Suau, T. De Cafarnaúm a Jerusalén, San Pablo, Madrid, 2017, 175 pp.

El libro que presenta el autor invita a leerlo de seguido. Es una historia novelada de lo que ocurrió en tiempos de Jesús por parte de un celote que, al contacto con Jesús, éste le va haciendo descubrir que responder con la violencia a la violencia, que anidar el odio dentro de uno para descargarlo posteriormente en quien sea, no es un buen camino.

El autor ha querido acercar la figura de Jesús, con un lenguaje sencillo, a la realidad de los jóvenes, de aquellos que se han acercado a Jesús y lo conocen y de los que ven en Jesús una figura del pasado, ya caduca. Para los primeros, el libro puede ayudarles a recrear aquellos momentos de la predicación de Jesús que se hace diálogo con el celote de turno y que le conduce a un Jesús, en un primer momento, como motivo de desengaño y como dolor en el corazón, incapaz de curar ese resquemor que nace de dentro, pues los romanos han crucificado, entre otros, a su padre (de manera injusta).

Para los segundos, no muy conocedores de la figura de Jesús, quizá le extrañe el modo de proceder de Jesús, libre, sin apegos al templo o la ley y con una confianza radical en su Padre, que puede ayudarles a entender por qué una persona puede hacer lo que hace y sigue el camino señalado por el Padre. Un camino donde el amor es más fuerte que el odio o la lucha armada contra el invasor romano.

Jesús de Nazaret pasa de lado por esos deseos de poder o prestigio que, incluso sus discípulos, ven como una garantía de futuro para sus vidas. Pero se equivocan. Y cuando el celote (que se identifica en un primer momento como “amigo” de Judas, el Iscariote) se acerca a Jesús como espectador para ver “qué pasa con este hombre”, se descubre a sí mismo sorprendido porque va naciendo, en la cercanía y en la palabra sosegada que Jesús deja caer en el corazón de este luchador celote, un sendero vital que va cambiando poco a poco su forma de ver las cosas.

Para un observador crítico, es verdad que los discursos que el autor pone en boca de Jesús son, a veces, demasiados “de hoy”; es decir, con palabras de hoy, pero que podrían ser la traducción de dichos de Jesús o de sermones del Maestro acomodados a los futuros lectores del libro que, como el autor proclama, desea que sean los jóvenes los que se acerquen a la figura de Jesús a través de su escrito.

El propio autor pone en boca del celote (que, como vemos no tiene nombre y puede ser cualquier lector deseoso de acercarse a Jesús) estas palabras: “Habíamos empezado hablando de cosas muy objetivas y, he aquí que nos encontrábamos en plena intimidad” (pág. 141). Y eso significa que nuestro protagonista va llegando a Jesús a través de otros niveles que no son el mero conocimiento o la anécdota de las cosas que ocurren en días cercanos a la Pascua judía. Enfrentado a su propio destino y a los que le reclutaron (porque él quiso), se aventura en este camino diferente donde lucha contra sí mismo, contra el sistema, contra sus propias convicciones y va ganando en hondura de la vida, en cariño y en sabiduría por lo sencillo.

Por eso, al final del libro, el autor pone en boca del celote, esta pregunta: ¿Ha merecido la pena este viaje de conocer a Jesús, de recordarle en un poco de pan y en unas gotas de vino, alrededor de unos amigos, que se pueden llamar hermanos? El propio celote, convertido ahora en discípulo se hace a sí mismo la última confesión hecha pregunta con la que acaba el autor su libro: “Y caminar con Jesús, ¿no es ya haber triunfado?”

El que se aventure a leer este libro, con la sencillez del que no busca grandes teologías, pero sí una pizca de evangelio, seguro que le gusta sentirse protagonista, acompañando a nuestro celote luchador, protagonista del libro, para hacerse uno y otro, un poco más seguidor del Jesús del Evangelio. Pues no lo olvidemos: de lo que se trata no es de contar una historia novelada de Jesús, sino abrir el corazón para dejarle entrar a él y quererle. ¡Casi nada y casi todo!

Esa ha sido la pretensión del autor. Esperamos que los lectores coincidan con él y tengan la sensación de que lo ha logrado.