“Las inspiraciones que Dios nos concede son algo precioso” (Carta 89.3)

Ya hace más de un mes que hemos comenzado un nuevo curso, con la ilusión, los nervios y la emoción de siempre, pero libres de protocolos COVID-19. Y parece que se respira otro aire y podemos centrarnos en lo de siempre. Y nos llevamos de lo anteriormente citado algunas enseñanzas o algunos acentos importantes, como el disfrute de lo pequeño de cada día y el cuidado de las personas. Estos breves escritos quieren ser una manera de cuidarte, de cuidar tu interior y tu vocación. Léelo, si te apetece, con calma.

“Las inspiraciones que Dios nos concede…”

  • Hay cosas en la vida que nos inspiran y nos esponjan: una bonita frase leída en un libro o en una pared de mi pueblo o ciudad, un bello atardecer solo o en compañía, una buena conversación en confianza, una tarde divertida y extrovertida, un paseo por el bosque, una canción que te atrapa y no puedes dejar de tararear, una película que te hace reír o, quizá, llorar… un “te quiero” de alguien cercano o que te llega de manera inesperada… (Igual mientras vas leyendo estos ejemplos, se te ocurre alguna otra más… Párate un momento y añádelas a la lista).
  • Incluso se dice que hay personas que tienen una manera de hablar que inspira o una forma de actuar coherente con sus ideas, que son referencia y modelo. Hablan los que le conocieron que Jesús de Nazaret era así y también Juan Bautista De La Salle. Y se dice que incluso la Palabra de Dios es una palabra inspirada, es decir, que parte de una experiencia humana (y de fe) profunda que queda recogida por escrito y es luz en el camino de la vida para los que la leemos.
  • Quizá esta frase nos viene a decir que en este mundo aparentemente bullicioso, desorientado y desesperanzado, Dios sigue hablando e inspirándonos. ¿A lo mejor Dios sigue hablándonos desde el interior de cada uno y cada una de nosotras desde la realidad cotidiana en un mundo ansioso e impulsivo? ¿O podría ser que en un mundo cada vez más virtual, Dios nos siga hablando de tú a tú?
  • Para darse cuenta de todo esto hace falta un poco de silencio interior, graduar las gafas de la fe y sentir que la VIDA nos habla de mil maneras diferentes.

“…son preciosas”.

Pero al releer la carta 89, que La Salle manda a uno de los primeros Hermanos, te puedes dar cuenta de que este hombre, de fe profunda y rompedora, VA MÁS ALLÁ.

La Salle da un pasito más, porque para él la palabra “inspiración” puede ser la dirección y el sentido que Dios da a la vida de cada uno, esas pequeñas o grandes misiones que se nos encomiendan y para las que, a veces, no nos sentimos preparados o incluso capaces.

Pero es increíble la visión de fe que tiene Juan Bautista sobre la vida, que le lleva a afirmar que esas inspiraciones son PRECIOSAS. Seguramente a aquel Hermano no se lo parecieron, a juzgar por lo que La Salle le aconseja. Nos puede pasar a nosotros con los nuevos retos que el proyecto lasaliano y la sociedad actual nos plantean. Puedes pensar un poco en tu realidad, en tu vida y en los retos que te encuentras en ella. Y en esas inspiraciones que… te pueden complicar la existencia.

“Y Dios de ordinario une a ellas [a las inspiraciones] sus gracias”.

  • La Salle en su carta nos da una pista o una sorpresa: Cuando Dios te inspira o te pide algo, siempre “une a ellas sus gracias”. ¿Cómo podríamos traducir esto hoy?
    • Si sustituyes la palabra gracia por regalo, don o talento, podrás entender que cuando se nos pide (inspiración) algo en el trabajo, en la familia o en el grupo de amigos, suele ser porque el que nos lo encarga sabe (confía) que tenemos los dones o los medios para poder realizarlo.
    • Inspiración y gracia vienen en el mismo pack. Y dice la Salle que Dios juega así: si algo te pide, te confiere a la vez los dones necesarios para llevarlo a buen fin. ¿Te atreves a probar? Piensa en los retos que tienes en tu vida y en los talentos que se te han dado. Se trata de vivir la vida como regalo.

¡Que disfrutes de tu misión en la escuela!