Autora: Angulo Ordorika, Ianire.

Título completo: Extraordinariamente normales. Por una Vida Consagrada significativa.

Ediciones Paulinas, Madrid 2021, 180 páginas.

Breve comentario: La autora es religiosa Esclava de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Como podréis comprobar en el índice, muy versada en Sagrada Escritura. Diré que es un libro, fresco, con un lenguaje muy sencillo y con muchos guiños a la actualidad. Pienso que toca el corazón del reto que la Vida Religiosa tiene en nuestro mundo occidental: estar en camino, buscar, salir, tomarse la debilidad como una llamada del Espíritu.
En la segunda parte hay un capítulo específico para los religiosos jóvenes, y otro para los que van entrando en la jubilación… sobre todo que este último es, digamos que sabroso. Al final tenéis un vídeo del programa “Cruzando Fronteras” que entrevista a la autora sobre el libro.


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Índice:

Introducción:
¿Otro libro sobre vida consagrada?

1. Vida Consagrada: ¿Qué dices de ti misma?

¿Crisis de identidad en la Vida Consagrada? Luces desde la Escritura.

¿Crisis de identidad?
Sentirse elegidos pero no superiores: el proceso de José.
Identidad en un contexto hostil: El libro de Rut.
José y Rut como claves para la Vida Consagrada.

Consagrados por la misericordia. Maternales, reconciliados y extraordinariamente normales.

Consagrados por la Misericordia.
Maternales.
Reconciliados.
Extraordinariamente normales.
A modo de conclusión inconclusa.

Recordar, buscar y salir. Por una Vida Consagrada en movimiento.

En movimiento hacia la alegría.
Recordar.
Buscar.
Salir.
La traducción bíblica de una actitud a recuperar..

Al hilo de lo cotidiano…

Inseguridades y certezas.
En la máquina del tiempo.
San Perfecto.
Enterradores profesionales.
Nadar o guardar la ropa.
Expertos y expertas en humanidad.
Vocación de palmero.
Plural.
‘Diversidades y peligros’.
Arenas movedizas.
Ser porteros y porteras.
El ‘Ministerio del Tiempo’ y la Vida Consagrada.
Libertad.
Caos y actividad en la Vida Consagrada.
‘Abre tus alas, hermana’.
‘Tú eres la que nos cuidas’.

II.- Ser en proceso: una vocación en camino

Joven, a ti te lo digo: ¡Levántate!» (Lc 7,14). Iconos bíblicos de los jóvenes en la Vida Consagrada.

Juventud en la Escritura… o cómo no ser nadie sin morir en el intento.
‘¿Qué más hace falta?’ (Mt 19,20): buscando lo importante.
‘¿Qué es esto para tantos?’ (Jn 6,9): encontrando el propio lugar en la misión.
‘Soltando la sábana, se escapó desnudo’ (Mc 14,52): re-aprendiendo el seguimiento.
‘Joven, a ti te lo digo: ¡Levántate!’ (Lc 7,14): con el empeño de vivir en pie.
A modo de conclusión: ‘No temas, yo estoy contigo’ (Is 41,10).

Modelos bíblicos para seguir a Jesús cuando la vida va de caída.

Un modo alternativo de ser ancianos.
La ancianidad: un ‘ahora’ vocacional. Aprendiendo de Isabel y Zacarías.
Aprendiendo de Simeón y Ana.
Ancianidad: ‘Mirad, este es el tiempo propicio’ (2Cor 6,2).

Al hilo de lo cotidiano…

La peligrosa oportunidad de la reducción.
‘A voz en grito clamo al Señor…’.
‘Reaviva la pasión… ¡ten una aventura!’.
El joven que huyó desnudo.
Mudanza.
Fidelidad y permanencia.
Los viejos roqueros.
Compañías telefónicas y Vida Consagrada.
Me hago mayor.
‘Entre-tenidos’ o ‘de-tenidos’.
Dejarnos acompañar.


Citas que destaco:

“La identidad tiene que ver con cómo nos definimos y cómo nos narramos ante nosotros y ante los demás. Puede sonar extraño, pero creo que la VC se mantiene en una permanente “crisis de identidad”, y esta se prolonga demasiado en el tiempo.” (Pág. 11)

“Afirmar sin pudor que todos los cristianos compartimos la misma vocación a la santidad (LG 11; 40), que el bautismo nos iguala a todos en dignidad (LG 32) y que la VC no forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia (LG 44), desquebrajó los cimientos de un imaginario que había parecido sólido hasta entonces.” (Pág. 12)

“…hay verdaderos nudos teológicos que aún hoy siguen siendo conflictivos. ¿Cómo seguir hablando del ‘más’ o de un seguimiento ‘más de cerca’, mientras afirmábamos que la radicalidad del evangelio es una vocación compartida por todo bautizado? ¿Cómo hablar de ‘consagración’ cuando la esencial es aquella que recibimos en el bautismo y, además, la profesión religiosa no es ni siquiera un sacramento? ¿Tenemos un lugar particular en la misión eclesial cuando todos los cristianos estamos llamados a ella? Estas y otras muchas preguntas golpean, a veces silenciosamente, la línea de flotación de nuestra identidad.” (Pág. 13)

“Constatar y reconocer que los seglares pueden compartir el mismo carisma y misión, comprometerse existencialmente igual o más y llevar adelante, con frecuencia mejor que nosotros, tareas que considerábamos propias, despierta muchos interrogantes inconfesables sobre nuestra identidad.” (Pág. 18)

“No podemos negar la tendencia actual en la VC a recuperar formas externas de vivir esta vocación que recuerdan a tiempos pasados, dejando claros los límites frente a los demás. En cambio, la identidad de la VC se redefine mucho mejor creando puentes entre diversas vocaciones cristianas y distintos carismas. Sabemos quiénes somos cuando entramos en relación con lo distinto, porque nos definimos mejor por diálogo que por oposición, como un maestro aprende a serlo ante sus alumnos y un alumno entiende lo que significa serlo en relación con su maestro.” (Pág. 31)

“Cada vez que nuestras decisiones personales o comunitarias surgen más del temor a desaparecer, del deseo de ser más eficaces o de cualquier otra inquietud diferente a las entrañas estremecidas [misericordia], deberíamos recordar que no estamos siendo reflejo del Dios que nos consagra. Nada nos dispensa de la inexcusable llamada a ser tan maternos como el mismo Señor.” (Pág. 47)

“Mirar la vida desde la barrera, cobijados al calor de nuestras seguridades, es incompatible con la dinámica de la misericordia, que tiende siempre a una proximidad que nos desprotege y nos hace más sensibles ante el dolor ajeno.
Participar de la misericordia divina supone fijar la mirada en la encarnación. Hacer nuestro ese movimiento de descenso nos lanza a compartir la misma suerte de las personas que nos rodean. Entrar en esta dinámica encarnatoria supone, desde nuestro punto de vista, ser extraordinariamente normales.” (Pág. 56)

“Se nos olvida que lo que tiñe de gris nuestra vida no es lo cotidiano, sino el modo en que lo miramos. La radicalidad en el seguimiento de Jesús nos la jugamos en lo oculto y gris del día a día, en todos esos momentos que omitiríamos de nuestra biografía, porque nos resultan excesivamente vulgares y automáticos. No se trata de anhelar lo extraordinario, sino en afinar la mirada para reconocer lo extraordinario que se esconde tras lo normal, para reconocer la constante expresión de misericordia que Dios derrama en lo ordinario de nuestra historia.” (Pág. 60)

“Cuando la precariedad queda lejos y la experiencia fuerte se distancia en el tiempo, podemos acabar convencidos de que lo que nos da sentido e identidad es lo que nos hemos labrado a base de esfuerzo, en vez de aquello que no tenemos más remedio que acoger inmerecidamente una y otra vez.” (Pág. 68)

“La urgencia por mantener las estructuras que nuestras instituciones han creado y gestionado a lo largo de los años es ‘razonable’… pero quizá tras el ‘razonable’ intento por mantener las obras podría agazaparse la innegable seguridad que estas ofrecen y el inconfesable temor que despierta lo desconocido, que es siempre hacia lo que el Espíritu se empeña en lanzar nos cuando le dejamos un resquicio abierto.” (Pág. 72)

“Nadie puede dar un testimonio cualificado, con ‘peso’, del Señor, si la relación con Él no es cuidada, alentada, mimada y pretendida por sí misma…Quizá nos podría pasar con este deseo de relación como con «el valor en la mili» que, según el dicho popular, «se supone» pero no siempre es realidad. Así, sin saberlo, nuestra vocación, de signo para el mundo, se convierte en un verdadero jeroglífico imposible de interpretar correctamente.
De algún modo somos ‘profesionales’ de lo religioso. Nadie se atrevería a poner en duda que Jesucristo no sea Alguien importante para nosotros, pero quizá lo damos tan por supuesto que no le permitimos ser Él mismo. Pocos textos del evangelio resultan tan dolorosos como aquel en que Jesús llegó a Nazaret. Le conocían tanto que no le permitieron el mínimo de confianza suficiente, para que pudiera saltar por los aires los estrechos esquemas en los que sus paisanos le enmarcaban y ser Él mismo. Por eso el pasaje afirma que ‘no podía hacer allí ningún milagro’ y que ‘se maravilló de su falta de fe’ (Mc 6, 5-6).” (Pág. 79)

“Especialmente quienes compartimos la vocación a la VC dentro de la Iglesia, deberíamos ser especialistas en reconocer y hacer sentir a cada persona que es importante para nosotros, independientemente de que responda como desearíamos o que haga aquello que nos gustaría. Expresarles, con nuestro modo de estar, que son dignos, valiosos y ‘amables’, incondicionalmente. Ser expertos y expertas en ’perder’ el tiempo, en ocuparnos y preocuparnos por otros, en acoger las fragilidades, búsquedas e inquietudes, compartiendo las nuestras con sencillez. Querer por nada, como respuesta agradecida de sabernos amados y amadas hasta el extremo por pura Gracia.” (Pág. 93)

“ … el primer paso para ordenar el cuarto y nuestra vida tendría que pasar por recordar que ya tenemos un Salvador y que no podemos intentar usurpar su puesto a golpe de agendas a rebosar, que reconocer nuestros propios límites es abrir la puerta a que Dios pueda hacerse fuerte en nuestra fragilidad, y que más importante que hacer mil cosas es mantenernos vigilantes a la puerta de nuestra tienda, como Abrahán (cf. Gén 18,1-3), para acoger al Señor que nos sale al encuentro en circunstancias y personas que nos pueden pasar desapercibidas si vamos demasiado rápido.” (Pág. 101)

“Lo importante en la pastoral no consiste en hacer, sino en darse… Si no nos hacemos muy conscientes de lo que cada uno vive por dentro, resulta sencillo que pretendamos. sin saberlo, rellenar los huecos de nuestro interior. En nombre del Reino podemos estar mendigando cosas que poco tienen que ver con el amor desinteresado, como recibir valoración, sentirnos útiles, justificar la opción vital, creernos necesarios…” (Pág. 125)

“Sin duda, la disminución nos sitúa ante un peligro oportuno o una oportunidad peligrosa. Quizá lo más sabio pase por aprender aquello que la gastronomía nos puede enseñar sobre la reducción. En el ámbito de la cocina se denomina así al modo de espesar una sustancia líquida. Al hervir se consigue que esta pierda agua y adquiera un sabor más intenso. Aunque se pierde en cantidad, al reducir se aumenta el potencial de las salsas, pues ganan en aroma y en gusto.
Si nos aplicamos esta imagen, también nuestra reducción personal, comunitaria y eclesial puede ser la condición necesaria para ganar en sazón. Estamos ante la encrucijada de, o bien añorar una situación que no volverá, agarrándonos con uñas y dientes a cualquier posibilidad de esconder nuestra fragilidad, o bien eliminar de nuestra vida todo aquello que sea irrelevante y que nos hace insípidos, para concentrar nuestra energía en aquellas realidades que sí son relevantes a los ojos del Único importante.” (Pág. 166)


El vídeo se iniciará en el momento en que empieza a hablar del libro (duración de alrededor de 20 minutos), pero antes, en el vídeo tienes una buena presentación de la autora (total son 56 minutos)