Autor: Diarmuid O’Murchu

Editorial: Sirena de los vientos. Colección Despertar. Madrid, 2016. 302 páginas.
ISBN: 978-84-617-4685-9

Breve resumen: Un libro con un enfoque innovador al hablar de Dios, pues coloca al Espíritu como fuente originaria de todo lenguaje sobre la divinidad. Desde un enfoque interdisciplinar: cosmología, física, antropología, psicología, teología… el autor va construyendo una nueva manera de decir “Dios”. Rescata el valor de las creencias indígenas, reordena la manera habitual en que explicamos en el cristianismo la Trinidad, reconstruye el concepto persona como pertenencia, relación. Seguramente les parecerá muy atrevida esta manera de pensar la espiritualidad, pero seguro que les inspira a ampliar la mirada sobre lo religioso. El libro nos ayuda a conectar con el diálogo fe, cultura y ciencia, también el diálogo con otras creencias, tan necesario en nuestra escuela lasaliana. “Pentecostés no es un evento singular, sino un despertar que ocurre una y otra vez en las dinámicas inspiradas por el Espíritu que caracterizan la totalidad de la creación de Dios” (Pág 268).

A continuación te invito a revisar el índice completo del libro, resulta muy revelador. O también puedes ir directamente a algunas citas que destaco.


INDICE:

Agradecimientos.
Introducción
Introducción a la edición española.

Capítulo 1. Locura con método.
La experiencia de confiar.
Estrategia multidisciplinar.
El Espíritu que sopla.
La Creación como revelación primaria

Capítulo 2. En el principio.
La explosión que irradió.
Orígenes religiosos.
Revisando el Génesis.
Los orígenes fascinan.
La mente inspirada.
El Espíritu vivificador.

Capítulo 3. A partir del vacío.
El vacío energético.
Cuerdas vibratorias.
Significado desde el interior.

Capítulo 4. Activando la Energía.
Intuición científica.
La capacidad para auto-organizarse.
¿Existe una razón de ser teológica?
Lo sobrenatural en la creación.
Dones del Espíritu.

Capítulo 5. Y hubo vida.
El origen de la vida.
Vida en acción.
La vida como sistema.
La vida como proceso cósmico.
El Espíritu de vida.

Capítulo 6. La red relacional.
El universo entrelazado.
Relaciones vibratorias.
Implicaciones teológicas.
En el nexo de relación.
El Espíritu relacional.

Capítulo 7. Gran Espíritu: Sabiduría aborigen.
Más allá de la religión.
Religiones nativas americanas.
Aborígenes australianos.
La espiritualidad de los nativos americanos.

Capítulo 8. El Espíritu de África.
El Espíritu: antiguo y nuevo.
Animismo africano.
Espíritus africanos.
Un paisaje complejo.
¿Hay un Gran Espíritu en la espiritualidad africana?

Capítulo 9. El panteón asiático.
Las grandes religiones de Asia.
Creencias chinas antiguas.
Religiones Indígenas de Asia
El chamanismo y el Gran Espíritu.
El Espíritu subvertido.

Capítulo 10. El Gran Espíritu en el cristianismo
Actualizando el Espíritu Santo.
La Trinidad como enunciado arquetípico.
Entra la Iglesia.
La sabiduría ortodoxa.
Cristología del Espíritu.
Sabiduría desde Oriente.
Re-visionando al Creador.
¿Y qué pasa con Jesús?
La Trinidad vista de nuevo.

Capítulo 11. El Espíritu erótico en la creación.
El Espíritu erótico
El Espíritu de lo salvaje.
La creación erótica de Sofía.
El Espíritu de la No-dualidad.
El Espíritu amistoso.
Invocando al Paráclito.

Capítulo 12. ¿Un nuevo Pentecostés?
Trasfondo histórico.
Fiel a los orígenes del cristianismo.
Creencias clave actuales.
El impacto en las iglesias convencionales.
¿Revivalista en qué sentido?.

Capítulo 13. Obstrucción personal.
Definidos por la red de vida.
Innatamente relacionales.
Espíritu y persona.
Introduciendo lo transpersonal.
El Espíritu transpersonal.

Capítulo 14. El Espíritu que sopla.
Horizontes de mayor transparencia.
Primer horizonte: La noción indígena del Gran Espíritu.
Segundo horizonte: El Espíritu en la creación.
Tercer horizonte: El Espíritu de la personalidad.
Cuarto horizonte: El Espíritu en la religión.
Quinto horizonte: De tercero a primero en la Trinidad.
Sexto horizonte: Incluso Jesús es potenciado por el Espíritu.
Séptimo horizonte: Potenciación sacramental.
Octavo horizonte: El Espíritu que atrae.
Inquietud eterna.
La última palabra.

Apéndice 1: El espiritismo y el gran Espíritu
Apéndice 2: ¿Tiene San Pablo algo que ofrecer sobre el Gran Espíritu?
Apéndice 3: Carl Jüng y el Espíritu Santo.
Notas.
Bibliografía.


Citas que destaco:

“Creo que la espiritualidad (la creencia en la potenciación de la influencia del espíritu) es anterior a la religión formal en varios miles de años.” (Pág. 28)

“La creación en evolución es una sinfonía siempre en composición con el Espíritu Santo actuando como catalizador principal de esa sinfonía. No estoy interesado en intentar descubrir quién o qué es el Espíritu Santo; en cambio quiero aprender cómo puedo colaborar mejor con esta omnipresencia cósmica y creatividad terrena.” (Pág 33)

“ …inevitablemente, Dios tiende a ser percibido como una proyección antropocéntrica: Dios es el ser humano ampliado y agrandado. Fieles a la descripción de Aristóteles del ideal racional masculino, Dios tiene que ser, por tanto, masculino. Además, es descrito como el Único, el que gobierna y rige desde lo alto. Domina y controla como se espera que lo haríamos los hombres buenos. Este es el Dios que el científico Stephen Hawking tenía en mente hace muchos años cuando declaró «Vuestro Dios es demasiado pequeño para mí»: el Dios de la religión formal es demasiado antropocéntrico y eclesiástico para ser relevante a ojos de la nueva visión científica… Es la ciencia y no la religión la que está recuperando las profundidades místicas y espirituales de la creación que nos rodea. Para la mayoría la religión parece casada todavía con la idea de que el ser humano es primero y todo lo demás fue creado para su uso y provecho” (Pág. 48)

“El ruach indica el yacer en espera, eterno en todo momento. Es experimentado como inspiración más que como revelación” (Pág 69)

“El Espíritu no es solo otro campo de fuerza, sino que puede ser perfectamente visualizado como la fuerza que da energía y anima a todos los campos sobre los que la creación avanza y funciona…. La omnipresencia de Dios puede ser comparada a un espíritu sutil difundiéndose por todo el orden natural.” (Pág. 79)

“Estamos en un territorio más fértil al explorar los vínculos con la idea indígena del Gran Espíritu. Este es más un Dios inmerso en la naturaleza emergente y evolutiva de la vida, un Dios cuya presencia es persuasiva y activadora más que manipuladora y controladora. También es un Dios cuyo propio existir está envuelto en la propia creación. Esta es la posición de la teología del proceso… En esta síntesis Dios no es concebido como una persona, sino como una fuerza vital transpersonal que nunca puede ser reducida a la creación física (esencialmente porque la creación de todos modos no es física) y, a pesar de todo, se filtra y caracteriza cada aspecto de su crecimiento y desarrollo.” (Pág. 84)

“Ágape es el método simbólico de comunicación divina.” (Pág. 85)

“Lo que se describe aquí implica, entre otras cosas, un cambio significativo en nuestra comprensión metafórica de Dios. Nos referimos alegremente a la idea del poder de Dios, descrito como alguien que manda, gobierna y controla. Con demasiada facilidad esta metáfora conduce a una grieta dualista entre el todopoderoso Dios y los impotentes seres humanos. Las teorías codependientes de redención y salvación se suceden enseguida, a menudo conduciendo a la noción de humanos imperfectos habitando una creación imperfecta. Todo ello resulta en un Dios violento que contraviene la santidad y mutualidad de todo en la creación. Es un callejón sin salida teológico.

El cambio metafórico de poder a energía nos mueve hacia niveles más profundos de entendimiento y compromiso… No encontramos a un Dios controlador, judicial, sino un tentador sentimiento inspirador de Santo Misterio que impregna y anima todo lo que existe. Esta visión reta también nuestro propio antropocentrismo. No somos el centro del universo y, ciertamente, no estamos al cargo ni en control. Nuestro papel es el de participación mutua, relacionándonos creativamente con nuestro Dios relacional, cuya presencia y propósito básicos están encarnados en la energía viva del propio universo. Esta energía/presencia relacional es lo que la teología llama Espíritu Santo de Dios.” (Pág 88)

“’Seremos capaces de transmitir el mensaje del Evangelio de una manera más significativa si empezamos desde el Espíritu, más que desde el Jesús histórico. Al fin y al cabo, preparar al mundo para recibir a Cristo es el papel del Espíritu predecesor’. (Citando a Kim 2007)” Pág. 198.

“La renovación de la Trinidad que sugiero empieza con la dimensión del Espíritu vivo, la energía fundamental que inspira incluso la propia creatividad de Dios, encapsulada en la noción de Padre/Madre creador. Esta creatividad expresada en nuestra humanidad autoreflexiva -desde un punto de vista cristiano fue vivida de una forma ejemplar por el Jesús histórico. Las tres dimensiones trinitarias forman una unidad arquetípica, con relacionalidad en sus propios cimientos y esta racionalidad explosiva es lo que testificamos cada día en la magnificencia de la creación que nos rodea.

El cristianismo convencional ha perdido el poder real del Espíritu y, en correspondencia, la sabiduría encarnada del cuerpo como cosmos, planeta y persona. Esta creatividad subyacente -sin principio ni fin- es el erotismo del Santo Misterio, que ha sido brutalmente rebajado por el excesivo racionalismo, antropocentrismo y dominación patriarcal. No podemos mantener prisionero por más tiempo lo erótico y el que Espíritu que sopla donde quiere, revisitando el paisaje espiritual con una sabiduría inquietante, pero oportuna.” (Pág. 206)

“A menudo sucede [en el movimiento pentecostal] una gran liberación emocional de gente encerrada en el dolor, el sufrimiento, la opresión o el miedo. Hay presente un sentido distintivo de compañerismo y solidaridad, el tipo de comunidad íntima y potenciadora que muchas iglesias prometen, pero pocas cumplen. La iglesia provee una salida para la alabanza y la celebración espontáneas que a menudo son reprimidas en las iglesias convencionales, donde las fórmulas de adoración pueden ser verborreicas en exceso. Esta potenciación de los miembros del colectivo está documentada por Anderson (1992), mientras que el investigador nigeriano Ogbu U. Kalu (2008) describe el impacto potenciador en el pueblo africano, precisamente por ratificar su visión primaria del mundo y la naturalidad que ellos emplean en los momentos de culto.” (Pág. 234)

“La pertenencia es el elemento determinante en este nuevo entendimiento. Nos convertimos en lo que somos -y lo que nuestro potencial hace posible- a través de nuestra capacidad de pertenecer. El aislamiento y la autonomía individual socavan el potencial para pertenecer. Pertenecer en este contexto no es solo una forma de camaradería humana, sino que está definido fundamental mente como una herencia cósmica, una disposición planetaria y un don conferido espiritualmente. En una palabra, estamos programados para pertenecer.” (Pág. 250)

“Esta reordenación de la Trinidad parece haberse originado en los académicos cristianos de Asia. Un sentido de Dios como Espíritu más penetrante caracteriza varias de las religiones orientales y también es discernible en una amplia variedad de espiritualidades indígenas asiáticas. Mientras que la idea de un Dios personal es de suma importancia para los occidentales (p.ej. los cristianos), la sabiduría asiática encuentra el concepto occidental de personalidad demasiado estrecho, reduccionista biológicamente y corrompido con intención patriarcal e imperial. El concepto Dios del lejano oriente se percibe como una fuerza vital cósmica, que incorpora todas las formas de vida incluyendo a las personas. Es transpersonal más que personal.” (Pág. 261)