Espiritualidad feminista
“Sostengo la teoría de que únicamente lo que toca el corazón se aloja verdaderamente en la mente. La memoria está hecha de lo que ha incidido en nuestra vida. Por eso en los últimos años los datos están en declive, porque son inútiles. Pero el toque suave, las palabras duras, las alegrías profundas y los grandes dolores no nos abandonan nunca. Para bien o para mal se quedan con nosotros. Están siempre presentes, apaciguando o torturando nuestra alma. Puede merecer la pena pensar sobre la pregunta clave que nos queda: ¿qué hacer con los sentimientos que constituyen un estorbo para nuestra alma?”
Joan Chittister (Memorias espirituales)
Creo que ha llegado el momento de liberar el sentimiento en el mundo.
La visión que hemos heredado de un mundo mecanizado y tecnológico de superpoderes y pueblos subdesarrollados se alimenta de la razón. La razón en este mundo funciona a partir de la fría y calculadora noción de que el poder hace el derecho y que los sentimientos son señal de fracaso. Pero únicamente los sentimientos, no la razón, llevan una etiqueta de garantía de humanidad. Los sentimientos nos exigen consagrarnos al amor y, de ese modo, no traicionarlo. Los sentimientos son signo distintivo de la espiritualidad feminista.
Ha llegado el momento de dar a los valores feministas su lugar, para que tanto los hombres como las mujeres puedan ser seres humanos en plenitud. Ha llegado el momento de dar a las mujeres, la otra mitad de la raza humana, el otro rostro de Dios, un lugar en la salvación tanto de nuestras religiones como de nuestras naciones. Ha llegado el momento de dar a los hombres el derecho a ser tiernos de corazón, humildes y compasivos, y a no temer ser vulnerables. Ha llegado el momento de que las mujeres, las portadoras de la vida, aporten al mundo la espiritualidad feminista de que carece el mundo actual.