Padre,

Tú me diste la vida para vivirla en plenitud. Que no me quede a mitad del camino.

Que dedique tiempo a mi crecimiento y desarrollo personal.

Cuando me vengan dificultades y problemas ayúdame a afrontarlos y a integrarlos en mi vida. Cuando me vengan alegrías y satisfacciones, que sepa disfrutarlas con generosidad.

En las noches oscuras de la vida no me dejes solo. Cuando aparezcan mis incoherencias, desajustes, mentiras y engaños mantén despierta mi conciencia para que sepa responder a tu voluntad.

Dame fuerzas para ser creativo, que no pueda conmigo la rutina y que sepa leer, para cada día, lo que esperas de mí.

Que la oración para hablar contigo y llenarme de ti, sea un ejercicio diario y no la abandone.

Y que la paz inunde mi vida para irradiarla a las personas que me rodean.

Señor Jesús,

Tú nos diste la Comunidad Lasaliana para vivir la fraternidad. Que ya no sea ‘yo’, sino ‘nosotros’.

Ayúdanos a sentirnos hermanos de nuestros hermanos. Anímanos a dedicarnos el tiempo que nos merecemos. A regalarnos ideas, presencia, disponibilidad y servicio.

Que sepamos decirnos las cosas, del día a día, para alegrarnos, ayudarnos, corregirnos y, así, seguir creciendo.

Que disfrutemos de la compañía de nuestros hermanos

en el trabajo, la comida, el ocio, el tiempo libre y la oración.

Que nuestras oraciones para hablar contigo no sean rutinarias ni aburridas, más bien que nos acerquen a ti, para que llenos de tu Espíritu te llevemos a los demás.

Que el fruto de compartir y la gestión de los bienes, siga siendo solidaria para con los pobres de la tierra, nuestros hermanos, con lo que habitamos en la Casa Común.

Que abramos nuestras puertas de la comunidad, a cuantas personas vivan el mismo proyecto del evangelio, como signo de la familia lasaliana dentro de la Iglesia, pueblo de Dios.

Que nuestra fraternidad vivida, sea signo para cuantos nos rodean y, así, puedan decirnos como a los primeros cristianos: “mirad como se aman”.

Espíritu Santo,

Tú nos enviaste a la Misión para evangelizar desde la educación, para extender tu evangelio y tu Reino, desde las aulas y otras obras educativas, a las familias de hoy.

Cuenta con nosotros, para anunciar tu Reino a las personas que nos rodean, y de esta manera, Hermanos y Seglares sigamos compartiendo la Misión del Reino, a través de la educación humana y cristiana, de tanta necesidad en este mundo del siglo XXI.

Que seamos creativos ante una sociedad, legítimamente, plural que no se deja evangelizar porque tiene otras ofertas.

Que nuestro tiempo para la Misión evangelizadora sea de calidad y de amor. Que mirando alrededor lleguemos a las personas que nos necesitan y a quienes nadie presta su atención, los pobres de siempre, especialmente las personas migrantes, aunque ello suponga apertura de nuevas obras o campos de misión.

Que nuestra formación siga siendo sistemática y permanente y no nos dejemos llevar por lo de siempre, dando razones de nuestra esperanza.

Ayúdanos a dar respuestas nuevas a las preguntas nuevas, que nos siguen haciendo los niños, jóvenes y adultos a las que evangelizamos

Que, en el contexto de la sinodalidad, fomentemos el diálogo intercultural e interreligioso como caminos de la paz y la fraternidad de la familia de Dios.

Que nuestra apuesta por la conversión ecológica nos sitúe en una Iglesia que mira tanto por la fraternidad, como por una ecología integral que respeta la obra creada por Dios, encomendada a sus hijos, nuestros hermanos.

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Que – caminando juntos – Hermanos y Seglares, cada cual, desde su identidad vocacional y como seguidores de Jesús, sigamos compartiendo el mismo carisma y la misma Misión, porque Tú nos has llamado sin distinciones, para sentirnos, así, parte de un Familia más amplia, la Familia de Dios.

Amén