Autor: Gonzalo Díez, Luis Alberto.
Editorial Perpetuo Socorro, Madrid, 2019. Colección Vida Consagrada, 2. 481 páginas.

ISBN: 978-84-284-0820-2

Breve descripción: Me ha resultado apasionante leer el libro. Me lo aconsejó y prestó el Hno. Vicente Clemente: gracias. El autor es claretiano y director de la “Revista Vida Religiosa”. Me parece muy interesante su visión del futuro de la Vida Religiosa, de cómo reorganizar las comunidades, del liderazgo…; la podrás saborear, espero, en las abundantes citas que encontrarás aquí debajo. Y te animo a trabajarlo personalmente y en comunidad. Puedes también consultar el índice completo del libro clicando aquí.
Estoy seguro que el contenido del libro no te dejará indiferente. Una duda me inquieta: ¿estamos aún a tiempo de acoger lo que el Espíritu está susurrando a la vida religiosa?

Citas que destaco:

“La originalidad de mi estudio, no obstante, radica en la convicción de que los ‘signos del Espíritu’ hoy se descubren en personas y grupos que intentan hacer surgir nuevos modelos de comunidad, bajo la guía del Espíritu”. (Pág. 18)

“La lucidez de la vida consagrada para los tiempos nuevos vendrá, como intentaré mostrar, de dejarse pensar, orientar y enriquecer por la centralidad y dinámica de la Misión en las que todas las formas de vida cristiana y de ministerio están llamadas a implicarse. “ (Pág. 40)

“El contexto generalizado de competitividad y mercado tiene, en este momento de la comunidad, una incidencia relevante y puede provocar, a partir de algunas iniciativas de reorganización, la aparición de estilos, grupos o lobbies que, ante todo, garanticen la estructura y organización para que la comunidad funcione para producir, sin tiempo para conectar con su razón última, el sueño de Dios de lo que se ofrece, representa o propone.” (Pág. 43)

“Sólo una gran propuesta espiritual reforma a las órdenes y congregaciones o institutos que quieren tener vida. La cuestión no es ‘qué ofrezco y qué me piden, qué obras tengo y qué estructuras’, sino qué está pidiendo hoy Dios a una comunidad en misión que se quiere entregar totalmente a la causa de su Reino.” (Pág. 59)

“…encontrar aquellos acentos de novedad que sitúen la comunidad en el corazón de una reorganización de la vida consagrada que la devuelva pequeña, significativa y resonante.” (Pág. 78)

“La vida fraterna es uno de los aspectos que mayormente buscan los jóvenes cuando se acerca a vuestra vida; es un elemento profético importante que ofrecéis en una sociedad fuertemente individualista… Es necesario un discernimiento serio y constante para escuchar lo que el Espíritu dice a la comunidad (Cf. Ap 2, 7), para reconocer lo que viene del Señor y lo que le es contrario (Cf. Vita consecrata, 73). Sin el discernimiento, acompañado de la oración y la reflexión, la vida consagrada corre el riesgo de acomodarse a los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo, el materialismo; criterios por los que la fraternidad viene a menos y la misma vida consagrada pierde atractivo y garra. Sed maestros de discernimiento, a fin de que vuestros hermanos y vuestras hermanas asuman este habitus y vuestras comunidades sean signo elocuente para el mundo de hoy.” (Benedicto XVI, Discurso del Santo Padre a los superiores y superioras generales, 5 de diciembre de 2015). (Pág.105)

“[Nos hemos ido organizando] Pero no ha sido solo por fidelidad y por el aprendizaje que nos ofrece la historia, sino por comodidad y por haber perdido la mordiente evangélica de la novedad. Y también, por haber integrado que, en una edad avanzada, ‘no se puede nacer de nuevo’.” (Pág. 124)

“La red de presencias clarísimamente respondió en su momento y, hoy, se convierte en un cúmulo tal de decisiones su sostenimiento que quien a ello se dedique terminará por identificar misión con un ejercicio inmobiliario de sostenimiento. La cuestión de fondo de este asunto me parece clara. La premisa inicial ya es equívoca pues reduce la reorganización a las estructuras conocidas y existentes. Algo así como si la Espíritu le pusiéramos una barrera de la cual no pudiera pasar y, mucho menos, pudiera ofrecernos alternativa. Los años y el desencuentro de las estructuras con la realidad nos va diciendo que, no solo, no es cuestión de adecuar estructuras, sino que una auténtica reorganización que quiera llenar de vida pasa, en buena parte de los casos, por derruirlas.” (Pág. 133)

“El gran objetivo de la reorganización no debe ser otro que ‘dar densidad evangélica a las presencias de la vida consagrada’ allí donde se ubican. Y esta densidad evangélica no se reduce a una mera presencia significativa, sino –y más dentro del contexto europeo- a una ofrenda gratuita al servicio de personas y sociedades rotas.
La fragilidad de una comunidad convocada por y para el Reino, con las vidas libres de hombres y mujeres sin otras ataduras que los compromisos adquiridos en Dios, son los gestos de reforma que sostienen una auténtica reorganización con densidad evangélica.” (Pág. 139)

“[Nacer de nuevo]… no se conseguirá concentrando a personas en grupos comunitarios o sobrecargándolas de nuevas tareas, que ha generado el frenesí y vértigo de la acción. Se necesitan, más bien, espacios de personalización, ritmos de desaceleración, silencio, gratuidad, para que emerjan comunidades que vivan y actúen desde el Evangelio: integración de vida y misión.” (Pág. 142)

“…lo que sostiene la reinvención de una familia religiosa es la visión, la creatividad y el sueño utópico de volver a unos orígenes, ciertamente, nuevos y transgresores.” (Pág. 156)

“Estamos en un momento que exige nuevos conceptos y nuevas metáforas, menos inspirados en imágenes arquitectónicas, sólidas, definitivas y estáticas, y más en imágenes proteicas, fluidas, flexibles y dinámicas.” (Pág. 217)

“Asumir este principio [descenso kenótico], resulta especialmente doloroso en España, por ejemplo, donde a pesar de la fragilidad, todavía hay una ingenua conciencia de fortaleza que dificulta la revitalización estructural. Dicho con otras palabras, todavía pesa mucho lo que podemos perder si nos embarcamos en una experiencia mística de éxodo e itinerancia, frente a la solidificación cuidada y permitida durante décadas.” (Pág. 221)

“De la excesiva preocupación por las obras e instituciones y ocupación en ellas es necesario volver a recrear la comunidad, como espacio de libertad, fe, comunión y formación transformadora; espacio donde se sienten los hermanos o hermanas convocados por el mismo Dios y movidos y lanzados por el mismo Espíritu de Jesús para responder a los desafíos discernidos.” (Pág. 221)

“A pesar de tanta renovación, en la vida consagrada, seguimos orando como hace décadas. Y además, sin dudarlo, ‘el joven no se asusta de orar, pero sí de repetir rezos’.” (Pág. 240)

“Tres aspectos caracterizan el nuevo paradigma de reorganización comunitaria:
– La vinculación con la realidad…
– La fraternidad o sororidad…
– La visión ecuménica que configura una comunidad ‘más allá de los muros pequeños de la reciente’ historia confesional…” (Pág. 254)

“El singular atractivo de la vida consagrada no reside en las obras que la expresan, sino en la mística comunitaria carismática que anima cada presencia.” (Pág. 267)

“Nunca ha estado en los orígenes de la vida consagrada ser solución, pero sí la respuesta.” (Pág. 270)

“[El nuevo paradigma de reorganización] Es un ejercicio de disponibilidad y novedad que supondrá la retirada de lugares tradicionales y, por ello, agotados, y la inauguración de contextos nuevos, evangélicos y de nueva configuración y, por ello, lugares de presencia de la ofrenda de la fraternidad sencilla, accesible y creíble.” (Pág. 277)

“[El líder] Tiene objetivos claros. Sabe dónde va.
Si algo desconcierta es no saber bien a dónde vamos. El imperativo de que quien guía intuya, ante un mañana incierto, es imprescindible. La vida comunitaria del siglo XXI necesita tener líderes que tengan visión, sepan a donde van y lo sepan proponer.” (Pág. 302)

“Para que la fraternidad religiosa recupere su capacidad para ser algo alternativo debe abrirse a experiencias mucho más arriesgadas y frágiles. Y estas deben ser guiadas por personas dispuestas a afrontar esa fragilidad.” (Pág. 317)

“Para adquirir una nueva visión de la reorganización comunitaria, desde mi punto de vista, se hace imprescindible que la vida consagrada en España y Europa, asuma diez rasgos que son una auténtica transformación de la conciencia… (Pág. 381)

1.- Comunidad de iguales donde uno solo es el Señor y Maestro: Quizá si la equidad aparece como punto de partida en quienes están dispuesto a vivir en comunidad, será un principio que libere otras donaciones y entregas que tradicionalmente hemos situado en las esferas de la espiritualidad. Por eso, en esta tarea de proponer una nueva comunidad, ‘el primer cambio que toca hacer es construir de veras la primera persona del plural, que es la primera, antes que nadie vamos todos.’” (Pág. 386)

2.- Comunidad de ‘encuentros’: interpersonal y contextual… Cultura del encuentro… ‘El encuentro es lo opuesto al ‘descarte’ y pide la cura de la ética del buen samaritano […] desafiando las barreras etnoculturales (universalidad) y con acciones sencillas de atención y curación (concreción). Ahí encontramos el significado profundo de la ‘inclusión’ como una expresión de la cultura del encuentro. […] La cultura del encuentro es la cultura de la ‘universalidad concreta’. Martínez Julio. La cultura del encuentro, 53. “ (Pág. 388)
La visión en este momento no es encontrar personas fuertes que vengan a salvar los carismas, sino personas conscientes de su debilidad capaces de dejarse recrear por la novedad de los carismas. 

3.- Comunidad, donde el carisma se encarna y re-actualiza. Es cambiar de perspectiva. No se trata de articular lo que ofrecemos desde nuestra historio o seguridades, sino desde ese abrirnos a un diálogo sincero con la realidad para entender y responder conforme a lo que nuestra congregación y orden provoca, sea esto positivo o no…

Nuestro nombre: ¿Cómo te llamas?
Nuestra identidad: ¿Quién eres?
Nuestra conciencia: ¿Quién te conoce? Se refiere a la visibilidad de la comunidad.
Nuestro rostro comunitario congregacional: ¿Qué evocas? en el corazón de los que buscan.
Nuestra fidelidad al carisma: ¿Quién te necesita?… obliga a interrogarse a quienes actualmente viven en la comunidad, para su conexión con la realidad… Cuando alguien ‘necesita’ el carisma que consigue transparentar la congregación, orden o comunidad, para realizar su proyecto vocacional, es el principal signo de estar inaugurando un nuevo estilo de reorganización marcado por la vida.
Nuestra riqueza congregacional: ¿A quién emocionas? Muchas veces hemos pensado que una razón para sostener y asegurar los principios era saber detallarlos, ofrecerlos en clave de exigencia y mostrar rigurosidad. Nuestro tiempo no asume esta forma de argumentar. (Pág. 394)

4.- Comunidad inquieta por los desafíos emergentes y las urgencias de transformación… Detenerse, parar, callar y entender los clamores más auténticos de la humanidad que, a su vez, son los clamores reales de la divinidad.” (Pág. 395)

5.- Comunidad ‘presencia’ y ‘en salida’: …el don carismático se encuentra mejor en la debilidad del intento que en la fortaleza de la historia. La auténtica reorganización en el Espíritu pasa por una configuración mística mediante la cual los consagrados y consagradas recuperen la capacidad de dejarse enamorar por la limpieza de los carismas sin el ropaje histórico de seguridad con que los hemos envuelto.
Habrá comunidades significativas cuando estas se sitúen allí donde la vida se juega y conjuga en la calle, en los círculos de búsqueda de futuro, en las masas migrantes y en un contexto hostil, como es el europeo. Comunidades desplazadas para hacer del barrio el lugar de culto y celebración. Comunidades que lleguen, porque están presentes, donde la estructura eclesial, más estable y tradicional, no puede llegar. (Pág. 400)
Nacen los gestos proféticos que desbloquean la fuerza de la costumbre y se comparte la profecía: ‘Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verás visiones’ (Joel 3, 1 y Hch 2, 17)

6.- Comunidad pobre y para los pobres… Así, en todos los tiempos y momentos de la historia, la fecundidad de las órdenes e institutos de vida consagrada ha estado muy vinculada a la capacidad para responder a las situaciones de pobreza, debilidad y muerte de sus contemporáneos. Desde los orígenes, la lucidez para expresar una solidaridad efectiva con las situaciones de dolor ha sido uno de los indicadores de verdad de los carismas.” (Pág. 404)

Muy probablemente en España y el resto de Europa la vida consagrada no viva, ni tenga que vivir, una desamortización impuesta, lo que no rebaja la tensión de asumir y aceptar una auténtica desamortización voluntaria que parta del discernimiento de las comunidades locales que quieren hacerse presentes de una manera más real en las luchas y fracasos de sus contemporáneos. Lo que aparentemente está siendo una seguridad para los religiosos es, en realidad, una condena, que los conduce a un grado de extenuación, sin significación alguna, en sus contextos.” (Pág. 406)

7.- “Comunidad en circularidad vocacional y misionera con el pueblo de Dios… Nunca como en este momento histórico para llegar a comprender que la misión compartida forma parte de la identidad de quienes viven en comunidad.” (Pág. 407).
“En la nueva visión de la reorganización que sostengo y propongo ha de adquirir la misión compartida un convencimiento mucho mayor. Se ha de convertir en una línea transversal a la hora del discernimiento de cuáles han de ser las líneas fuerza, los lugares de misión, el estilo de la misma y el signo de comunión que los consagrados pueden ofrecer.” (Pág. 409)

“…es dejarnos opinar, ver, evaluar y enriquecer por otras formas de seguir a Jesús, el maestro.” (Pág 410)

“Los procesos formativos tradicionales de la vida consagrada, ya sean iniciales o permanentes manifiestan un agotamiento muy explícito, precisamente por cierto matiz reductivo y exclusivo, alejado de la realidad. Por mantener círculos pequeños de comprensión que los hacen redundantes y aislados, cuando lo que está pidiendo este tiempo es una visión de universalidad y pluralidad, una comprensión holística de la persona…”(Pág 410)

8.- Comunidad sin sobrecarga institucional y con liberta profética… Además de ser conscientes que hay obras de misión que han caducado, la regeneración comunitaria solo brotará cuando haya disponibilidad de los miembros de los institutos para inaugurar un estilo nuevo de presencias al margen de las estructuras estables que, en este momento, poseen. Un cierre o traspaso gradual de las obras que tradicionalmente dieron a la vida consagrada un peso histórico y reconocible en educación o sanidad, hubiera liberado en edad de misión a un buen número de consagrados que, en Europa, habrían proyectado otros modos de presencia, otra agilidad y libertad al don carismático encarnado. De igual modo, el estilo de pertenencia y discernimiento; los cauces de crecimiento y formación habrían sido muy diferentes.” (Pág 411)

“Para asumir una adecuada desamortización convergen aspectos muy importantes que conviene tener en cuenta:
– El primero es la libertad y versatilidad, por definición de la vida consagrada.
– El segundo va en la línea de la finura carismática y, por tanto, de confianza en las mociones del Espíritu. Así cada comunidad ha de empezar a formular respuestas en orden a ver qué quiere y dónde nos quiere el Espíritu. Aparecerán visiones generosas que hablen sin miedo de dejar de ofrecer lo que otros u otras ofrecen. Se posibilitarán traslados y nuevas experiencias de misión.
– El tercero en la línea del realismo que conducirá a la comunidad religiosa a la realidad social de la cual nunca debería haber salido… No tienen atractivo en este tiempo, ni posibilidad alguna, las comunidades ahorradoras que ‘sostienen ‘ espacios fuertes y obras ‘duras’; sino aquellas, creativas y ágiles, que experimentan la fragilidad de la vida al día, que la iguala a sus contemporáneos entre los que quieren ser luz.” (Pág 412)
– El cuarto, en la línea de la visión, que incide en la comprensión holística del carisma que va más allá de quienes comparten techo vital. La participación y enriquecimiento del seguimiento en misión compartida es un principio que libera a la vida consagrada de la presión por la posesión y el sostenimiento de lo que, paradójicamente, ya no se sostiene.” (Pág 413)

9.- Comunidad, espacio de júbilo para la vida consagrada jubilada… No se hace nada nuevo sin la provisión de un envejecimiento en novedad. Hay que tener en cuenta que la propuesta de innovación cuenta y ha de contar con la realidad de las vidas que se han gastado por y para el carisma en el ya agotado siglo XX.” (Pág 413)
Estos hombres y mujeres testimonian y transpiran su concepto e identidad de consagración, comunión y misión. Y esto es una riqueza, no una dificultad, cuando lo hacen desde una vida que ‘ha merecido la pena’, desde un convencimiento de que la misión recibida es mayor y mejor que la propia biografía, cuando se hace expresivo un agradecimiento real al don de la comunión que se ha disfrutado y se disfruta.” (Pág 414)

“Rut y su suegra Noemí… donde tú vayas yo iré…. [modelo para los jubilados] Rt 1, 16. “ (Pág 415)

10.- Comunidad local, inicio de reorganización congregacional… Desde la escucha de cada comunidad con sus búsquedas y logros; con sus dificultades, conflictos y rupturas, con su biodiversidad es desde donde una consagración puede hacerse un nuevo paradigma de reorganización que sea posibilitador, liberador y nuevo. Entiendo que es ese ámbito próximo y real –no ideal- el propicio para que se dé el encuentro con la realidad, la conexión con la fuente –el Espíritu- y así experimentar el imprescindible ejercicio de metanoia para dejar ir el ayer y dejar venir el porvenir.” (Pág 418)

“La cuestión hoy no es en cuántos contextos podemos estar, o cuántos países gozarán con la presencia de los carismas, sino cuántas comunidades con vida y con capacidad para preguntarse por el sentido de la vida, podemos constituir.” (Pág 419)

Índice del libro:

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PRIMERA PARTE
Comunidad de vida consagrada en Europa: el fenómeno y sus aporías.
 
Capítulo I: En tránsito y nuevamente desafiada.
I. La vida consagrada postconciliar en una Europa cambiante.
   1. El contexto: Europa y Ecclesia in Europa.
   2. La vida consagrada en tránsito: de un siglo a otro.
II. La vida consagrada en el contexto de la Europa del siglo XXI
   1. Reconfiguración europea e interpretación.
   2. Interpelaciones nuevas a la vida consagrada.
III. La comunidad ante el desafío de la híper-subjetividad y la híper-realidad.
   1. Ante el desafío de la híper-subjetividad.
   2. Ante el desafío de la híper-realidad.
Conclusión.
 
Capítulo II: Final de ciclo y nueva visión.
I. Síntomas y señales de cambio de época en la comunidad de vida consagrada.
   1. Comunidad en búsqueda de significatividad.
   2. Signos de vida.
   3. Convicciones emergentes.
   4. Capacidad autopoiética hacia un nuevo paradigma
   5. Señales que vienen de un porvenir añorado.
II. Reacciones y aporías
   1. Reacciones medrosas y mediocres.
   2. Procesos de re-organización: ¿plasmaciones de un ‘nuevo estilo’ o aporías?
   3. La desviación narcisista
Conclusión.
 
 
SEGUNDA PARTE
Luces y sombras que inspiran la necesidad de un nuevo discernimiento sobre los procesos de reorganización
 
Capítulo III: Impulsos del magisterio pontificio hacia una nueva configuración de la comunidad
I. Tres pontificados de signo diverso.
II Revalorización de la comunidad: El Jubileo del año 2000
III Líneas transversales: la comunidad en los tres pontificados
   1. La comunidad en el contexto teológico de la Alianza.
   2. La comunidad en el contexto de la fe compartida y celebrada.
   3. La comunidad, símbolo de comunión en un mundo fragmentado y de tendencia híper-subjetiva.
   4. La comunidad de la inclusión y diálogo intergeneracional, inter-cultural e inter-vocacional.
   5. Comunidad ‘en salida’ misionera: cambio de acento.
   6. La mística de ‘estar juntos’.
Conclusión.
 
Capítulo IV: La insuficiencia de los procesos de reorganización.
I. Los procesos de reorganización: límites y consecuencias para la comunidad.
II. Procesos de de-construcción y re-construcción
III. La reorganización institucional es solo un punto de partida.
   1. Principios de acuerdo: a partir de mínimos.
   2. Coincidencias que no sorprenden
   3. El dilema: entre la ampliación del espacio geográfico y la proyección de novedad en el tiempo.
   4. La referencia evangélica, base de la reorganización.
IV. El principio necesario: integración entre ‘vida y misión’.
   1. Comprensión de la vida como un don abierto.
   2. La misión como testimonio -en gratuidad y libertad-
      2.1. No es la persona para el sábado, sino el sábado para la persona.
      2.2. Generar procesos de vida y humanismo
      2.3. Agilidad e intuición en la misión
      2.4. La misión como donación generosa y no ganancia mercantil
Conclusión.
 
Capítulo V: Presupuestos para el necesario cambio de mentalidad.
I. Un nuevo ‘ethos’ y confianza en dinamismos de crecimiento
II. Hacia otros cauces de acogida.
III. La conciencia de la complejidad formativa
   1. La fragmentación.
   2. La comunión con el mundo.
   3. La identidad en búsqueda.
IV. La gestión carismática del decrecimiento y debilitamiento.
Conclusión. 
 
TERCERA PARTE
Hacia un nuevo paradigma de reorganización que tiene como centro la comunidad
 
Capítulo VI: Hacia la comunidad emergente en un tiempo nuevo.
I. El significado de ‘nuevo paradigma’
   1. Thomas Kuhn
   2. El paradigma y la ‘mayeútica histórica’.
   3. Nuevo paradigma y procesos de reorganización.
   4. Síntesis
II. Dimensiones desde las que debe surgir y configurarse el nuevo paradigma de comunidad
   1. La dimensión pneumatológica y utópica de un nuevo modelo comunitario.
      1.1. El principio ‘pneumatológico’
      1.2. El principio utópico.
   2. La dimensión antropológica: medidas teórico-prácticas para un cambio de paradigma.
   3. La dimensión vital: hacia una comunidad ‘espacio de vida’ o biocenosis
   4. La dimensión liminal: comunidades en el espacio mediador del sábado santo.
   5. La dimensión regeneradora y autopoiética.
III. Claves de dinamización comunitaria: metodológica e integradora.
   1. La clave metodológica:
      1.1. Primera etapa: ‘Hacerse cargo’.
      1.2. ‘Cargar’: la responsabilidad de cuidar el crecimiento.
      1.3. Posibilitar el crecimiento: ‘Encargarse’.
   2. La clave integradora: generaciones y estilos.
      2.1. La generación del nuevo milenio; hacia una ‘sabia’ integración, sin mermar su energía innovadora.
      2.2. Acogida comunitaria de la originalidad de las nuevas generaciones.
      2.3. La comunión, la belleza y la acogida.
Conclusión.
 
Capítulo VII: Nuevo paradigma organizativo de la comunidad: proceso, liderazgo, autogestión.
I. Desatar un proceso: que recupere y reorganice la comunidad como un organismo vivo.
   1. Visión esquemática del proceso
   2. Libres del peso de la eficacia
      2.1 Amor y no miedo.
      2.2. Equidad y sostenibilidad.
      2.3. Comensalidad plena
      2.4. Comunidad de vida y comunidad en red.
   3. La fortaleza de la comunidad es su debilidad
   4. La ‘eterna juventud’.
   5. Los márgenes del mundo
   6. La siempre amenazadora muerte.
II. Optar por un nuevo paradigma de liderazgo
   1. El ayer nos invita a otear el mañana.
   2. Recuperar la palabra dada: los capítulos.
      2.1. Es valioso porque cuenta con las personas.
      2.2. Es un discurso corporativo innovador y convincente.
      2.3. Construye un discurso programático desde el discurso de la vida.
      2.4. Apuesta por lo relevante y ofrece un servicio de síntesis.
      2.5. Conoce y posibilita la identificación de cada consagrado o consagrada con el ideal comunitario.
      2.6. Responde a la realidad psico-social de las personas y el tiempo.
      2.7. Interpela, moviliza y provoca búsqueda
      2.8. Es signo y expresión de pluralidad.
      2.9. Se concreta a partir de un discernimiento que abre la emoción y el compromiso.
      2.10. Es inclusivo, es para todos porque nace de todos.
   3. El liderazgo comunitario en el nuevo paradigma de reorganización
   4. Claves de liderazgo para un nuevo paradigma de reorganización
      4.1. Tiene objetivos claros. Sabe dónde va.
      4.2. Simplifica. Se centra en lo importante.
      4.3. Es generador o generadora de cambio
      4.4. Tiene deseo de ser líder. Está dispuesto o dispuesta a pagar el coste.
      4.5. E un experto en lo suyo. Formación.
      4.6. Decide y se atreve.
      4.7. Vigila el progreso y se compromete con él.
      4.8. Fomenta el riesgo. Acepta errores y reconoce los éxitos.
      4.9. Orienta hacia las oportunidades.
      4.10. Trabaja y se mantiene
   5. La reubicación de la comunidad religiosa.
   6. El doloroso proceso de ‘des-funcionariar’ la comunidad.
III. Cuidar el re-nacer de una nueva comunidad
   1. La encrucijada que anuncia el futuro emergente.
   2. Estaciones diferenciadas del proceso.
   3. Salir de donde estamos.
   4. Atreverse a abandonar (‘let go’)
   5. Re-dirigirse (‘let come’)
   6. Presenciar
   7. Darse cuenta
      7.1. Cristalizar
      7.2. Hacer prototipos
   8. Lograr una organización caórdica.
IV. Configurar la comunidad desde la autogestión: el protagonismo de todos.
   1. Los pasos del cambio
      1.1. Valorar los procesos
      1.2. Centrar el protagonismo en el ‘nosotros’ comunidad.
   2. Los protagonistas con el Espíritu de cambio.
      2.1. La persona convocada.
      2.2. La comunidad que convoca.
Conclusión.
 
Capítulo VIII: La nueva visión: rasgos del nuevo paradigma comunitario
I. Comunidad de iguales donde uno solo es el Señor y Maestro.
II. Comunidad de ‘encuentros’: interpersonal y contextual.
III. Comunidad, donde el carisma se encarna y re-actualiza.
IV. Comunidad inquieta por los desafíos emergentes y las urgencias de transformación.
V. Comunidad ‘presencia’ y ‘en salida’.
VI. Comunidad pobre y para los pobres.
VII. Comunidad en circularidad vocacional y misionera con el pueblo de Dios.
VIII. Comunidad sin sobrecarga institucional y con liberta profética.
IX. Comunidad, espacio de júbilo para la vida consagrada jubilada.
X. Comunidad local, inicio de reorganización congregacional.
Conclusión
 
Bibliografía

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