ola-marAutor: Jäger Willigis

Título: La ola es el mar. Espiritualidad mística

Editorial: Desclée Brouwer. Bilbao 2013. 14º edición

Páginas: 224

Breve comentario por Margalida Nadal: Libro muy interesante y de fácil lectura y comprensión. Útil a todo tipo de personas que viven en un entorno cristiano, hayan o no intentado profundizar en su fe.

Mediante respuestas a las preguntas que le formula Christoph Quarch, ofrece su visión actualizada a los interrogantes que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos planteado sobre la fe, la religión, el mal, la muerte, la resurrección, la salvación, Dios… enfocándolas desde su perspectiva mística. Adentrarse en este camino espiritual, en profundidad, significa un esfuerzo personal de búsqueda. Desde su experiencia señala posibles caminos.

Como Jäger indica: “creo haber encontrado en la mística oriental y occidental, las respuestas verdaderas a la pregunta por el sentido de la vida”.

Índice:

– Introducción: ¿En el umbral del milenio del espíritu?. El espíritu de la época despierta la necesidad de la mística.

Primera parte: Las bases de la espiritualidad mística.
1.- La ola es el mar. La naturaleza de la experiencia mística.
2.- Muchos senderos, pero una sola cima. La relación de las religiones con la mística.
3.- Dios es el bailarín y la danza. Cómo se pueden reinterpretar las enseñanzas cristianas.
4.- En el fondo de la copa Dios está esperando. Las ciencias naturales confirman la experiencia de la espiritualidad mística.

Segunda parte: La práctica espiritual de la mística.
5.- Sentarse, respirar, estar en silencio. Qué pasos se pueden dar en el camino espiritual.
6.- Encaminados hacia el paraíso. Efectos de la experiencia espiritual sobre el comportamiento.
7.- Los demonios pueden ser de ayuda. Por qué la mística contribuye al bienestar de las personas.
8.- La práctica del arte de morir. Los maestros espirituales son también asistentes de almas.
Bibliografía.
Citas que resalto (por Margalida Nadal)

  • “El primer paso en el camino espiritual consiste en el ejercicio ascético de dejar atrás hábitos y apegos. De liberarse de lo que nos condiciona. Este paso es irrenunciable; pero igualmente irrenunciable será la posterior vuelta al mundo, aunque entonces el mundo será experimentado de una forma nueva y diferente”. (pág. 40)
  • “Es en el nivel de la mente cósmica donde tiene lugar la experiencia mística: la experiencia del vacío, de la “divinidad” sin atributos. Aquí es donde la persona experimenta “el ser desnudo”, el origen del que todo proviene. Es el nivel anterior a todo lo que emerge. ( pág 48- 49)
  • “La mística no está más allá de Dios y del mundo. La mística es Dios y mundo, una unidad indivisible. Pero esto no significa la abolición de la tensión entre los dos polos. Es la tensión entre la ola y el mar. Por eso se consideran equivalentes Dios y ser humano. El mar se revela como ola. Uno puede dirigirse separadamente al mar y a la ola, pero su esencia es agua”. (pág 59.)
  • “Todas las religiones son caminos que llevan a la experiencia de lo divino, pero ninguna de ellas puede afirmar que posee el acceso único.” Y lo ilustra así: “ las religiones son como las vidrieras de colores de una iglesia; dan una estructura determinada a la luz que trasluce a través de ellas. Si no hay luz, resultan insignificantes e incoloras…La luz hace visible, pero en sí es invisible, sólo será visible al descomponerse en colores”. (pág 63.)
  • “La experiencia mística transforma a la persona radicalmente… En un nivel de conciencia transpersonal, se modifica nuestra comprensión y con ello también nuestra idea sobre la moral. La moral se relega a un segundo plano, pues ahora se ve invadida por un amor global hacia todo y hacia todos. El amor se convierte en la norma determinante de todas sus actuaciones”. ( pág 74)
  • “Dios sucede en el aquí y en el ahora. Únicamente en este preciso instante es posible la comunión y la comunicación con Él. La vida es la religión auténtica; es la consumación de Dios. Dios se revela en las situaciones menores exactamente igual que en las que llamamos elevadas. Meta de toda mística es comunicar allí con Él. En rezos y rituales celebramos tan sólo esta realidad”. (pág. 76)
  • “Resulta más que urgente interpretar nuevamente los conceptos de pecado original, salvación y resurrección, personalidad y apersonalidad de Dios, atemporalidad y eternidad. Pero también es preciso contestar a otras preguntas acuciantes , sobre todo en la Iglesia católica: ¿qué pasa con la igualdad de derechos de la mujer?. ¿no es necesaria la libre elección entre celibato y vida en pareja?. Otros puntos deseables serían: una valoración positiva de la sexualidad, estructuras democráticas en las Instituciones, abandono del Dios castigador, la disposición de acompañar la Institución de manera crítica, sin querer impedirla a toda costa”. (pág. 94.)
  • “Me parece un imperativo urgente darles a la mística y a la espiritualidad una mayor mportancia en la formación teológica”. ( pág. 98.)
  • “La religión se apoya en dos pilares: la mística y la teología. Si falta uno , también faltará el otro. Lo único que hay que vigilar es que la teología no desempeñe ningún papel en la experiencia misma, pues su papel comienza donde termina la experiencia. Tiene su origen en la experiencia y debería volver a conducir hacia ella. A mi parecer, la mística se convertirá en la salvación de la teología. Tomás de Aquino dijo “Todo lo que he escrito parece paja en comparación con lo que he visto y con lo que se me ha revelado” (pág. 103.)
  • “Tuve mi primera “experiencia mística” a los cinco o seis años. Mi madre me había llevado a la iglesia para la adoración perpetua. En el altar había muchas velas encendidas y el aire estaba impregnado de incienso. Había pocas personas en la iglesia, entre ellas algunas mujeres que en la parte de atrás rezaban el rosario. De alguna manera, me envolvió su recitación monótona. Entonces experimenté por primera vez que existe un nivel más allá de la capacidad normal de comprensión. Vista desde la perspectiva actual diría que se trataba de mi primera experiencia religiosa en el espacio transpersonal. Desde este momento tuve claro que quería ser sacerdote”. (pág. 143)