Vivimos en un mundo lleno de ruidos que nos impiden escuchar lo que el corazón quiere expresar y el silencio ha de levantar su voz para hacerse notar más que las palabras que solemos pronunciar. El silencio intenta hablar de muchas formas.
Silencio interior que queremos que calle cuando habla de nosotros mismos y nos dice todas aquellas cosas que no queremos oír, por muchos motivos, algunos dolorosos que a veces preferimos olvidar, otras veces es por no escuchar unas verdades que exigen muchos cambios en nuestra manera de vivir dentro de nuestro mundo de seguridades.
Silencio exterior que nos habla de soledad, sobre todo cuando necesitamos voces que nos consuelen, cuando en el no podemos escuchar la voz de las personas que amamos y ya no están. Duele este silencio de soledad y queremos solventarlo con una llamada, un email o buscar a la persona amiga que nos diga lo que queremos escuchar en nuestro corazón.
A veces, quizás muchas veces, tenemos la impresión de que en estos silencios Dios calla, que está ausente. Tenemos la impresión de que no existe.
Que fácil nos resulta pasar de Él. Nos las arreglamos para buscar fáciles salidas a su silencio. Se convierte en un Dios escondido, que no se puede dejar ver, porque está en un lugar inaccesible y tan cercano como la intimidad de nuestro corazón. Pero es ahí donde no queremos asomarnos para no tener que reconocer su presencia.
Jesús de Nazaret también paso por estos silencios. Cuando más lo necesitaba, cuando llegó la hora decisiva de la traición, de las negaciones reiteradas, de la agresividad del mal y la injusticia flagrante…… ¡Dios se quedo mudo! Dios no vino a rescatarle de una muerte anunciada.
Pero Dios calla con esta suavidad suya tan característica, con ese silencio elocuente, con esa reserva paciente de su amor, que nos deja libres, solos, inermes ante la hora de la angustia, ante el misterio del dolor.
Dios calla, nos deja solos con nuestros pensamientos, pero nos da la inteligencia para pensar.
Cuando Dios calla no te inquietes, piensa que Él, a través de la vida, las personas, los acontecimientos, te va a sorprender.

¿Qué no te cuadra de Dios?
¿Qué le echarías en cara?
¿Te fías de Dios o de tus propios planes?
¿Jesús cuenta en tus decisiones?
¿Es el centro de tu vida?
¿Cómo te sientes cuando Dios calla?