Oración para construir Familia Lasaliana
Una Familia siempre en marcha.
que busca, discierne y acoge,
que mira, analiza y sueña,
que no se deja llevar por el desaliento.
Una Familia con los ojos puestos en Dios,
que deja que Él viva en el corazón de quienes la forman,
que no olvida sino que hace memoria
y es memoria del don del Espíritu al mundo: su propio carisma.
Una Familia consciente de sus desafíos,
que no le asustan los riesgos, ni los retos,
que lucha por la justicia y la dignidad
como sueño de esperanza.
Una Familia como parábola de comunidad,
que se siente parte de nuestro mundo herido,
que engendra vida, ¡nueva vida!
porque se sabe en manos del Dios Creador.
Una Familia con palabras y gestos,
que se implique con la humanidad dolida,
que comparta lo que tiene
y luche para conseguir lo que le falta.
Una Familia que responde a sus múltiples llamadas,
que está formada de muchas vidas entregadas,
que ofrece e invita
y no se cansa de proponer:
“Venid y ved, experimentad, amad».
Que no busca ser competencia de nadie,
sólo camina,
abre su corazón y comparte:
una Familia Lasaliana.
Amén.
Oración por las Familias Carismáticas
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Trinidad Santa.
Un solo Dios,
al que damos gracias y glorificamos
como Familias Carismáticas.
Dios nos ha regalado el don de la fe,
un don para contemplar,
un don para vivir,
un don para compartir,
un don para impulsar.
Llamados a formar parte de una misma familia:
la Familia de Dios.
Hermanas y hermanos en un mismo pueblo:
el Pueblo de Dios, la Iglesia.
Una Iglesia, Comunidad de comunidades,
a la que el Espíritu le ha regalado
el gran don de los carismas,
el gran don de la llamada, de la vocación
para el servicio a los demás.
En la diversidad de cada carisma,
en la especificidad de cada una de nuestras Familias,
reconocemos la huella profunda del Espíritu
que nos invita a caminar juntos
hasta la perfecta comunión.
Una comunión
desde cada identidad,
desde cada espiritualidad,
desde cada misión.
Una gran Familia Carismática que construimos
desde el encuentro,
la escucha,
el diálogo,
el mutuo conocimiento,
la realización de proyectos en común,
con la mirada puesta en Dios
y en sus preferidos :
los más pequeños y vulnerables,
Una Familia «en salida».
Señor, Dios nuestro,
gracias por iluminar nuestros procesos de comunión,
gracias por invitarnos a crear nuevos espacios de encuentro,
gracias por permitirnos recorrer juntos
caminos de esperanza,
gracias por abrir nuestros corazones,
sin protagonismos, sin comparaciones,
sólo con el afán de contribuir
a la transformación de nuestra casa común.