamos a Ti.
Con corazón abierto.

Vida es lucha.
Lucha es servicio.
Todo servicio es amor.
Hay esperanza.

Venimos de Ti, Señor.
Nos regalas la fe
para mirar con tus ojos,
mirada profunda, mirada limpia
mirada… de fe.

Vivimos en Ti, Señor.
Nos das esperanza
para vivir con gozo,
esperanza abierta al futuro
futuro… de esperanza.

Vamos a Ti, Señor.
Nos das el amor
para ser hermanos,
amor que es servicio
servicio… que es entrega total.

Con corazón abierto
vengo a Ti, Señor,
para pedir tu fuerza
tu fuerza… y volar.
Venimos de Ti, vivimos en Ti, vamos a Ti.
Con corazón abierto. ¡Siempre!

10. Con CORAZÓN de PADRE (Año de San José)

«Tomad, pues, como modelo vuestro a san José, ya que lo tenéis como patrono, y para haceros dignos de vuestro ministerio, procurad sobresalir en virtud, a ejemplo de este gran santo»
San Juan Bautista de La Salle (MF110,1,2)

San José: modelo de educador junto a María,
acudimos los lasalianos a tu corazón de padre
reconociéndote como Patrono y Protector de toda la Familia Lasaliana.
¡Siempre!

Padre amado:
ayúdanos a vivir con fe nuestra humanidad
y ser portadores de las semillas
que fecundan nuestro compromiso
en la Misión Educativa Lasaliana.

Padre de ternura:
enséñanos a actuar
con firmeza de padre y ternura de madre,
teniendo siempre alta estima
a quienes ocupan el centro de nuestra misión,
tal como supisteis hacer tú y María con Jesús.

Padre obediente:
ayúdanos a descubrir la voluntad de Dios
y a vivir nuestro “adoro en todo”,
nuestro “Fiat” en fidelidad,
como tu esposa María en la Anunciación y tu Hijo Jesús en Getsemaní.

Padre rico en misericordia:
enséñanos cómo acoger a los demás en abrazo paterno,
y a tocar sus corazones
para procurarles todo el bien que esté en nuestras manos,
especialmente a los más vulnerables:
los indigentes, los necesitados, los exiliados, los afligidos,
los pobres, los moribundos, los últimos y los más pequeños
que son los preferidos de tu Hijo.

Padre de la valentía creativa:
ayúdanos a superar las dificultades
con apasionada fidelidad y creatividad
y amar las adversidades
que encontramos en nuestro caminar hacia Jesús.

Padre en el silencio del taller:
enséñanos cómo ser agradecidos a Dios
por nuestro trabajo
y a sentirnos solidarios con quienes carecen de él.

Padre de presencia silenciosa:
ayúdanos a no sentirnos centro de todo
y colaborar generosamente
con los padres de nuestros alumnos
en su educación humana y cristiana.

San José, ponemos nuestro hogar y nuestra comunidad en tus manos.
Ayúdanos siempre, a estar al servicio del proyecto del Reino de Dios.
Enséñanos a amar y ser agradecidos por los dones recibidos.
Que como tú, San José, miremos siempre con los ojos de la fe
y actuemos con corazón de padre.
Amén

11. CUERPO de la SOCIEDAD

«… o para cumplir en dicha Sociedad aquello a lo que fuere destinado, ya por el Cuerpo de la Sociedad, ya por los superiores que la gobiernen »
San Juan Bautista de La Salle
(Fórmula de Votos 2,0,2)

Un Cuerpo de la Sociedad,
que no se resguarda
ante los problemas de disminución o de envejecimiento.

Un Cuerpo capaz de generar comunión.
Que no le asusta la diversidad
ni lo “inter” ni lo “multi”.

Un Cuerpo que existe para ofrecerse.
Que permite que la sal, sale
y que la levadura, haga fermentar.

Un Cuerpo que contagie felicidad.
Que ayude a encontrar el tesoro verdadero
y que ponga en salida a toda la Sociedad.

Un Cuerpo que sabe de quien se vale Dios.
Que los pequeños sean verdaderamente los primeros
y los más vulnerables, también.

Que genera respuestas de vida.
Que mira al futuro sin miedo
y siempre con ojos de fe, siempre con esperanza.

Un Cuerpo que es comunión.
Que genera comunión desde la escucha y el diálogo
entre todos sus miembros.

Un Cuerpo que es alma y motor.
Que impulsa y renueva
a toda la Sociedad de las Escuelas Cristianas.
¡Por siempre! Amén.

12. De la ESPERNAZA al COMPROMISO (Circular 475)

«Traed con frecuencia a vuestra mente cuál es el fin de vuestra vocación, para que os mueva a contribuir al establecimiento y consolidación del reino de Dios en el corazón de vuestros alumnos»
San Juan Bautista de La Salle (MD 67,1,2)

Señor, Dios de los corazones,
Te damos gracias por sembrar en el nuestro
la semilla de la vocación.

Gracias por el regalo del carisma Lasaliano,
que Tú inspiraste a San Juan Bautista de La Salle
y a los primeros Hermanos,
y que nos llega hoy a nosotros con fuerza renovada.

Gracias por tantos Lasalianos de corazón
que, a lo largo de los tiempos, han hecho posible ¡tanto bien!
Ahora nos llamas a nosotros a ser mediadores
para que nuestro carisma siga dando fruto abundante.

Gracias por permitirnos descubrir y compartir juntos
el don de sentirnos llamados a seguirte
como hombres y mujeres
comprometidos en la misión educativa junto a los más necesitados.

Bendice nuestra obra que es la tuya.
Bendice a todas las familias, a los niños, jóvenes y adultos.
Que en ellas puedan conocerte.
Bendice a quienes entregan su vida por ti y por los demás, especialmente a los educadores lasalianos.
Bendice a quienes se comprometen en la pastoral de todas las vocaciones.
Bendice a quienes ayudan a otros, a descubrir, discernir y acompañar su vocación.
Bendice, de manera especial, a los encargados de la pastoral vocacional lasaliana.

Abre, Señor, nuestros corazones y:
· Que no sucumbamos al desánimo sino que vivamos con alegría, ilusión y esperanza por sabernos todos en tus manos.
· Que la fe compartida impulse nuestro compromiso, en la pastoral de las vocaciones
Lasalianas.
· Que acompañemos y nos dejemos acompañar a fin de descubrir la vocación a la que todos somos llamados.
· Que juntos, lasalianos asociados, Hermanas, Hermanos, sacerdotes… seamos coherentes y demos testimonio de nuestra propia vocación.
· Que descubramos nuevos caminos sabiendo que contigo, Señor, grandes cosas son posibles.

Invocamos la intercesión de San Benildo, apóstol lasaliano de las vocaciones.
Y de María, Reina y Madre de todas las Vocaciones.
¡Por siempre!
Amén.

13. DESPUÉS de la TEMPESTAD (pandemia)

«Dios allana todas las dificultades que puedan sobrevenir»
San Juan Bautista de La Salle (MD 10,3,1)

Cuando pase todo grito
de dolor o de suspiro.
Cuando amaine la tormenta
del naufragio colectivo,
oh, Señor, seremos felices,
por seguir estando vivos.

Cuando la vacuna nos permita
nuevos abrazos físicos,
y, sentados en la misma mesa,
podamos recordar y llorar,
oh, Señor, todo cuanto perdimos.

Cuando, con serenidad, podamos interiorizar
todo cuanto hemos aprendido,
podremos compartir experiencias, narraciones
y recobrar aquello que, verdaderamente,
Oh Señor, a la vida da sentido.

Siempre da sentido, Señor,
vivir desde la fragilidad,
entender el sufrimiento,
valorar la libertad,
y potenciar la generosidad.

Siempre da sentido, Señor,
ser compasivos,
misericordiosos,
solidarios
y comprometidos.

Siempre da sentido, Señor,
el respeto a la vida
y a todo lo creado.
Da sentido, oh Señor,
todo cuanto nos habías soñado. Amén.

14. DESTRUCCIÓN

«Ayudadme, Dios mío, porque sin Vos nada puedo»
San Juan Bautista de La Salle (EMO 9,225,6)

Padre,
creaste el mundo
como lugar fértil y habitable,
como Casa Común de todo y de todos,
pero nos empeñamos
en destruirlo y no respetarlo.

Lo destruimos cuando no miramos a los ojos,
cuando nos cerramos al diálogo.
Cuando, encerrado en uno mismo,
nos olvidamos del hermano.

Lo destruimos cuando el saludo negamos,
cuando ante el mal, callamos.
Cuando pudiendo no damos
y nos olvidamos del hermano.

Lo destruimos cuando, sin fe, rezamos.
Cuando, sin esperanza, caminamos.
Cuando, sin amor, ¿nos damos?
y nos olvidamos del hermano.

Lo destruimos cuando, con avaricia, lo aniquilamos
y abusamos, y lo quemamos y lo secamos.
Cuando de la tierra sólo nos aprovechamos.
Y nos olvidamos que todo es creación tuya
por eso todos somos hermanos.

¡Amemos la casa común!
¡Siempre!

15. DIOS

«Debéis tributar honor muy especial y consagraros por completo a la Santísima Trinidad, para contribuir, en la medida que podáis, a extender su gloria por toda la tierra»
San Juan Bautista de La Salle (MD 46,3,2)

Desde niño en tus brazos de Padre,
esperando certezas,
soñando en mañana,
buscando seguridades,
Padre, Padre…. ¡Padre!

Desde joven en tus luchas rebeldes,
Jesús de brazos activos,
esperando respuestas,
soñando en cambios profundos,
buscando verdades,
Jesús, Jesús… ¡Jesús de Nazaret!

Desde adulto en tu ímpetu sereno,
Espíritu que todo lo puedes,
esperando transformes mi vida,
soñando en un merecido descanso,
buscando que otros me sigan,
Espíritu, Espíritu… ¡Santo!

Dios, tres en uno.
Dios en todo presente.
Dios que todo transforma.
Dios que calma mis males.
Dios que me llena.
Dios que me empuja.

Dios Padre,
Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo.
Dios de mis padres, de mis hermanos,
Dios de mi vida.

Simplemente, Dios.
Dios Trinidad a quien me consagro cada día. Por siempre, amén.

16. ESPÍRITU SANTO

«Nada dispone mejor a recibir el Espíritu Santo que la oración»
San Juan Bautista de La Salle (MD 42,3,1)

Espíritu Santo,
don de la Trinidad al mundo,
que nos impulsa hacia la eternidad.
Espíritu de Dios,
don para la humanidad:

Gracias, Espíritu Santo,
por llenarnos interiormente.
Gracias por permitirnos experimentar tu amor,
que nos abre a superar todo miedo para amar,
y poder ser, así, testigos del amor de Cristo Jesús.

Gracias, Espíritu de Dios,
por reunirnos en comunidad.
Gracias por aconsejarnos
Y poder generar sentido de pertenencia
y crear, siempre comunión.

Gracias, Espíritu Santo,
por ayudarnos a entender mejor.
Gracias por mantenernos despiertos,
y permitirnos descubrir
la voluntad de Dios en nuestra vida, hasta el “adoro en todo”.

Gracias, Espíritu de Dios,
por fortalecer nuestras personas.
Gracias por ayudarnos a superar nuestras dificultades,
y, así, poder luchar por la verdad, la justicia y el amor
todo el tiempo de vida que nos regales.

Gracias, Espíritu Santo,
por tu fuerza creadora.
Gracias por iluminar, siempre, nuestro camino,
por alentar nuestro compromiso hacia los demás,
especialmente, hacia los más vulnerables.
Amén.

17. ESTRELLA de la MAÑANA

«Nunca hubo en María acción alguna que no fuera digna de Dios»
San Juan Bautista de La Salle
(MF 82,2,1)

María, Estrella de la mañana,
luz que ilumina el monte de Dios,
faro en nuestro caminar hacia Él.

María, pureza de vida,
corazón repleto de dulzura,
guía de todo cuerpo entregado a Él.

María, Estrella de la mañana,
compañía para todo caminante errante,
fuente de consuelo e inspiración.

María, mujer de incondicional entrega,
de perfecta fe, esperanza y caridad.
Madre de Dios, madre de toda la humanidad.

María, Estrella de la mañana,
movida por el amor,
sostienes, siempre, nuestro caminar hacia nuestra salvación.

María, sostén de la búsqueda humana,
sabia en la escucha y en el consejo,
elevaste a lo más alto a la misma mujer.

María, Estrella de la mañana,
voz, rostro y corazón de dolor encarnado,
maestra de liberación.

Ayúdanos, María:
a recobrar la confianza,
a mirar el futuro con esperanza,
a impulsar nuestro camino con serenidad,
a luchar por el pleno reconocimiento de la mujer,
hasta que lleguemos al fin último de toda la humanidad :
«el amor que mueve el sol y las demás estrellas» Amén.

18. EXPERIENCIA en la TORTUGA (Haití)

«Dios os exige que no viváis ni os guiéis más que por su divino Espíritu»
San Juan Bautista de La Salle (MF 79,1,2)

Más lejos, he querido ir más lejos…
tal como invita Kadafis
y canta mi preferido.

No en busca de aventuras
sino de mi Ítaca de vida.
No huyendo de nadie
sino buscándome a mí mismo.

¿Y por qué?
Porque tú me invitaste, Señor.
Me dijiste sube a mi barca,
no te detengas ni te detengan,
olvídate del timón
y déjate llevar por el viento,
mi viento.

Volé, recorrí caminos jamás vistos
pero fiado de Ti, guiado por Ti.
Atravesé, en humilde barquichuela,
este trozo de mar que separan
nuestras islas.

Y llegué,
y miré,
y sentí… que Tú estabas aquí.
¡Siempre aquí!

Estabas en esta montaña rocosa.
Estabas en la exuberante vegetación.
Estabas en la gente, en su mirada, en su sonrisa…
en su lucha por sobrevivir.
Ahí estabas, Señor.

Y llegué,
y viví,
y me entregué a Ti en ellos.
¡Siempre a Ti!

En tus brazos me lancé,
me llevaste, me levantaste…
Tocaste las cuerdas de mi corazón.
Me exigiste, me atormentaste…
me permitiste estar contigo, Señor.

Y llegué,
y descubrí,
y palpité… marcando tú el ritmo, Señor.
¡Siempre tú!

Estabas junto a mí en todo momento,
me llevabas de sol a sol,
de un sitio a otro,
de compromiso en compromiso,
sin darme respiro, sin reponer aliento.

y aprendí,
y serví,
y lloré… porque me has hecho hombre nuevo, Señor.
¡Siempre, nuevo!

En tus brazos arropado,
me desgarraste, me confundiste.
Tocaste el fondo de mi alma dormida.
Me convertiste, me llenaste…
me hiciste nuevo, Señor.

y canté,
y oré,
y soñé,
y grité de alegría… de la que llena el alma.
¡Siempre la llena!

Aquí en Tortuga,
mi Ítaca,
me enseñaste de nuevo
tú camino, mi camino.

Gracias Señor,
por este viaje.
Más lejos, todavía más lejos…
dónde Tú quieras, Señor.
Marca Tú el destino,
puerto donde amarrar,
sopla aire fresco
y, de nuevo,
me echaré a la mar.

Gracias Tortuga,
gracias Ítaca,
gracias compañeros de travesía,
gracias, hermanos,
gracias, Señor.
¡Por siempre, gracias Señor!

19. FAMILIAS CARISMÁTICAS

«No se es dichoso en este mundo sino cuando se hacen las cosas con la mira en Dios»
San Juan Bautista de La Salle (C 88,1)

Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Trinidad Santa.
Un solo Dios,
al que damos gracias y glorificamos
como Familias Carismáticas.

Dios nos ha regalado el don de la fe,
un don para contemplar,
un don para vivir,
un don para compartir,
un don para impulsar.

Llamados a formar parte de una misma familia:
la Familia de Dios.
Hermanas y hermanos en un mismo pueblo:
el Pueblo de Dios, la Iglesia.

Una Iglesia, Comunidad de comunidades,
a la que el Espíritu le ha regalado
el gran don de los carismas,
el gran don de la llamada, de la vocación
para el servicio a los demás.

En la diversidad de cada carisma,
en la especificidad de cada una de nuestras Familias,
reconocemos la huella profunda del Espíritu
que nos invita a caminar juntos
hasta la perfecta comunión.

Una comunión
desde cada identidad,
desde cada espiritualidad,
desde cada misión.

Una gran Familia Carismática que construimos siempre
desde el encuentro,
la escucha,
el diálogo,
el mutuo conocimiento,
la realización de proyectos en común,
con la mirada puesta en Dios
y en sus preferidos :
los más pequeños y vulnerables, en salida.

Señor, Dios nuestro,
gracias por iluminar nuestros procesos de comunión,
gracias por invitarnos a crear nuevos espacios de encuentro,
gracias por permitirnos recorrer juntos
caminos de esperanza,
gracias por abrir nuestros corazones,
sin protagonismos, sin comparaciones,
sólo con el afán de contribuir
a la transformación de nuestra casa común.
Amén.

20. FAMILIA LASALIANA. Oración para construir Familia Lasaliana

«Consideraré siempre la obra de mi salvacioń y del establecimiento y guía de nuestra Comunidad como la obra de Dios: por eso le dejaré a Él, el cuidado de la misma»
San Juan Bautista de La Salle (Reglas Personales 3,0,8)

Una Familia siempre en marcha.
Que busca, discierne y acoge.
Que mira, analiza y sueña.
Que no se deja llevar por el desaliento.

Una Familia con los ojos puestos en Dios.
Que deja que Él viva en el corazón de quienes la forman.
Que no olvida y hace memoria y es memoria
del don del Espíritu al mundo: su propio carisma.

Una Familia consciente de sus desafíos.
Que no le asustan los riesgos, ni los retos.
Que lucha por la justicia y la dignidad
como sueño de esperanza.

Una Familia como parábola de comunidad.
Que se siente parte de nuestro mundo herido.
Que engendra vida, nueva vida
porque se sabe en manos del Dios Creador.

Una Familia con palabras y gestos.
Que le importe la humanidad dolida.
Que comparta lo que tiene
y lucha para conseguir lo que le falta.

Una Familia que responde a sus múltiples llamadas.
Que la forman muchas vidas entregadas.
Que ofrece e invita y no se cansa
de proponer “Venid y ved”, experimentad, amad.

Que no busca ser competencia de nadie.
Sólo camina, abre su corazón y comparte siempre.
Una Familia Lasaliana. Amén.


21. FRATELLI

«Sólo los pobres vienen a buscarnos, y no tienen nada que ofrecernos más que sus corazones, dispuestos a recibir nuestras instrucciones»
San Juan Bautista de La Salle (MF 86,2,)

Dios de la vida
Creador de todas las cosas:
Bendice a nuestra gente
y a nuestro Proyecto Fratelli,
obra de tus manos.
Somos maristas y lasalianos de corazón,
sin límites,
siempre en camino,
Siempre en comunidad, en fraternidad.

Creemos:
Que grandes cosas son posibles si caminamos juntos.
Que podemos responder a su llamada si respondemos juntos.
Que podemos mirar con ojos de fe si miramos juntos.

Ayúdanos:
Crecer interiormente en nuestra espiritualidad de fraternidad.
Vivir nuestra fe en comunidad de forma coherente y con espíritu de servicio.
Comprometerse con pasión en nuestra misión educativa.
Para ayudar a construir un mundo más justo, más humano y más habitable.

Gracias:
Por nuestra vocación de Hermanos,
que pone a los más necesitados en el centro.
Para permitirnos discernir juntos
las respuestas que debemos dar a las muchas voces de nuestro mundo,
especialmente en los “espacios Fratelli”,
para permitirnos construir
fraternidad Fratelli en diálogo
poniendo nuestros talentos al servicio de los demás.

Por mediación de María nuestra buena Madre, San José,
y la intercesión de San Marcelino Champagnat
y San Juan Bautista de La Salle. Amén

22. GLORIA A DIOS

«Debeís tributar honor muy especial y consagraros por completo a la Santísima Trinidad, para contribuir, en la medida que podáis, a extender su gloria por toda la tierra»
San Juan Bautista de La Salle (MD 46,3,2)

Canten los cielos y la tierra.
Cantemos todos nosotros,
la gloria del Señor.
Que nuestro canto,
sea deseo de paz para nuestra Casa Común.

Alabemos.
Adoremos.
Bendigamos.
Glorifiquemos
y demos gracias al Señor Dios, Padre Omnipotente,
por todo cuanto hace por la humanidad.

Cantemos al Señor Jesús,
Señor rico en misericordia,
que acoge todas nuestras debilidades, incoherencias e imperfecciones
perdonándonos siempre.

Glorifiquemos al Santo entre los santos.
Al altísimo Jesucristo
Que, junto al Espíritu Santo, nos da fuerza y sostiene
en la gloria de Dios Padre. Amén.

23. GRACIAS, HERMANOS MAYORES

«Quien no conoce con certeza la duración de su vida, no debe descuidarse en adoptar los medios necesarios para asegurar la salvación»
San Juan Bautista de La Salle (MD 1,1,2)

A ti, Hermano, con quien la vida nos ha entrecruzado,
a ti que sigues rastreando en tu interior
la eterna juventud.
¡Gracias! ¡Gracias Hermano !

Tú que estás aprendido a envejecer,
y sigues buscando, como el primer día,
el sentido de tu vida.
¡Gracias ! ¡Gracias, Hermano!

A ti que, siempre, caminas con serenidad y paz,
que aceptas con gratitud y gozo
el paso de los años en tu vida.
¡Gracias! ¡Gracias, Hermano!

Tú que, sin complejos ni añoranzas,
vas acumulando años
con experiencia y sabiduría.
¡Gracias! ¡Gracias, Hermano!

Gracias, Hermano, por envejecer con esplendor,
buscando siempre autenticidad,
y realismo, sin dejar de soñar.
¡Gracias!

Gracias, Hermano, por tanta suela desgastada
en el surco del patio de la escuela,
presencia educadora y fraterna.
¡Gracias !

Gracias, Hermanos, por tanta voz derramada
en el aula y fuera de ella,
voz que acompaña, aconseja y anima.
¡Gracias !

Gracias, Hermano, por desgastar tus dedos
con la tiza, el lápiz o el bolígrafo
explicando o corrigiendo, como padre y maestro.
¡Gracias!

Gracias, Hermano, por tantas horas de escucha,
Alumnos, padres, antiguos alumnos…
¡y a Hermanos!
¡Gracias!

Gracias, Hermano, por tu entrega, tu servicio sin medida,
tu lealtad y fidelidad al carisma lasaliano,
eres un don para el bien los demás.
¡Gracias !

Gracias, Hermano, por tejer entre nosotros
relaciones armoniosas,
sabiendo ceder, el paso a los jóvenes.
¡Gracias!

Gracias, Hermano, por tu abandono en las manos de Dios,
por tu particular «adoro en todo»,
consciente que el amor nunca envejece.
¡Gracias !

A ti Hermano que, siempre, has desterrado la queja y la lamentación,
y habitas ya en la tierra profunda de tu corazón,
purificado y convertido en testimonio vivo.

A ti Hermano, que ves disminuidas tu fuerza y energía,
y ves reducida tu actividad.
Ahora que todo lo realizas a paso lento:
ora por nosotros, tus Hermanos.

A ti, Hermano,
que has navegado en la bravura de los mares
y en mar en calma,
ahora que estás llegando a buen puerto: ¡Gracias!
Gracias y no olvides:
«Los jóvenes están llamados a abrir nuevas puertas,
los ancianos tienen las llaves».
En ti, Hermano, habita Cristo Resucitado. Amén.

24. GRACIAS por nuestra Vocación Lasaliana

«Se hace un acto de agradecimiento, dando gracias a Dios por las que de Él hemos recibido, y en especial por la que nos concede de mantenernos en su santa presencia, y de conversar con Él en la oración»
San Juan Bautista de La Salle (CT 7,1,2)

GRACIAS:
A Dios que nos da la vida y, con ella, la totalidad de los bienes :
nuestro cuerpo y espíritu, la familia, los amigos, la cultura, los valores y el sentido de la belleza, la fe, el amor y la esperanza, la comunidad y la Familia Lasaliana.
Gracias por nuestra Vocación Lasaliana.

A ti, Hermano, a ti Asociado, porque das lo mejor de ti mismo: ¡Tú propia vida!.
Por tus palabras y silencios, por tus gestos fraternos y tu disponibilidad.
por tantos momentos compartidos: oración, reuniones, trabajo, misión, descanso, paseo… por tu generosidad.

A ti, Hermano, a ti Asociado, por creer y confiar en los demás Lasalianos,
por ayudarles a crecer, por darles ánimo y apoyo, por estar a su lado
por comprenderles y escucharles.

A ti, Hermano, a ti Asociado, por intentar educar a tantos alumnos y alumnas.
Por no ver en ellos sólo lo negativo y empeñarte en descubrir y potenciar su persona,
lo bueno que hay en ellos.
Por superar los desfallecimientos que el camino educativo trae consigo.

A ti Hermano, a ti Asociado, por ser testigo delante de los jóvenes lasalianos y compartir con ellos procesos pastorales y educativos, por ayudarles a ver la realidad con ojos de fe y esperanza.

A ti, Hermano, a ti Asociado por estar al lado de los padres, de los Antiguos Alumnos y de tantos otros colaboradores en actividades educativas: deportivas, tiempo libre, cofradías… y apoyarles fraternalmente contribuyendo, así, a la dinamización de la Comunidad Educativa.

Sigamos compartiendo juntos y por asociación, espiritualidad, vida y misión.
Y que Jesús viva en nuestros corazones ¡Por siempre !
A todos, gracias ¡DE TODO CORAZÓN!

25. HERMANOS

«Que todo se haga entre vosotros con urbanidad y decoro, como corresponde a Hermanos que deben amarse mutuamente y soportarse las faltas unos a otros… Pídale a Diosmucho esa paz y unión»
San Juan Bautista de La Salle (C 67,3 y 5)

Señor Jesús,
que no lo olvidemos: ¡todos somos hermanos!
Ayúdanos a aprender a estrechar nuestras manos.
Que juntos nos eduquemos a ser más humanos.

Tú mesa grande siempre está dispuesta
para ser en ella compartida,
la fraternidad que nos invita tu Palabra de Vida.

Aprendamos a salir de nosotros mismos,
a descentrarnos y centrarnos en Ti,
y ponernos en el lugar del hermano.

Tú nos das el ejemplo,
que tanto nos cuesta ver,
de poner al otro primero y pensar en uno después.

Aprendamos a ser generosos,
y a entregarnos a los demás,
sentirnos unidos todos, sentir que Tú en medio estás.

Tú nos llamas a todos,
a construir comunidad,
Lasalianos de corazón abierto
dispuestos siempre a caminar.
Amén.

26. ITINERARIO de VIDA

«Me parece que lo que debo pedir a Dios en la oración, es que me dé a conocer lo que Él desea que yo haga, y me ponga en la disposición en la que Él me quiere»
San Juan Bautista de La Salle (C 5,2)

Caminar, caminar sin descanso.
Abierto a las sorpresas de Dios,
unido a Él en todo mi itinerario de vida.
Abierto a su susurro,
fiel a su voluntad.

Caminar, caminar siempre con Jesús.
Jesús en mi mente.
Jesús en mi mirada.
Jesús en mi escucha.
Jesús en mi palabra.
Jesús en mi abrazo.
Jesús en mi corazón.

Caminar, caminar siempre con calma.
Señor, eres mi paz.
Señor, eres mi libertad.
Señor, eres mi seguridad.
Señor, eres mi consuelo.
Señor, eres mi salvador.
Señor, eres mi guía.

Caminar, caminar siempre con pasión.
Jesús, dame un corazón que palpite.
Jesús, otórgame un cuerpo ágil para el camino.
Jesús, regálame el don le entrega.
Jesús, dame visión para servir.
Jesús, otórgame la fuerza para el trabajo.
Jesús, regálame el don de la valentía.

Caminar, caminar siempre con gratitud.
Señor, gracias por mirarme.
Señor, gracias por animarme.
Señor, gracias por empujarme.
Señor, gracias por acogerme.
Señor, gracias por liberarme. Amén.

27. JUNTOS y por ASOCIACIÓN

«… para tener juntos y por asociación…»
San Juan Bautista de La Salle (FV 2,0,3)

Siempre «juntos y por asociación» :
Llamados por Dios a caminar juntos.
Llamados por Dios a construir juntos.
Llamados por Dios a crecer juntos.
Llamados por Dios a servir juntos.
Llamados a vivir en unidad.

Juntos viviendo en comunidad:
Quienes en ellas vivimos, nos animamos mutuamente.
Nos anima y estimula el buen ejemplo de los demás.
Nos asociamos para practicar el amor y hacer el bien.

Juntos y por asociación:
Juntos escuchamos, dialogamos, discernimos.
Juntos miramos la realidad de nuestro entorno.
Juntos analizamos a los retos de cada día.
Juntos buscamos la voluntad de Dios.

Juntos en comunidad:
Con fe y celo ardiente,
compartimos el ministerio educativo,
en favor de los más necesitados.
Un compromiso nos lleva a otro,
sin miedo, con audacia creativa,
abiertos a Dios y a los demás.

Juntos y por asociación :
Lasalianos de corazón,
sin fronteras,
que desean la mayor gloria de Dios,
servir a la Iglesia y a la sociedad,
desde la educación.
Amén.

28. LLAMADOS a la FELICIDAD

«Fuimos creados para servir a Dios, para amarlo y conocerlo.
Debemos siempre, en todo lugar vivir para este único Señor, que no hizo la tierra y los cielos más que para hacernos felices»
San Juan Bautisa de La Salle (Cánticos Espirituales 6,1)

Estamos llamados a testimoniar la Gloria de Dios,
a vivir la vida en plenitud,
hasta gozar de la bienaventuranza eterna en Dios.

Estamos llamados a sondear nuestro corazón,
a leer en profundidad su mensaje,
hasta descubrir en él, un espacio de descanso y paz en Dios.

Estamos llamados a ser peregrinos,
que recorren su vida por caminos desconocidos,
hasta hallar el que nos permita retornar a Dios.

Estamos llamados a dignificar la vida humana,
con abrazos abiertos e inclusivos,
hasta alcanzar nuestro destino final, eterno.

Estamos llamados a contribuir en la construcción del Pueblo de Dios,
sin idolatrías ni arrogancias, sin olvidar el espíritu de las Bienaventuranzas,
hasta llegar a la plena adhesión a Cristo.

Estamos llamados a vivir en libertad, don de Dios,
a compartir el deseo humano de superar todo sometimiento,
con la esperanza de la definitiva liberación en Dios.

Estamos llamados a la profunda felicidad interior,
apoyando a otros caminantes que vivan en selva oscura,
hasta que, juntos, descubramos la fuente de la plena dicha.

Estamos llamados a descubrir al Dios que entra en nuestra historia,
a seguirle con los ojos de la fe,
a descubrirle como meta de todo camino, de toda llamada.

Que vivamos, siempre así, nuestra llamada. Amén

29. LLENOS DE TU ESPÍRITU

«Por su Espíritu Santo reina Dios en nosotros»
San Juan Bautista de La Salle (EMO 2,51)

Señor Jesús:
somos templos de tu Espíritu Santo.
Que vivamos y obremos
con Él, por, Él y en Él.

Renueva en nosotros tu Espíritu.
Renunciamos a todo lo que no provenga de Ti.
Sólo tú, Santo Espíritu,
Nos mueves, iluminas y empujas a obrar el bien.

Acoge nuestras flaquezas,
no mires nuestras incoherencias
pero sí nuestra voluntad,
de caminar en fidelidad a Ti.

Haciendo nuestras
las palabras de San Juan Bautista de La Salle,
te decimos:
“Desciende sobre mí,
Espíritu Santo,
y para instruirme en la fe
ilumina mi mente con viva luz;
y cuando, con tu claridad,
haya conocido la verdad,
dame tu amor
que me induzca a practicarla”. (CE 1,2,2)

¡Llénanos, por siempre, de tu Espíritu Santo
¡Llénanos, por siempre, de tu Espíritu de amor!
Amén.

30. LLUVIA

«Disponeos hoy a recibirlo plenamente, abandonándoos completamente a su dirección, y dejando que reine sobre todos vuestros movimientos interiores, de forma tan absoluta, de su parte, y tan dependiente, de la vuestra, que podáis efectivamente decir que ya no sois vosotros los que vivís, sino que es Jesucristo quien vive en vosotros»
San Juan Bautista de La Salle (MD 22,2,2)

Benditas las gotas que caen de tus ojos
para bendecirnos, Señor.
Benditas las nubes, parte de tu creación,
mediadoras de frescura y compasión.

Tu tierra, nuestra tierra, Casa común,
agrietada, a veces, y estéril,
te da gracias por tu bondad,
no la abandones, vivifícala.

Tus hijos, Señor, nosotros…
Especialmente los más vulnerables,
resecos de tanto esperar,
levantan tus ojos a Ti, sedientos.

Llueve. Llueve sin cesar.
Llueve abundante y bien.
Se multiplican las gotas,
se esparcen de arriba hacia el mar.

Llueve. Llueve sin parar.
Alegres los árboles,
alegres lo manantiales,
alegre todo ser viviente.

Gracias, Señor.
De nuevo la esperanza anida
en nuestro corazón.

Llueve. Llueve sin parar.
De TI, déjame empapar.
Hoy y durante toda mi vida ¡Siempre! Amén.

31. MARÍA, Mujer y Madre

«Pedidle a María, a menudo, que ilumine vuestro espíritu y lo haga dócil a la verdad»
San Juan Bautista de La Salle (MF 164,1,2)

Mujer.
Fuerte y valiente como la que más.
Fiada y confiada.
Fe y sencillez.
De mirada limpia.

De Dios.
Con un corazón repleto de silencios,
de experiencias guardadas,
de sentimientos acumulados,
de amor.

Del Pueblo.
Como una más.
Sin alardes ni ostentaciones.
Trabajadora.
De hogar activo.

Madre.
Callada, esperanzada, vigilante, paciente.
Consciente de su misión.
Libre y liberadora.
Sufriente como toda madre.

Casa del Hijo.
Y, por eso,
Madre de todos.
También de ti, también de mí.
Mediadora de la humanidad entera.

María, mira a tus hijos.
Míranos con tus maternos ojos,
sondea nuestros sentimientos,
ayúdanos a caminar siempre con alegría
y danos la fuerza para vivir comprometidos.

María, Madre de los más vulnerables.
Mira a los predilectos de tu Hijo,
dales tu protección,
no dejes que la garra aniquiladora de la injusticia,
pueda con ellos y dales tu bendición.

No tengas en cuenta nuestros olvidos,
mira lo bueno que anida en nuestro corazón.
No mires nuestras infidelidades,
y apóyanos en nuestra contradicción.

Gracias María, mujer y madre,
por estar ahí, también hoy.
Amén.

32. ME ABANDONO A TI

«… abandónese en las manos de Dios… y ruéguele que le sostenga, persuadido de que no podrá usted triunfar por sus solas fuerzas … »
San Juan Bautista de La Salle (C 101,5)

En Ti me inspiro.
Por Ti me muevo.
A Ti me abandono.
¡Siempre!

Infunde en mí, Espíritu Santo,
el germen del Reino:
creciendo en mí,
puedo contribuir en su extensión por nuestro mundo.

Haz de mí, Señor nuestro,
un campo dispuesto a ser labrado:
mis surcos serán,
si Tú quieres, espacio para nuevas semillas.

Obra en mí, Dios Padre,
el milagro de tu amor:
para descubrir el misterio
que me permita darme por entero.

Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Me abandono en tus manos ¡Oh, Dios mío!
Sostenme en mis incoherencias ¡Oh, Dios míos!
Ilumíname y dame la fuerza
para seguir entregándome a Ti ¡Dios de mi vida!

Me abandono a TI.
¡Siempre!

33. NAVIDAD, siempre NAVIDAD

«Pues sólo los atraeréis hacia Dios en la medida en que seáis semejantes a ellos y a Jesús recién nacido»
San Juan Bautista de La Salle (MD 86,3,2)

En cada inicio gritamos ¡Viva!
Pronunciando su nombre ¡Jesús!
Colocándolo en nuestro centro ¡En nuestros corazones!
y, solemnemente, proclamando ¡Por siempre!

Cada día, cada instante de nuestra vida ¿es Navidad?
¿Vive Jesús SIEMPRE en nuestros corazones?
¿Sí? Entonces ¡es NAVIDAD!
¿No? Entonces… Ha de nacer de nuevo.

Desde la fe, sabemos que se hizo…
que se hace… uno de nosotros.
Se encarna.

Desde la esperanza, reconocemos que lo hizo…
que lo hace… en la pequeñez… en un niño.
Ensalza a los humildes de corazón.

Desde la caridad, verificamos que eligió…
que elige… La sencillez de un pesebre…
Dignifica la pobreza.

A los Lasalianos de corazón:
¿Qué nos pides, Señor?
“Que te reconozcamos debajo de los harapos…”.
“Que te adoremos en los más vulnerables…”.
“Que te preparemos, nuestra morada, nuestro corazón… ¡Dignamente!”.
“Que te permitamos encontrar posada en casa y comunidad”.

Señor,
que, como los magos, tengamos sabiduría para buscarte.
que, como los pastores, tengamos fe para descubrirte.
que, como los ángeles, tengamos necesidad de alabarte, glorificarte.

Que nos guíe tu estrella. La Vida.
Que nos ilumine en la oscuridad. La Verdad.
Que nos indique el destino. El Camino.

Camino, verdad y vida.
¡Eres Tú, Señor!
Para esto naces y renaces,
entonces, ahora y siempre.
Por eso, cada día puede ser Navidad.

Navidad, misterio… pero de amor.
Navidad, acto de fe.
Navidad esperanza para toda la humanidad.

Ayúdanos, Señor,
a descubrirte dentro de nosotros,
a reconocerte en los hermanos,
Bajo los harapos…
a alabarte en lo creado…
¡Pero SIEMPRE!
Hoy, también en Navidad.

34. ORAR con la MIRADA

«… a no mirar nada sino con los ojos de la fe»
San Juan Bautista de La Salle (CT 11,1,2)

Ante ti, Señor,
postrado en el silencio de tu casa.
Te miro, me miras,
nos miramos con atención.
Oro con la mirada.

Miro con los ojos cerrados.
Miro con los ojos de mi interior.
Miro con los ojos de la fe.
Miro y te decubro en mi corazón.

Tu mirada, Señor,
Unifica mis deseos en un solo :
seguirte, Señor.

Ante ti, Señor,
reconozco tu primacía en mi vida.
Nos miramos,
sin palabras.
Oro desde el fondo de mi alma.

Oro y miro.
Gracias, Señor, por ayudarme
a perdonar y a sentirme perdonado,
a afectarme por los afligidos,
a descubrirte en mis hermanos,
a soportar mis olvidos,
a poderte contemplar con profunda atención
desde mi corazón.
¡Por siempre !

35. PALABRA

«Meditad con frecuencia las palabras de la Sagrada Escritura para alentaros a practicar el bien y a conduciros según el espíritu de vuestro estado»
San Juan Bautista de La Salle (MF 192,2,2)

Palabra de Vida.
Palabra encarnada.
Palabra que, siempre, guía mis pasos al caminar.

Palabra anunciada.
Palabra proclamada.
Palabra que, siempre, se hace plegaria y canción.

Palabra escuchada.
Palabra que quema.
Palabra que, siempre, empuja a un compromiso mayor.

Palabra que asusta.
Palabra que alienta.
Palabra que, siempre, anida en mi corazón.

Palabra que es fuerza.
Palabra que es sueño.
Palabra que, siempre, invita a un mundo mejor.

Palabra, Palabra, Palabra…
Palabra de amor.
Palabra de Dios.

Mi guía, mi norte, mi luz.
¡Poe siempre! Amén.

36. PAZ

«… solo a través de esta unión alcanzaréis la paz que debe constituir toda la dicha de vuestra vida»
San Juan Bautista de La Salle
(MD 39,3,2)

Paz
Armonía
Paz y armonía para los demás.
Con pandemia y sin pandemia
Armonía
Paz.

Paz
Armonía
Paz y armonía ante toda adversidad.
Con violencia o sin ella
Armonía
Paz.

Paz
Armonía
Paz y armonía ante toda desigualdad
Con guerras y sin ellas
Armonía
Paz.

Paz ¡Siempre!
Armonía ¡Siempre!
Paz y armonía ¡Siempre!
Para toda la humanidad
Y lo creado y por cuanto falte por crear.
Amén

37. POLÍTICOS

«Procurad que vuestras principales virtudes sean la firmeza y fidelidad en la práctica del bien»
San Juan Bautista de La Salle (CT 14,12,2)

Acuérdate de ellos, Señor.
Algunos tienen razón,
ni todos son iguales
ni cantan la misma canción.

Hay formas y fondos,
hay opciones e intenciones,
hay maneras de hacer política,
hay buena o mala elección.

Acuérdate de ellos, Señor.
Pero de todos,
a unos para hacerles morder el polvo
y convertirse de corazón.
A otros, para animarles en su compromiso
y no decaigan ante el error.

Porque errar es de sabios,
errar es propio de nuestra condición.
El problema no es errar,
Sino no saber rectificar rumbo, orientación…
Ayúdales, Señor.

Bienaventurados, hermanos políticos,
que habéis hecho de vuestra vida una opción
por favorecer al pobre,
por dignificar al humano,
por proteger a los animales
y cuidar la integridad de la creación, Casa Común de todos.

Bienaventurados, hermanos políticos,
sin odio a la religión,
ella no es vuestro enemigo,
junto complementamos la misión.
Comprometámonos juntos
a construir un futuro mejor.

Bienaventurados, hermanos políticos,
cuyas banderas no son de color,
sino de justicia, de paz y de amor.
Bienaventurados si sumáis,
si buscáis, como nosotros, progreso y comunión.

Pues el mundo os necesita,
aunque no reconozca vuestra labor.
Vosotros le dais vida, os dais,
y eso no tiene precio,
Gracias, por ellos, Señor.

Abrid las puertas de vuestras casas,
descansad y seguid en torno a la mesa,
dialogad, con fatiga o sin ella,
pero no os cerréis a lo que os dicta
vuestra razón y vuestra conciencia.
Consignas, las tiene que haber.
Programas e ideas también.
Por encima de todo,
juicio y palabra,
cordura y perdón,
respeto y educación.
Nadie tiene toda la razón.

Señor, infunde tu luz
dales tu amor,
también a los ateos, agnósticos…
ellos ciegos no son.
Que entre todos llevemos a buen puerto
nuestra sociedad a quien servimos de corazón.

Gracias por nuestros políticos.
Acuérdate de ellos siempre, Señor.
Amén

38. ¡POR SIEMPRE!

«¡Por siempre! Esta es la señal de la comunidad»
San Juan Bautista de La Salle (RC 27,1)

¡Cuántas veces al día lo pronuncian mis labios!
¿Cuántas veces lo vivo en mi corazón?
¡Por siempre, Señor!

Por siempre, acepto seguirte.
Por siempre, deseo descubrirte.
Por siempre, afronto las dificultades.
Por siempre, dejo que tu luz me penetre.
Por siempre, confronto mi caminar en Ti.

¡Cuántas veces al día lo pronuncian mis labios!
¿Cuántas veces pasa de la palabra a la vida?
¡Por siempre, Señor!

Por siempre, supero los retos con ilusión.
Por siempre, comparto mi vida.
Por siempre, sirvo a mis hermanos y hermanas.
Por siempre, me siento corresponsable en nuestra misión.
Por siempre, me uno al grito del vulnerable.

¡Cuántas veces al día lo pruncian mis labios!
¿Cuántas veces lo digo y olvido?
¡Por siempre, Señor!

Que siempre descubra tu voluntad, Señor.
Que siempre escuche tu sabiduría.
Que siemrpe evangelice desde la educación.
Que siempre testimonie mi fe en Ti.
Que siempre, siempre, Tú vivas en mí.

Viva Jesús en nuestro corazones.
¡Por siempre!
Amén.

39. PRESENCIA

«Entre con frecuencia dentro de sí para renovar y fortalecer el recuerdo de la presencia de Dios; cuanto más procure conservarla, mayor facilidad hallará para obrar bien y cumplir dignamente sus deberes»
San Juan Bautista de La Salle (C 1,5)

Presencia tímida y de fugaz destello.
Presencia que anida en mi adentro
y anhela y busca y, no siempre, me encuentra.

Presencia tan fuerte, tan explosiva
que muchas veces no puedo contenerla.
Presencia incluso en mi ausencia.

Presencia que me rodea.
Presencia que me mira.
Presencia que me escucha.
Presencia que me acaricia.
Presencia que me agarra.
Presencia que me llama.
Presencia que me acoge.

Presencia,
siempre disponible, siempre a la espera.
Presencia de Dios que mi alma llena
y mi cuerpo y mi vida entera.
Presencia de quien me ha llamado,
a seguirle en la vida.
Presencia.

40. REGLAS QUE ME IMPONGO

«Debéis observar todas vuestras reglas con exactitud, no sólo para utilizar los medios de salvación que Dios os ha dado, sino también para edificar a vuestros Hermanos»
San Juan Bautista de La Salle (MD 69,2,2)

Tantos deseos de salir de casa,
de estar siempre a pleno pulmón,
por necesidad real o fingida,
buscando siempre justificación,
llevo a mi corazón el compromiso
de nuestro Fundador:
“Nunca saldré sin necesidad
Y sin examinar ante Dios si la necesidad es real o sólo imaginaria”

Tantas veces me olvido
que estoy consagrado a ti.
Que mi vida te pertenece a ti.
Sin embargo, fácilmente abandono el recuerdo
de mi consagración.
por eso, al igual que San Juan bautista de La Salle,
Te prometo, Señor:
“Buscaré todos los días el momento … renovar la consagración de mí mismo
a la Santísima Trinidad”.

Tantos deseos de evadirme de mis responsabilidades,
compararme que lo que “otros no hacen”,
por excusarme en mi trabajo
para no ir a tu encuentro.
Olvidándome demasiado fácilmente que:
“Es buena norma de conducta no hacer distinción entre los asuntos
Propios de mi estado y el negocio de la salvación”.

Pero, Señor, si ¡no para de hablar!
¡Si me aburro hasta a mí mismo!
¡Cuántas palabras huecas!
¡Cuán sabio el Fundador!“Cuidaré de no decir más que lo necesario”.

¿Y de la presencia de Dios?
¡Mejor no hablar!
Pueden pasar días y horas y…
Sin sentir necesidad de ti, Señor.
Por eso, ayúdame a:
“Unir mis acciones a las tuyas…
y trataré de tener miras e intenciones conforme a las tuyas!”.
Yo soy el “factótum” ¡Cuánta soberbia!
Sin mi… ¡nada funciona! ¡Pura chulería!
Imprescindible, egocéntrico, orgulloso
¡Ay, ay, ay Señor!
Debo hacer como el Fundador y al Señor decirle:
“a menudo estas palabras del profeta Habacuc:
Domine, opus tuum”.

Sí, muchas veces me he sentido “víctima del sistema”.
¡Sólo me ocurre a mí!
Presto a sentirme ofendido y tardo en perdonar.
Cuán sabio es aquello de
“Cuando alguien me cause algún disgusto y me moleste en algo,
procuraré no hablar en absoluto de ello;
y cuando me hablen de ello,
los excusaré y daré a entender que tenían razón”.

Pues sí, Señor.
También me gusta perder el tiempo.
Abandonarme al “dolce farniente”,
Con la excusa de que queda tiempo para…
Sin duda “deberé prestar mucha atención al tiempo que he perdido”

¿Y la capilla?
Pues de lo más olvidado de la casa.
¡Qué pena, Señor, que teniéndote entre nosotros
¡Te tengamos y te tenga tan abandonado!
“También es preciso que no pase un solo día, excepto si estoy de viaje, sin visitar al Santísimo Sacramento”.

En definitiva, ayúdame, Señor,
A “elevar mi corazón a Dios cada vez que comience alguna acción”
y a recitar “el Pater noster con la mayor devoción,
atención y fe que me sea posible” tal como nos ,lo mandas tú.

Dame luz para integrar todo esto
En mi proyecto personal de vida.
Amén.

41. ROTO POR DENTRO

«Ayudadme, Dios mío, porque sin Vos nada puedo»
San Juan Bautista de La Salle (EMO 9,225,6)

Contrariado, enfadado, roto por dentro.
A ti acudo hoy, Señor,
roto y deshecho.
Mi dolor me impide razonar,
escuchar, sentir, amar.
Me embarga la tristeza,
Me siento corrosivo.
¿En qué he fallado, Señor?
¿En qué te he fallado?

¿Habrán sido mis ataduras?
¿Será incapacidad para salir del fango?
¿Será mi orgullo o mi descaro?
¡No sé! ¡Y no descanso!
Roto por dentro.
Rompiéndome poco a poco.
Mi alma destrozada.
Decepcionado, sin energía, sin esperanza.
¡Mi cruz!

Ayúdame, Señor,
a que esta rotura me haga crecer.
A que vuelva amar la vida,
mi vida,
y la de los demás.
Ayúdame, Señor,
a que mi mal no me queme.
A que vuelva a sentirte,
en la brisa
o en el huracán de mi vida.
Ayúdame, Señor, a superar
esta noche oscura,
Ayúdame, Señor,
a retomar la senda de la esperanza.
Sé que es posible. ¡Ayúdame, siempre, Señor!

42. SIGNOS de FE

«La fe es el camino por el cual quiere Dios conducirla a Él, y en el que más ha de agradarle»
San Juan Bautista de La Salle (C 130,1)

Señor,
somos Signo de fe,
signo de servicio,
signo de comunidad.
Lasalianos para Ti y para los demás.

Llamados y consagrados
por Dios y para el mundo,
hermanos y hermanas
construyendo comunidad.
¡Señor, que siempre aportemos lo mejor de nosotros mismos!

Hijos e hijas de un mismo Dios
que nos regala la fe.
Una fe celebrada y compartida,
anunciada y testimoniada.
¡Señor, que siempre vivamos nuestra fe coherentemente!

Con la mirada puesta en Dios,
con sus ojos mirando al mundo,
sirviendo, por la educación,
a niños, jóvenes y adultos.
¡Señor, que siemrpe nos entreguemos generosamente a nuestra misión!

Signo de fe,
camino de espiritualidad,
asociados de corazón,
para levantar a los más necesitados
de fe, esperanza y amor.
¡Señor, que los más necesitados sean, siempre, los primeros!
Amén

43. SOMOS COMUNIDAD

«Dios os ha concedido la gracia de llamaros a vivir en comunidad, no hay nada que debaís pedirle con mayor insistencia que la unión de espíritu y de corazón con vuestros Hermanos»
San Juan Bautista de La Salle (MD 39,3,2)

Señor, juntos en comunidad, venimos a tu presencia:
en esta comunión que nos hace iguales a todos,
sin distinciones.

Señor, te suplicamos que vengas a nuestra presencia.
Que el «dónde dos o más están reunidos en mi nombre… »
se haga realidad hoy y siempre entre nosotros.

Señor, tú que no llamas a vivir en comunidad,
ayúdanos a no vivir encerrados en nosotros mismos.
Que valoremos las diferencias, siempre enriquecedoras,
como oportunidades para crecer mutuamente.

Señor, tú que, cada mañana, nos convocas
a celebrar la alegría de la Resurrección,
y nos envías a la misión,
y, por la tarde, nos convocas a la acción de gracias,
aumenta nuestro sentido de pertenencia
a nuestra comunidad.

Señor, te agradecemos este día
en el que nos has permitido,
una vez más,
a ser constructores de fraternidad.
Amén.

44. SOMOS del SEÑOR

«… queréis que sea totalmente vuestro»
San Juan Bautista de La Salle (EMO 5,153,4)

Tu reino, Señor Dios nuestro,
está dentro de nosotros.
Has querido hacer morada,
y, habitando en nosotros,
te conviertes en dueño de nuestro corazón.
Todo tuyo es, Señor.

Habitando en nosotros, Señor,
nos permites reconocerte,
también en los demás.
Habitando en nosotros, Señor,
nos permites sentirte y amarte.
Somos tuyos, Señor.,

Como dueño de nuestro corazón,
nos envías por tus caminos,
a vivir siempre en búsqueda,
a encontrarnos con nuestros hermanos,
a cuidar de nuestra casa común,
a proclamar de norte a sur
y de este a oeste,
tu amor, Señor.

Toma nuestro ser.
Que nos desprendamos de nuestras ataduras,
que nos liberemos de nuestras cortas visiones,
que superemos los miedos de sentirnos amados por Ti,
porque somos tuyos, Señor. ¡Siempre tuyos!

Amén.

45. TODO lo CREADO

«Creo, oh Dios mío, que a cualquier parte a donde vaya, allí os encontraré; y que no hay ningún lugar que no sea honrado con vuestra presencia»
San Juan Bautista de La Salle (EMO 4,128,2)

Todo lo creado
es obra de tus manos.
La inmensidad del mar,
el azul de tu cielo,
el verdor de los árboles.

Las montañas,
los valles,
las llanuras…
Todo creado por Ti
para nuestro disfrute
como Casa Común.

Las aves,
los peces,
todos los animales los creaste Tú
para nuestro gozo, alimento o compañía.

Nos creaste a nosotros,
nos hiciste a tu imagen,
nos diste la sabiduría,
la visión, el oído, el gusto, el olfato y el tacto.
Nos regalaste la dignidad de ser personas.

Reconozco tu mano en todo lo creado.
Te siento en cada suspirar.
Palpito al ritmo de tu presencia.
Nada de Ti me es ajeno,
salvo tu misterio.

Ayúdame a cuidar siempre de tu creación,
de nuestra Casa Común.
Dame la visión para poderla contemplar siempre
y el sano juicio para no contribuir a destruirla.
¡Nunca!

Enséñame cómo caminar
entre los hombres y mujeres
de nuestro mundo de hoy, tú mundo.
Como la madre a su hijo pequeño,
enséñame los pasos que me lleven
a acoger al otro como hermano.

Que nada del otro me sea extraño.
Que me identifique con su gozo
y con su sufrimiento.
Que cada uno de mis pasos,
sean para acrecentar
la justicia, La Paz, la solidaridad…
¡el amor!
Porque para ello nos has hecho
parte de tu creación. Amén.

46. Un CORAZÓN, un COMPROMISO, una VIDA (Tricentenario)

«Apresúrate, el tiempo urge, entrégate al Señor»
San Juan Bautista de La Salle (Cánticos Espirituales 2,2,1)

Dios Padre y Madre,
Tú nos amas con infinita misericordia.
Tú nos llamas a ser tus hijos e hijas.
Tú nos invitas a cuidar la Tierra, casa común de todos.

Danos un corazón grande.
Un corazón de carne que palpite.
Un corazón dispuesto siempre a amar.
Un corazón compasivo para quien sufre.
Un corazón en el que, siempre, tengan cabida
todos los Lasalianos del mundo entero.

Señor Jesús,
Tú nos amas y nos haces a todos hermanos.
Tú nos llamas a seguirte.
Tú nos invitas a anunciar la Buena Nueva.

Danos la valentía para vivir nuestro compromiso.
Enséñanos a ir más allá de nuestras fronteras.
Enséñanos a descubrirte en los más pequeños.
Enséñanos a mirar con los ojos de la fe.
Enséñanos a compartir nuestra misión
con todos los Lasalianos del mundo entero.

Espíritu Santo,
Tú nos amas y nos ofreces el don de la fraternidad.
Tú nos llamas a vivir con alegría.
Tú nos invitas a ser personas de interioridad creativa.

Danos la fuerza para una vida plena, con sentido.
Infúndenos tu gracia para vivir los valores del Evangelio.
Infúndenos tu gracia para sentirnos parte activa de la Iglesia.
Infúndenos tu gracia para crecer también por dentro.
Infúndenos tu gracia para ser testigos creíbles,
junto con toda la Familia Lasaliana, en medio de nuestro mundo.

Santísima Trinidad,
Dios comunión,
queremos ser fieles a nuestro carisma,
coherentes en nuestra vida de fe
y comprometidos en la misión educativa lasaliana.

Juntos y por asociación,
deseamos renovar nuestro compromiso Lasaliano,
y celebrar, en actitud de acción de gracias,
estos 300 años de vida.

Te lo pedimos por mediación de María,
que es Reina y Madre de las Escuelas Cristianas.
Y por intercesión de San Juan Bautista de La Salle,
Patrono Universal de los Educadores cristianos.
Amén.

47. VELAS

«No es suficiente navegar con seguridad; hay que llegar a puerto»
San Juan Bautista de La Salle (MF164,3,1)

En medio de las aguas profundas
sorteando olas y vientos
como un velero, velas desplegadas
y abiertas al cielo.

Esperando la gracia de tu aire,
el justo, ni mucho ni poco.
Esperando no ser devorado
por inútiles tempestades,
mi vida va, como un velero,
surcando los mares,
buscando.
¿A Ti?

Perdón,
porque yo me hice a la mar,
pero con velas y remos,
buscando seguridades
y buenos puertos donde amarrar.

Perdón,
porque yo me hice a la mar,
buscando aventuras
pero controlando los tiempos,
como si fuera yo
el único dueño.

Perdón,
porque yo me hice a la mar,
buscando mis sueños
pero soñando despierto,
como si fuera yo
distinto al resto.

¿Y ahora?
Ahora pretendo desplegar las velas al aire
y no puedo.
Pretendo navegar y soplo
pero mi soplo no es suficiente.
Pretendo salir, dejar el océano inmenso…
y me ahogo, Señor.
Te pido ayuda y perdón.

Infunde tú, aire puro y fresco al velamen.
Sopla, con fuerza, Señor,
pero al velamen de mi corazón.
Siempre al de mi corazón.
Que así sea.

48. ¡VIENEN LOS REYES!

«Descubren una estrella nueva y extraordinaria y, con sólo verla, parten de un país remoto, en busca de Aquel que ellos no conocían, y que ni siquiera era conocido en su propio país»
San Juan Bautista de La Salle (MF 96,1,1)

Hacia ti, Belén,
Se dirige la estrella.
Su intensa luz nos guía al Mesías.

El mundo entero,
como los Magos de Oriente,
pueden descubrir tu luz sobre Israel,
que se dirige hacia ti, Emmanuel.

Los tres, Gaspar, Melchor y Baltasar
la siguen, no la pierden, no se despistan…
siguen la ruta por ella trazada.

Posada sobre el humilde pesebre
descubren en él, al Niño Dios.
Junto a José y María
Y los animales que le dan calor.

Llegan los Reyes,
llegan después de un duro camino,
llegan deseos de conocer, adorar y regalar.

A ese Niño, que es Dios,
Le regalan oro como Rey
Incienso de suave olor
y mirra preludio de pasión y muerte.

Vienen los Reyes,
Te dan gloria
y te adoran,
y regresan por otra ruta para no traicionar.
Que el ejemplo de esto reyes anide siempre en mí. Amén

49. VENIMOS, VIVIMOS, VAMOS

«Es una práctica de gran utilidad vivir en la presencia de Dios»
San Juan Bautista de La Salle (C 11,8)

«Debemos siempre, y en todo lugar
vivir para este único Señor,
que no hizo la tierra y los cielos
más que para hacernos felices» ( CE 2,6,1)
De Ti venimos, Señor.
Tú, por amor, nos has das el don de la vida.
Hemos sido creados para servirte, amarte y conocerte.
Ayúdanos, Señor, a reconocerte como nuestro creador.
Ayúdanos, Señor, a vivir centrados en Ti.
Ayúdanos, Señor, a permitir que la felicidad llene nuestra vida.

«Mi corazón se abandona a mi Dios,
Como precio de los tesoros que me da;
Sólo le amo a Él, es mi supremo bien,
Es mío, y no pido más» ( CE 2,21,2)
En Ti vivimos, Señor.
Tú, por amor, te entregaste a toda la humanidad.
Hemos recibido todos los tesoros de tu gracia, sabiduría y bondad.
Ayúdanos, Señor, a abandonarnos a Ti.
Ayúdanos, Señor, a vivir en tu presencia.
Ayúdanos, Señor, a amarte a Ti, en los demás.

«No teniendo otro pensamiento que el de tu amor,
mientras llega la hora,
suspiro noche y día” (CE 2,24,2)
Hacia Ti vamos, Señor.
Tú nos preparas una morada a tu lado.
Hemos sido invitados a la felicidad eterna.
Ayúdanos, Señor, a prepararnos mientras llegue la hora.
Ayúdanos, Señor, a hacernos merecedores de tu Reino.
Ayúdanos, Señor, a ser, mientras tanto, testigos de tu amor.
Amén.

50. VUELVE a EMPEZAR

«Si dais a vuestro espíritu demasiada libertad y disipación, os será imposible dedicaros, como debéis, a la oración y demás ejercicios espirituales»
San Juan Bautista de La Salle (CT 15,4,1)

En esta tarde tranquila,
en tu humilde casa,
acudo Señor a verte
para estar contigo a solas.

Todo es silencio,
oscurece.
Sin luz, con tu luz,
y las lagartijas y los grillos.

Y yo,
delante de Ti.
Mis ojos cerrados.
Mis manos abiertas.
Atentos mis oídos
por si algo quieres de mí.

Vuela mi pensamiento,
lejos de aquí,
vuela y vuela alto,
sin miedo al vértigo,
No me centro.

¡Serénate!
Vuelve a empezar,
deja tus prisas,
tus nervios,
tus recuerdos,
tus nostalgias,
tus problemas…
Todo esto ya lo conozco de ti.
¡Vuelve a empezar!

Respiro hondo.
No te veo, Señor.
Y quiero ver
pero no puedo.

¡Serénate!
Vuelve a empezar.

Hoy simplemente,
oscura oscuridad.
Mañana volveré
y volveré a empezar.
Siempre a empezar.
Gracias, Señor.


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«Debemos siempre, y en todo lugar
vivir para este único Señor,
que no hizo la tierra y los cielos
más que para hacernos felices»

San Juan Bautista de La Salle