En NAVIDAD
(En el siguiente enlace puedes bajar el archivo en pdf e ilustrado con imágenes Navidad-Rafamatas)

«No hay otro lecho que un pesebre para acostar a este niño recién nacido»
Lc 2,2 6

Llega la Navidad. Mi compartir bien se merece un poco más de espacio que lo habitual.PRESENCIA
Efectivamente, llega la Navidad.
Pero… ¿llega? ¿Qué Navidad llega?
Sin duda son estas próximas fechas unos días importantes para todos las personas y, de manera especial, para los cristianos. Recordar como el mismo Dios se encarna en medio de nosotros exige todo un acto de fe. El misterio por el cual Dios se hace como tu y como yo no puede pasar desapercibido ni quedar adormecido por reclamos comerciales que nada tiene que ver con el sentido profundo de este «recuerdo». O lo pasamos por nuestro corazón o se quedará en simples sensiblerías, nostalgias, respuestas acomodaticias que calman conciencias… pero carecerá del verdadero sentido por muchos «hacia Belén va…» que cantemos.

Sabemos de sobra como va el mundo y cómo vamos nosotros. Resisto a la tentación de escribirlo… pero me digo: en un mudo así ¿qué Navidad? Eso, ¿qué Navidad celebrar?

Precisamente en un mundo así tiene más sentido que Dios llegue. Llega para recordarnos que todos los hombres y mujeres somos hermanos y hermanas. Él nos recuerda que no estamos en este mundo para aprovecharnos unos de otros, sino para dar lo mejor que tenemos a los demás.

Siempre me he emocionado en nuestras celebraciones de Nochebuena por la normalidad en compartirla (al menos en Pont d’Inca y en Paterna) con nuestros jóvenes de emancipación y familiares. En otras épocas no sé si hubiera visto excesivamente bien… tengo mis dudas. Hoy sí, y a quién no le guste: que se lo ha mirar, pienso. Es un gesto, un signo de nuestra buena salud mental y espiritual.

Además, viendo la cara de muchos de nuestros Hermanos mayores, creo que este gesto (junto con otros) demuestra nuestro firme propósito de «dejar que Jesús viva en nuestros corazones, siempre». Tantas veces lo repetimos al día que puede quedarse es eso, una simple expresión de buena voluntad. Lo decimos bostezando, buscando páginas del diurnal, mirando al calendario, o sacando un orden de día o encendiendo un ordenador… lo decimos por activa y pasiva… no es que este mal decirlo, claro que no, pero lo importante es vivirlo y celebrarlo.

Desear que Él viva en nuestro corazón sólo es posible si le amamos de verdad. Por tanto, siguiendo a nuestro Fundador, lo primero que nos hemos de cuestionar es si, de verdad, «estamos en este mundo sino para amar a Dios y complacerle» MF 90,1,1. Navidad, es un buen momento para una seria reflexión acerca de nuestra fe (a ejemplo de los pastores) y del lugar que ocupa Dios en nuestra vida (a ejemplo de los magos de Oriente). San Pablo nos lo expresa de la siguiente manera «cuanto hagáis, sea de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesucristo» Col 3,17. Buena síntesis.

Desde el convencimiento de que, efectivamente, Dios es fundamental para mí y creo que para vosotros también, me pregunto a qué nos invita nuestra espiritualidad lasaliana en estos días, y no evito acudir a San Juan Bautista de La Salle en el cuál siempre podemos encontrar referencias vitales. Desde mi experiencia personal os comparto que estos días quiero que sean días para:

– La ACOGIDA. Acoger es el gesto más humano de la Navidad. Claro, acoger preferentemente al… (poned rostros cada uno) porque acoger al amigo, al que me cae bien… no tiene nada de especial.
¿Son nuestras familias, nuestras comunidades… espacios de acogida especialmente del que más la necesita? ¿Quién ocupará nuestras habitaciones durante estos días? Me refiero a las que están cerradas, claro está. ¿Con quién compartiremos mesa y mantel? Nuestro Fundador nos recuerda: «Si en Belén hubieran mirado a la Santísima Virgen como la madre del Mesías, y la que muy pronto daría a luz al Dios hecho hombre, ¿quién se hubiera atrevido a negarle alojamiento en su casa? ¿Y qué honores no le habrían tributado en toda la Judea? Pero como sólo la consideraban persona corriente y la esposa de un artesano, en ningún sitio había habitación para ella». MF 85,1,2. Pues por ahí va una primera actitud que, personal y comunitariamente, nos debe interpelar, la acogida.

– Renacer a la VIDA ESPIRITUAL. El nacimiento de Jesús nos recuerda la necesidad de nacer también nosotros a la vida del Espíritu. El tiempo de Adviento y los días que faltan para que llegue la Navidad, si no pasan desapercibidos, nos están ayudando a prepararnos, pero el verdadero nacimiento a la vida espiritual es para la cotidianidad de todo el año, no sólo en los momentos fuertes. Centrándonos en estos días, el Fundador nos dice: «Puesto que sabemos que Jesucristo ha de venir hoy a nosotros, y lo reconocemos por quien es, preparémosle una morada digna de Él, y dispongamos de tal manera nuestro corazón para recibirlo, que le resulte agradable establecer en él su residencia». MF 85,3,1 y para ello, sigue diciéndonos: «…hay que nacer a la vida espiritual: despojado y desnudo de todo» MF 86,1,2 como Jesús. Despojado de prejuicios, de condicionantes… despojado de lo superfluo, de lo superficial… y, conocedor de las dificultades que ello contrae, nos dice: «…necesitáis guías que os dirijan sensiblemente» MF 90,1,1. Uff, ahí nos da de lleno… Cuidar más intensamente nuestra vida espiritual.

– La AUSTERIDAD. Lo reconozco. Vivir la austeridad aquí, en La Tortuga, es sumamente fácil. Es el pan nuestro de cada día. Lo difícil es ser austeros en nuestra tierra. Más difícil todavía es vivirla durante la Navidad. Qué sería de la «Navidad» sin una buena mesa, sin un extras, sin unos regalos… No, lejos de criticarlo pues lo practico toda la vida, nos debe más bien cuestionar no sólo para estos días sino siempre. Nuestro Fundador nos recuerda: «No nos extrañemos, por lo tanto, cuando carezcamos de algo, incluso de lo necesario, puesto que Jesús, al nacer, careció de todo». MF 86,1,2 Austeridad.

– Reconocer a Dios en los DEMÁS. De la misma manera que los pastores «reconocieron, por una luz interior con que Dios los había iluminado, que aquel niño era realmente su Salvador» MF 86,3,1 necesitamos ser capaces de reconocer a Dios presente en el otro, en las demás personas, en el prójimo. Es difícil, lo sé. Ver en el mendigo, en el pobre… incluso en nuestros alumnos al mismo Dios, exige una fe y un «celo ardiente» muy desarrollado. En la misma comunidad nos cuesta mirar «con los ojos de la fe» y descubrir a Dios en el hermano o la hermana. Sien embargo San Juan Bautista de La Salle nos invita a ello en muchos de sus escritos. Desde el contexto navideño recuerdo aquello de «Reconoced a Jesús debajo de los harapos de los niños a quienes tenéis que instruir, y adoradlo en ellos» MF 96,3,2 Ahí tenemos otro reto para pensar en estos días. Presencia de Dios en el hermano.

· La EVALUACIÓN. Nuestro Fundador quería que aprovecháramos estos próximos días a evaluar el año. Varias de sus Meditaciones van orientadas a ello. Hemos de reconocerlo, pasan los días y con frecuencia no nos detenemos en analizar qué pasa en lo que pasa. Evaluar no es nuestro fuerte, en todo caso somos «evaluadores», por eso no es de extrañar que nos «ocupemos poco de nosotros» en cuanto a nuestro crecimiento interior, a nuestro estilo de vida y de relaciones, en cuanto a nuestra manera de desarrollar nuestra misión etc… He aquí una pequeña selección lasaliana que nos puede ayudar a este punto:

– Respecto a nosotros mismos:
«¿Habéis pensado a menudo durante este año, que puesto que Dios os ha dado la vida y os ayuda a realizar todas vuestras acciones, todas ellas han de estarle consagradas, y que lo ofendéis cuando las ejecutáis por otro fin distinto de Él?» MF 90,3,2
«¿Cómo os habéis comportado con vuestros superiores durante este año? ¿Los habéis mirado como a ministros de Dios, que os han sido puestos de su parte» MF 91,1,2

– Respecto a nuestras relaciones con los demás:
«Cada uno tiene sus cargas, pero de ordinario no es precisamente quien las tiene el que las lleva, pues no es él quien siente su peso, sino aquellos con quienes se relaciona». MF 91,2,2
¿Cómo lo llevas? (Diría nuestro recordado H. Pascual Muñoz).

· Respecto a nuestra misión:
«Lo primero que debéis a vuestros alumnos es la edificación y el buen ejemplo. ¿Os habéis aplicado a la virtud con la intención de edificar a vuestros discípulos? ¿Habéis pensado que debéis ser su modelo en las virtudes que deseáis que practiquen? ¿Os habéis comportado este año como deben hacerlo los buenos maestros? » MF 91,3,1

Llega la Navidad. ¿Llegará a nuestra vida?
¿Dejaremos que realmente ÉL viva en nuestros corazones, siempre?
Desde La Tortuga, desde Haití yo me comprometo a intentarlo.

Feliz Navidad, cuando llegue.
Y mi oración:

NAVIDAD, siempre Navidad.

En cada inicio gritamos
¡Viva!

Pronunciando su nombre
¡Jesús!

Colocándolo en nuestro centro ¡En nuestros corazones!

y, solemnemente, proclamando ¡Por siempre!

Cada día, cada instante de nuestra vida ¿es Navidad?
¿Vive Jesús SIEMPRE en nuestros corazones?
¿Sí? Entonces ¡es NAVIDAD!
¿No? Entonces… Ha de nacer de nuevo.
Necesitamos volver al «primer amor».

Desde la fe, sabemos que se hizo…
que se hace… uno de nosotros.
Se encarna.

Desde la esperanza, reconocemos que lo hizo…
que lo hace… en la pequeñez… en un niño.
Ensalza a los humildes de corazón.

Desde la caridad, verificamos que eligió…
que elige… La sencillez de un pesebre…
Dignifica la pobreza.

¿Qué nos pides, Señor?
A los Lasalianos de corazón nos pides:
«Que te reconozcamos debajo de los harapos…».
«Que te adoremos en los más vulnerables…».
«Que te preparemos, nuestra morada, nuestro corazón… ¡Dignamente!».
«Que te permitamos encontrar posada en nuestra vida».

Señor,
que como los magos, tengamos sabiduría para buscarte.
que como los pastores, tengamos fe para descubrirte.
que como los ángeles, tengamos necesidad de alabarte, glorificarte.

Que nos guíe tu estrella. La Vida.
Que nos ilumine en la oscuridad. La Verdad.
Que nos indique el destino. El Camino.

Camino, verdad y vida.
¡Eres Tú, Señor!
Para esto naces y renaces,
entonces, ahora y siempre.
Por eso, cada día puede ser Navidad.

Navidad, misterio… pero de amor.
Navidad, acto de fe.
Navidad esperanza para toda la humanidad.

Ayúdanos, Señor,
a descubrirte dentro de nosotros,
a reconocerte en los hermanos,
a alabarte en lo creado…
¡Pero SIEMPRE¡ Cada día, también en Navidad.

 

H. Rafa Matas
La Tortuga, diciembre2014