Tomás quiere estar seguro de su fe, de su esfuerzo, de su apuesta, quiere sentirse correspondido. Tomás no estaba cuando todo el resto de discípulos se encontraron con Jesús. ¡Qué mala suerte!
Claro, y ahora resulta que duda… por eso está fuera, no ha entendido a Jesús.
Por la vida vamos pidiendo seguridades, y una cosa es ser prudente, y otra desconfiado. Hay que ser prudente y no arriesgar en temas económicos, en las cosas materiales, en los riesgos físicos… pero cuando hablamos de personas la cosa cambia:
– no puedes ir pidiendo seguridades para confiar en un amigo, te quedarás sin, sin amigo.
– si sólo crees aquello que ves: ¿cómo podrás esperar milagros?
¿cómo educarás un hijo?
¿cómo amaràs a tu pareja?
¿cuando perdonarás?
¿cómo podràs convivir con personas?
Jn 20, 19/31
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes».
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré».
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe».
Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Si sólo das a quien te da… si sólo aprecias a quien te estima… Si sólo buscas seguridades, entonces, eres una pobre persona, más bien un estrecho, y muy tacaño. No has entendido a Jesús, no puedes entrar al banquete del Reino. Te falta vida. Todavía no has resucitado.
Todos tenemos un poco de Tomás. Si no lo vemos no creemos. Y pretendemos vivir pidiendo estas seguridades. Pero no hay manera humana de vivir exigiendo pruebas.
Cada día elegimos nuestras creencias, no nos queda más remedio. Qué piensas de ti mismo, de tus posibilidades, cómo miras a las personas que te rodean, qué esperas hoy de ellas. Qué piensas de los hechos que hoy vivirás, como te afectarán.
Todos tenemos una manera de mirar el mundo, que es una mezcla de certezas y creencias. Lo siento mucho pero el mundo no funciona científicamente. Quiero decir que por más ciencia que tengamos nunca lo explicaremos, nunca haremos predicción de los actos humanos. La ciencia se nos queda corta para darnos sentido a la vida.
Todos tenemos un poco de Tomás. Queremos que la realidad se comporte según nuestros razonamientos. Podemos tener muchas teorías, interpretaciones, pero todas ellas no nos darán la gasolina para que funcione el motor de nuestra vida. Necesitamos la ciencia y los razonamientos, pero ellos no llegan a dar energía para perdonar, amar, luchar, esperar… Necesitamos la fe y la dimensión espiritual. Esta dimensión espiritual no tiene que ser absurda, no tiene que ir contra la razón, contra el pensamiento razonado, pero es más que razón. Estas creencias no pueden ser acientíficas, ni darse de patadas con la ciencia. Pero sólo de ciencia una persona no encuentra sentido.
Necesitamos confiar, abrirnos a la dimensión espiritual. Porque sin creencias se nos queda vacío el depósito de energía.
Si tus creencias no te dan esta energía, no te mueven, no ponen inquietud y a la vez paz en tu corazón… hace falta que las revises, que las cambies.
Es Pascua de Resurrección. No hace falta que pidas poner tu mano en las heridas de Jesús para empezar a tener una fe viva. Mírate tus heridas. Aproxímate a las heridas de los que tienes cerca… sólo con ciencia y conocimientos no se te curarán, no las curarás. Que continúe esta primavera, revisa en que crees y abre tu puerta a creencias que te den vida, amigo, amiga, hermana, hermano.