Portada del libro

Autor: Ángel Moreno, de Buenafuente.

Editorial: Narcea. Colección Espiritualidad. Madrid. 
111 páginas. 11ª Edición.
ISBN 978-84-277-1284-3

Breve comentario: Tienes que estar espiritualmente tocado para leer este libro; quiero decir para aprovechar su lectura. Con tocado me refiero a sentirte débil, herido, perdido, roto, agobiado… Se percibe que el autor tiene mucha experiencia y rodaje en acompañamiento, conoce los desasosiegos y crisis del caminar por la vida. No lo leas desde la racionalidad, te parecerá repetitivo. Ni lo leas para ver qué puedes aprender. No, el autor pretende que Dios te seduzca. El lenguaje esta más a tono con el empleado en el Cantar de los Cantares. Con palabras de hoy, Dios se dirige a ti, lector, para que vuelvas a confiar en Él. De esto trata siempre la aventura de la espiritualidad, ¿no? Libro para leer despacio, un capítulo al día como mucho (cada capítulo son dos o tres páginas), lo importante es lo que ocurre cuando los meditas.


Índice: 

  • Tú eres mi preferido.
  • Ábreme tu puerta.
  • Déjame tu confianza.
  • Déjame tu historia.
  • ¿Me dejas tu naturaleza?
  • Descarga en mí tu infancia.
  • Vente conmigo.
  • Acompañamiento.
  • Muéstrame tus heridas.
  • Déjame curar.
  • Déjame tu debilidad.
  • Dame tu pobreza.
  • Ábreme tu conciencia.
  • Cuéntame tu tentación.
  • El ángel consolador.
  • Entrégame tu pecado.
  • Déjate amar.
  • Recuerda mi Palabra.
  • Abandónate en mí.
  • Descansa en mí.
  • Vámonos a un lugar solitario.
  • Yo soy tu tierra.
  • Déjame tu esperanza.
  • Intercesión.
  • En tu nombre.
  • Tú eres mi preferido.
  • Contemplación.
  • Experiencia.
  • Testimonio.
  • Respuesta.
  • Alabanza.

Textos que resalto:

» Nunca podrás ser tú sólo la razón de sentirte totalmente colmado, aun en el caso del mayor perfeccionismo. Estás hecho para Otro. De la acogida que le prestes depende tu plenitud y la realización de tu ser esencial, de tu persona.» (Pág. 14)

«Tú mismo puedes colaborar en este desarrollo [tu plenitud] si me dejas tu debilidad, en vez de obsesionarte con tu pobreza. Se convertirá en la mediación por la que mejor podrás ayudar a tus hermanos.» (Pág. 25)

» Necesito prolongarme a través de tu debilidad para que tu humanidad frágil sea mediación de mi naturaleza humana compasiva. Deseo actuar entre los hombres como compañero de camino que conoce las dolencias de sus hermanos, y nada mejor que tu historia asumida e iluminada, tu madurez transformada de escéptica en sabia, de crítica en misericordiosa, de exigente en comprensiva, de nerviosa en paciente, de solitaria en compasiva, para que los que sufren se sientan acompañados a través de las huellas de los mismos sufrimientos, y no con palabras vacías o de compromiso sino nacidas de las entrañas.» (Pág. 36)

«No me he fijado en ti por lo que tú crees que más te afirma, sino por aquello que tú más desprecias y tienes en menos.» (Pág. 45)

«Sé que tienes que luchar con la ideología y cultura relativistas y evasivas de este tiempo y reconocer que el sentido de tu vida depende de nuestras buenas relaciones» (Pág. 66)

«En lo que se refiere a tu esfuerzo, no es bueno amilanarse, echarse atrás, esconderse bajo falsas humildades y enterrar lo que se te ha entregado. Mas echo de menos tu abandono en mis manos; te fías más de tus proyectos y programaciones que de mi asistencia providente, casi parece que no te hago falta, y a la hora de determinar los futuros acontecimientos, tienes en cuenta muchos detalles, pero te cuesta introducir, como elemento esencial, mi intervención en la historia, y partir, sobre todo, del principio seguro de mi acompañamiento.» (Pág. 77)

«…si descansaras un poco, volvería la humedad a tu campo, y el agua a tu sequía.
Ten en cuenta un dato, nunca la actividad debería apartarte de la oración, del deseo de celebrar cada día un encuentro conmigo, a solas, en intimidad de amigos. Si últimamente te justificas en la falta de tiempo, estás arriesgándote demasiado y cabe que el vacío, la sequedad que se te presentan de inmediato o poco a poco te conduzcan a la tristeza, el decaimiento, con falta de ilusión y sin ganas de comenzar de nuevo.» (Pág. 82)

«Lo que realmente me duele es que por no sentirte débil, no tengas necesidad de mí o que aun sintiéndote, creas que es más honrado huir a la soledad de ti mismo.» (Pág. 98)