Autor: Pedro Trigo:
Título completo: Jesús nuestro hermano. Acercamientos orgánicos y situados a Jesús de Nazaret.
Editorial: Sal Terrae, Presencia teológica 261. 3ª edición, 2019. 574 páginas.

ISBN: 978-84-293-2737-3

Comentario breve:
No se asuste nadie por el número de páginas, ni por el título completo. En la introducción se comprende perfectamente lo de «acercamientos orgánicos y situados». Eso sí, hace falta ser constante en la lectura. La mayor parte de los capítulos son fáciles de digerir, alguno cuesta un poco más, pero con paciencia se supera. Me ha sorprendido la manera de presentar la misión de Jesús: el hacernos hermanos a todos, que a la vez es el plan de Dios. La vida entendida como reciprocidad de dones; cómo entendió Jesús el poder; cómo pensar el poder de Dios desde la solidaridad, desde la entrega, desde la debilidad… échale un vistazo al índice. Pedro Trigo sorprende también con los comentarios breves y sutiles a la situación actual del cristianismo, de la Iglesia, de los valores predominantes en nuestra sociedad. Estoy seguro que va a resituar tu imagen de Jesús, de Dios, de la resurrección, de la misión de la Iglesia… Ten constancia en alguna sección un poco más árida, vale la pena la visión de conjunto, los comentarios magníficos a los textos del Evangelio, situados en esta perspectiva de fraternidad.

Esta vez no voy a espigar algunos textos sueltos, sino que voy a colocar un texto un poco más largo pero que se me ha quedado grabado en mi mente. Lo comparto contigo si clicas en el siguiente enlace.


ÍNDICE

Introducción

1. Los discernimientos de Jesús, matriz de todo discernimiento cristiano

1. Su mundo de vida como sustrato de su misión.
2. La llamada del Bautista a la conversión venía de Dios.
3. Movido por esa llamada, tras confesar los pecados, recibió el bautismo.
4. Al aceptar el Padre su confesión, Jesús supo que estaba llegando el reinado de Dios.
5. Jesús se dedica a proclamar y hacer presente el Reino que llega en él como reinado.
6. Desde el bautismo el mesianismo de Jesús se decanta como asuntivo, no davídico.
7. Una existencia itinerante: la vida entendida como reciprocidad de dones.
8. No el lenguaje de la ley, sino el de la vida.
9. La llegada del reinado cancela las prescripciones religiosas, propias de la preparación.
10. De defenderse de los dirigentes a denunciar su código de pureza.
11. Ante la probabilidad de morir, decide no confinarse en su grupo sino actuar abiertamente.
12. Frente al rechazo de las autoridades, decide consumar su entrega.
13. Omnipotencia no es imponerse: ni sacralización ni demonización de la política.
14. Si la vida de Jesús y sus discernimientos acontecen en la vida histórica, la religión no es el ámbito del cristianismo.
15. El sujeto de los discernimientos.
16. Síntesis.

2. La misión prepascual

1. Jesús envió a sus discípulos a misionar.
2. La misión apostólica es participación real de la misión de Jesús.
3. El modo de la misión expresa y realiza su sentido.
4. El contenido de la misión: la paz.
5. El objetivo de la misión: instaurar la reciprocidad de dones.
6. La misión como empresa peligrosa.
7. El resultado de la misión arroja luz sobre ella.

3. La revelación a los pobres

1. Estudio de una frase del Evangelio (Mt 11,25; Lc 10,21)
2. Sentido de la frase en el conjunto de los Evangelios.

4. «Tu fe te ha salvado>>

1. Sus paisanos no creen en él (Mc 6,1-6)
2. Los discípulos se dejan llevar por el miedo por que les falta fe (Mc 4,35-41)
3. La fe como proceso: de la fe de los amigos al perdón y el deseo de ser curado (Mc 2,1-12)
4. La fe como relación mutua: la hemorroísa, bendecida por Dios (Mc 5,25-34)
5. La fe en Jesús como dispensador del poder benéfico de Dios: el centurión (Lc 7,1-10)
6. La fe que busca entender abre a Jesús a posibilidades nuevas (Mt 15,21-31)ç
7. La fe en Jesús salva a la pecadora y le da la paz (Lc 7,36-50)
8. De la fe en Jesús a convertirse en una persona fehaciente (Jn 4,5-42)
9. La dificultad de suscitar la fe y la fe supletoria de Jesús (Mc 9,14-29)
10. Creer a Jesús y creer en Jesús: la fe que sana y la fe que salva (Lc 17,11-19)
11. El salvado por la fe se convierte en seguidor (Mc 10,46-52)
12. Los pobres entran en Jerusalén en imponente manifestación de fe, mientras los representantes del templo y la Torá no reciben a Jesús (Mc 11,1-11; Lc 19,41-44)
13. El ciego de nacimiento curado por Jesús se convierte en testigo fehaciente (Jn 9)
14. El experto en tortura confiesa a Jesús por el modo como la ha vivido (Mc 15,39)
15. Fe y falta de fe en los discípulos: las apariciones como encuentros de fe para la misión.
16. Dichosos los que crean sin haber visto (Jn 20,29)
17. Los sacramentos de Jesús.

5. El poder de Jesús

1. Introducción.
2. Presentación del poder de Jesús.
3. Reacciones ante el poder peculiar que irradiaba Jesús
4. Poder e impotencia de Jesús en la fiesta de Pascua.
5. El poder de Jesús resucitado se manifiesta en que comunica el Espíritu y en que atrae
6. El poder de Jesús: ¿paradigma humano de poder?

6. La resurrección de Jesús

1. Introducción
2. Historicidad de la resurrección de Jesús
3. Sentido de la resurrección de Jesús

7. Jesús de Nazaret, paradigma absoluto de humanidad.

1. Horizonte.
2. Jesús es parámetro universal porque atrae a todos: su modo de atraer.
3. “Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí”.
4. La novedad de la resurrección.
5. Jesucristo reina desde el madero.

Bibliografía

Índice general


Citas que destaco (la negrita es mía):

«Los sacramentos de Jesús (no hablamos de los de la Iglesia) son cuatro y están orgánicamente imbricados. El primero tiene un carácter absoluto y atemático, es decir, que es independiente de la conciencia que se tenga sobre él. Jesús es servido o dejado de servir en los pobres. Y de servirlo o no servirlo en ellos depende la suerte eterna. Al ser atemático, no implica fe explícita, aunque la relación de servicio sí tiene que implicar la fe en aquellos a quienes se sirve: si, de hecho, se sirve en ellos a Jesucristo, se los tiene que servir como a personas y no como a (en el sentido romano: necesitados a los que se da para hacerlos dependientes). O sea, que, al ser un sacramento atemático, la fe, necesaria en todo caso, se ejerce aquí con los mismos pobres, lo que implica que la atención ha de ser personalizadora; eso no equivale a cálida, ya que el tono cálido puede ser una táctica para enfeudar más a fondo, que entraña una enorme falta de respeto, aunque el implicado no lo note y esté, por el contrario, entusiasmado, como también puede estarlo, al menos hasta cierto punto, el entusiasmador.

El segundo sacramento alude a las relaciones que constituyen al pueblo de Dios en cuerpo de Cristo: él está en medio de los discípulos misioneros; no en medio como un lugar -ya hemos dicho que no está aquí-, sino en aquello que los media. Está entre los convocados enviados. Así pues, si entre ellos no hay relaciones constituyentes, porque están en el mismo lugar pero cada quien anda buscando lo suyo, no se hace presente Jesús, ya que son las relaciones las que lo hacen presente. Pero no cualquier relación solo las que construyen la fraternidad de las hijas e hijos de Dios. Por eso quedan excluidas las relaciones no mutuas, las relaciones verticales, las fundamentalistas, ya que en todas ellas el vínculo no es la fraternidad; como también las corporativas, porque en ellas la fraternidad es de carne y sangre, ya que es cerrada, no la de las hijas e hijos de Dios.

En este segundo sacramento también entran todas las relaciones sociales que contribuyen a hacer de este mundo el mundo fraterno de las hijas e hijos de Dios, porque también son ellas relaciones en el nombre de Jesús, que no se restringe a su nombre propio, sino a la causa del reinado (que es la acogida de Dios, que en Jesús se acerca como Padre de todos y nos hace a todos sus hijos y, por tanto, hermanos entre nosotros) como único camino hacia el Reino.

En este sacramento la fe en Jesús se ejercita como fe en los demás desde el Espíritu de Jesús. Si uno quiere salirse con la suya o solo busca lo que le interesa, no hace presente a Jesús en las relaciones con los hermanos.

El tercer sacramento es la presencia real de Jesús como Maestro cuando los discípulos, abiertos a los pobres y convocados como condiscípulos fraternos, escuchan la palabra, sobre todo los Evangelios, como discípulos; más aún, como condiscípulos, es decir, no tratando de que los Evangelios convaliden sus propias tesis y opciones vitales, sino abriéndose a lo que nos quiera decir el Maestro en ellos, para dirigir por ellos la vida. Es lo que hemos tratado de hacer a lo largo de esta presentación, que, por eso, está abierta a lo que se nos pueda argüir que es cosecha propia y no escucha obediente a la Palabra que es el Señor Jesús.

(…)

Ahora bien, la perspectiva discipular exige un método: como los Evangelios son de otra época y de otra cultura, es preciso gastar no poco tiempo en trasladarse a ellos para ver qué quieren decir. No se puede comenzar por «qué me dicen a mí», «qué me ha llamado la atención». Con este método uno se dice a sí mismo lo que quiere oír con el espejo de la lectura. Hay que hacer el esfuerzo, en el que insiste Ignacio en sus Ejercicios Espirituales, de hacerse presente en la escena, y para lograrlo no se puede proyectar sobre ella nuestro horizonte, nuestra mentalidad, nuestras valoraciones. Hay que hacerse cargo de lo que sucedía en aquel tiempo y en aquel lugar. En eso consiste la fe: en abrirse, en escuchar, en no querer proyectarnos, sino en dar lugar. Esa es la actitud de fe, la actitud discipular, imprescindible para contemplar los Evangelios y toda la Biblia, que, para nosotros, ha de ser contemplada desde ellos.

El cuarto sacramento es la culminación de los otros tres, pero lo es porque los contiene; en caso contrario, ni siquiera es sacramento. Es la cena del Señor: Jesús se hace realmente presente en el pan y en el vino cuando la comunidad, que se relaciona mutuamente y está estructuralmente abierta a los pobres y ha escuchado discipularmente la Palabra, acepta alimentarse del cuerpo del Señor (de su persona) y de su sangre (de su vida), para que, viviendo de ella, haga lo mismo, es decir, para que sea capaz y quiera hacer lo mismo que el Señor: dar a otros esa vida y esa persona que ha recibido, como único modo de permanecer en él.» (Pag 315-317)