“… Creo que la vida consagrada tendrá profundo sentido e importancia siempre que nosotros continuemos centrándonos en Jesús, viendo y siguiendo al Jesús verdadero del Evangelio. Lo que dio y continúa dando a la vida religiosa su significado, vitalidad e importancia es, ciertamente, una pasión irresistible por Jesús y su misión. El futuro de la vida religiosa depende de nuestra capacidad de VER a Jesucristo y ser tan atraídos por él y su misión que otros puedan VER y experimentar a Jesús en nosotros. El poder transformador de la vida consagrada viene de VER a Jesús, VER a los otros y a toda la creación en Jesús, y responder con el corazón y la mente de Jesús…”[1]

Es cierto que hoy la Vida Religiosa está pasando por un momento de crisis. Un tiempo que supone, en muchas de sus formas, grandes cambios y que, quizás, en otras, nos está exigiendo morir a estructuras, costumbres, planteamientos caducos. El Instituto o la Congregación que muchos de nuestros hermanos y hermanas han conocido ya no existe, ha muerto.

Pero hemos de estar convencidos/as de que la vida consagrada será siempre significativa e importante si nos atrevemos a vivirla con pasión por Cristo y desde la compasión por nuestra humanidad. Su presente y su futuro ya está germinando allí donde la vida es expresión genuina de la Vida de Jesús, allí donde la vida late desde el corazón y la mente de Jesús.

El corazón y la mente de Jesús nos revelan la estrecha e íntima experiencia que tuvo con el Padre, fuente de su radical y profunda espiritualidad. Su Buena Noticia fue predicar, con su vida y sus palabras, el amor incondicional de Dios. Un Dios cercano y “encarnado”, que perdona, acoge, sostiene y protege y, sobre todo, ama.

Por tanto, las expectativas de su Reino – y de su Padre Dios- no coinciden con las de este mundo. Jesús nos habló de mirar y de acercarnos al mundo de una forma diferente, desde la mirada y desde el corazón de Dios. Y sólo es posible si se mira hacia abajo, allá en las “cunetas” donde están los privados de vida… “¿Dónde está tu hermano?” Gn 4, 9

 

Por el camino hacia Emaús, los dos entristecidos discípulos conversaban y discutían sobre lo ocurrido en Jerusalén: el asunto de Jesús.

Confiesan que él era el profeta que estaban esperando y que libraría a Israel de sus opresores extranjeros, pero fue condenado a muerte y crucificado… y después de enterrarlo nadie lo ha vuelto a ver…

Un camino de vuelta que sabe a huida y a abandono… No era el Mesías que esperaban, y tenían miedo a ser identificados con su maestro y su causa, y de correr la misma suerte… Todo había acabado.

No habían comprendido nada.

Sus esperanzas habían desaparecido ante la decepción de los acontecimientos. Ellos esperaban el retorno de un Jesús liberador de Israel, como la única, auténtica y definitiva autoridad querida por Dios.

¿Dónde queda la experiencia de encuentro y de vida compartida que tuvimos con el Maestro en su historia itinerante de Galilea a Jerusalén? ¿Sus palabras desafiantes en las sinagogas de Galilea y sus gestos sanadores con los leprosos y despojos de Israel? ¿Qué quiso decirnos con sus palabras sobre Dios como Padre, con sus gestos con los leprosos, su trato con los enfermos, su manera de escuchar a las personas o de acoger a las mujeres y pecadores…? ¿Qué quiso mostrarnos con sus parábolas y sus milagros? ¿Y la credibilidad de sus criterios a la hora de interpretar la ley, sus críticas a las autoridades religiosas, sus denuncias sobre el Templo y sus alabanzas o bendiciones a los más pequeños y necesitados?

… Lo han matado en Jerusalén… y, con él, todas nuestras esperanzas…

… “Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras…”. 

  1. “Otro mundo es posible”

Parece ser que nuestro mundo se encuentra desolado y falto de calor. Sus constantes vitales rayan los límites de una “muerte anunciada”, y sin la percepción de claros síntomas de una posible “recuperación”; quizás porque el ser humano, como comunidad o familia humana, no interese, o porque la “calidad” o el “bienestar” sean privilegio de unos pocos. Nuestro mundo está falto de calor humano, ambiental, y huérfano de lo más profundo de nuestro ser hombres y mujeres, es decir, falto del flujo de la misma VIDA.

  • Falta de entrañas humanas, donde los sustantivos “hermanos/as” se sustituyen por el odio, la violencia, el “poder”, la competitividad y el tener de unos pocos… y que, en muchos rincones de nuestra “aldea”, son la “antesala” de las “justificadas” guerras sin sentido…
  • Falta de entrañas humanas… en esas calles anónimas de nuestras ciudades… habitadas por las sombras negras y frías de esas vidas de niños/as… en busca de “algo” o de “alguien” que les estimule el duro y vacío ¿sentido? de su vivir…
  • Falta de entrañas humanas… en esos hogares “edificados” sobre la sinrazón de un amor engañado y mal vendido de mujeres maltratadas y rotas por la incomunicación, la intolerancia… el alcohol y la droga, la mentira…
  • Falta de entrañas humanas… en esos “basureros” que nuestra sociedad, nuestro mundo, ha ido creando: despojos de hombres y mujeres, niños y jóvenes que no cuentan porque no son productivos ni efectivos: los pobres y marginados; las prostitutas y los niños desamparados de las calles; los enfermos terminales y ancianos; los portadores del virus del SIDA; los inmigrantes y los “sin techo”, porque el destino (¿?) les ha obligado a huir…
  • Y ante este mundo (¡no hay otro!), en el cual vivimos, trabajamos… Y nosotros, ¿qué?

Somos hombres y mujeres que hemos optado por el Dios de Jesús como el Absoluto[2], donde radica nuestra felicidad, el ser de nuestro existir y el centro de todos nuestros deseos y esperas…, el Dios de nuestros proyectos y de nuestras vidas:

  • ¿Cómo nos situamos ante estas realidades sin entrañas?
  • ¿Dónde se encuentra la verdad de nuestras existencias?
  • ¿Cuáles son nuestras Buenas Nuevas?
  • ¿Cómo está presente Dios en los planes, proyectos, vidas, fraternidades… y misión que realizamos en su nombre? ¿Nuestra vida es misión? ¿Nuestra misión es vida, generadora de vida y fuente de “calor” humano, acogida, reconciliación…?
  • ¿Nuestras comunidades son espacios, hogares, pozos para el encuentro y la acogida, fraguas de relaciones “sanadoras” y “samaritanas”?
 

Otro mundo es posible” fue el lema que adoptó el Foro Social Mundial[3] en el año 2002. Es un movimiento social que surgió fuera de la influencia de la ONU, y no está sujeto a ninguna ideología ni vinculación política particulares. Agrupa a todo tipo de movimientos y organizaciones (populares, indígenas, mujeres, sindicatos, campesinos, colectivos contra el SIDA…) que reclaman sus derechos e, igualmente, denuncian las injusticias que se padecen a nivel global. Se podría definir como la plataforma que representa “la voz de la mayoría silenciosa”.

Jesús nació, vivió, luchó y murió por la causa de un mundo nuevo, el Reino, y quiso ser la voz “encarnada” de los sin voz, de los que no cuentan. Él nos trajo la esperanza, hecha realidad con sus palabras y con su vida, de un mundo “al derecho”: el mundo del Dios de lo Posible.

“… Les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras…”. Jesús dio un vuelco a todas las expectativas humanas y teológicas de su tiempo. Frente a toda autoridad, se colocó en el corazón mismo de la humanidad, es decir, allí donde la vida está amenazada, al lado de las víctimas. Él mismo se hizo víctima (Is 52,13-5, 12). Y frente a toda relación de poder, proclamó la misericordia y la compasión como único camino de encuentro con el Dios de la Vida (Lc 10, 29-37).

La propuesta del Reino se concreta en una nueva forma de mirar a nuestro mundo y de vivir nuestras relaciones: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8, 34b-35).

La persona de Jesús y los valores de su Reino transforman un grupo en comunidades del Reino, haciendo visibles los valores en las realidades históricas concretas de nuestro tiempo. Vivir en tales comunidades es vivir contra culturalmente nuestra llamada profética en una sociedad que da gran importancia a las actividades individuales y a las comodidades, a las posesiones materiales y a los equipamientos. Una comunión verdadera es posible cuando nos arriesgamos a salir de nuestras zonas de comodidad para encarnarnos en la dificultad de nuestra propia comunidad local, así como en la complicación de la sociedad exterior…” (Hna. Sujita).

¿Dónde se encuentra la Vida consagrada? ¿Cuál es el mundo de la Vida consagrada? ¿Nuestras comunidades son comunidades del Reino? ¿Estamos en la vanguardia para que “otro mundo sea posible”, el mundo de Dios?

Jesús nos enseñó a mirar la Historia y nos desveló su esperanza. Lo hizo “desde abajo”, situándose allí donde el dolor y la desesperanza reclamaba VIDA; allí donde las víctimas vivían a la intemperie de la razón y del corazón humano.

Hoy, nuestra humanidad está necesitada de espacios de Vida, “presencias” que le ayuden a encontrar el verdadero sentido de vivir. La Vida Consagrada está llamada a sentirse caminante con los que caminan y buscadora con los que buscan, encarnada en las mismas entrañas del corazón de nuestro mundo.

 


o.c. Hna. Mary Sujita, “Reflexiones sobre la Vida Consagrada”, Ponencia impartida a los Hermanos de las Escuelas Cristianas en el 44º Capítulo General, en Roma (7 de mayo de 2007). Ver también en Faustino Oteiza, “Mary Sujita Kallupurakkathu: ¿Una vida consagrada con futuro?”, en Revista “Vida Religiosa”, nº 8/vol. 103 (Madrid, octubre 2007): “Sólo una experiencia profunda del Padre como la tenida por Jesús suministra el fuego, la energía interior, que ayuda a vivir con pasión la vocación consagrada…”, p. 34.


El Hermano Álvaro Rodríguez Echeverría, exSuperior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, escribe a los Hermanos de La Salle de España y Portugal: “A las dos dimensiones anteriores (la Asociación y la Pastoral Vocacional) debemos añadir el de nuestra Vida Consagrada. Hemos hecho un esfuerzo formidable en los últimos 40 años de la historia de nuestro Instituto para recuperar la originalidad y el dinamismo de nuestro carisma lasaliano y volver a nuestras fuentes congregacionales; pero no estoy tan seguro si hemos hecho el mismo esfuerzo por volver al Evangelio, nuestra primera y principal Regla, en palabras de nuestro Fundador. ¿Hasta qué punto Dios es el Absoluto de nuestras vidas y cómo lo manifestamos? En el fondo, es lo que la gente espera de nosotros. La renovación que hemos hecho, hoy parece insuficiente. Creo que hoy estamos llamados a una mayor radicalidad, a vivir el Evangelio sin notas al pie de la página que lo suavicen…”, “Discurso de Clausura a los Hermanos Visitadores de la Región” (11.10.2004).


Numerosas referencias en torno a este movimiento se pueden encontrar en internet. Lo más destacable es que ha favorecido y ha creado un espacio público planetario de la ciudadanía y de sus luchas, “así como la elaboración de propuestas de políticas alternativas a la tiranía de la globalización neoliberal impulsada por los mercados financieros y las transnacionales”, convirtiéndose “en una fuerza que ya es tenida muy en cuenta en todo el planeta”, FSM, “Manifiesto de Porto Alegre”, en www.aquiestoypais.org/article,php

 

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