Heleno Saña es un autor que hemos podido conocer en varios escritos ligados al MCC (Movimiento Cultural Cristiano). Filósofo y teórico social (así se presenta), que ha vivido en Barcelona y vive actualmente en Alemania. Y, desde este país, se muestra como estupendo conocedor de la sociedad de hoy. Y su relación con muchos pensadores y críticos de la sociedad, le permite otear un horizonte de nuestra sociedad que intenta plasmar en esta obra que comentamos.
El autor va pasando revista a una serie de situaciones que se viven en nuestra sociedad por muchas personas y que tienen como denominador común perseguir el éxito. Y, en función de esta persuasión, son capaces de auténticas locuras, según el autor, hasta perder la vida o dejar sin sentido lo más valioso que tenemos que es la propia vida, por envolverse en una loca carrera en pos del reconocimiento social.
Es verdad que al estar tan pendiente del éxito, este convencimiento por lograrlo lleva a varias situaciones que acaban por darle a la vida un sentido “muy rastrero”. Y eso ocasiona conflictos en la propia persona, hasta el punto de someter todo lo que hace a conseguir el fin anterior.
Como consecuencia, el autor va pasando revista a muchos comportamientos que aparecen, no sólo a nivel personal, sino también, social, cuando las personas y los grupos, persiguen con denodado entusiasmo el éxito. Y claro, al final, aparece una lucha de unos contra otros, porque el éxito de unos, la lucha por ser considerados, por el reconocimiento social, va dejando heridos en el camino que siempre, son los mismos: los excluidos, los pobres, los marginados. En parte porque otros crean estas divisiones y, en parte, porque el éxito no admite rivales (o si los admite, es porque hay una lucha despiadada por ver quién triunfa).
Fruto de todo ello, aparecen en las personas preocupaciones por los valores artificiales, se suplanta la personalidad, se margina el dolor, se olvida cualquier cosa que tiene que ver con lo bello, lo bueno y lo verdadero… Y, así, esto último “queda a la altura del betún” cuando todo se pone al mismo nivel.
Surge la manipulación de las necesidades, el “reino de lo banal” que genera, en muchos casos, violencia represiva, frialdad en las relaciones, soledad, frustración, miedo, la civilización de la muerte frente a la fuerza de los que más pueden.
Ante ello, ¿qué queda en esta análisis tan duro de la sociedad? Pues si queremos apostar por algo valioso, la renuncia a vencer, el irse formando como persona haciendo hincapié en los valores que construyen personalidades fuertes (la ternura, la compasión, la trascendencia –incluso en un terreno humano y, mucho mejor, si Dios camina por medio–), el servicio, la vida comunitaria que pone de manifiesto un mundo diferente (lejos de un individualismo feroz), la altura de miras, el aceptar el dolor como algo inherente a que otro sea más que tú…
En definitiva, un libro que nos hace caer en la cuenta de lo valioso que tenemos para llevarlo más a la práctica. Y desde ahí, se puede generar un compromiso que dinamice la propia vida y ayude a los que están al lado a seguir apostando por esos valores. Pues como dice el autor, casi al final del libro: “… no podremos alcanzar este objetivo (poner las personas por encima del las cosas), sin que cambiemos radicalmente nuestra manera de pensar, sentir y de ser…”.
¡Extraordinario! compromiso no solo para un verano, sino para todo un curso… ¡al menos!