«Mi nombre es Iñaki Goikoetxea Sotelo, aunque en el colegio donde vivo mi ser lasaliano me llaman Goiko. Desde hace unos diez años coordino la pastoral del centro educativo La Salle Bilbao (País Vasco), donde fui alumno desde los seis años. Además, coordino el proyecto de tiempo libre Izartxo que quiere ser una plataforma de evangelización y un oasis de valores y de crecimiento para nuestros niños y jóvenes. Es una bonita oportunidad poder compartir aquí con vosotros lo que para mí es espiritualidad.»
1.- ¿Cuéntanos alguna vivencia o experiencia que espiritualmente te haya marcado?
Las experiencias que siempre me han marcado espiritualmente han estado ligadas a la cercanía con los más vulnerables y recuerdo como un regalo de la Vida las dos experiencias que he podido vivir en República Dominicana y en Argentina, los siete años en el colegio San Luis (Donostia), los cuatro años pasados en el proyecto Artizar, junto con niños y niñas de Sestao, y los meses en los que trabajé en Elkarbanatuz, junto a jóvenes magrebíes recién llegados que vivían en la calle.
En todas estas experiencias me encontré con educadores lasalianos que me enseñaron muchísimo y mi vida fue fuertemente cuestionada por la realidad. No sería el mismo sin estas experiencias. Todo esto me hizo sentir de manera más nítida a ese Dios que La Salle vive como Providencia y que actúa de manera imperceptible en la realidad. Es como si en esas situaciones de intemperie hubiera una mayor transparencia espiritual.
2.- Cuando escuchas “espiritualidad lasaliana” ¿qué ventana se te abre?
Cuando escucho esta palabra se me abren algunas ventanas o me surgen algunas ideas clave:
- La dimensión espiritual es algo que se encuentra dentro de toda persona y que, aunque esta sociedad materialista y consumista la desatienda, esta dimensión me une a todas las personas, piensen como piensen, sean como sean. Creo que hay muchas personas en búsqueda y cada una realiza su camino, muchas veces fuera de los caminos tradicionales y de manera individual e íntima.
- La espiritualidad hace referencia al sentido profundo de lo que hacemos, al fondo de Bondad que nos mueve y al estilo que nos caracteriza.
- La espiritualidad me pone en búsqueda y me hace salir de mí mismo hacia los demás, en concreto, a poner mis mejores talentos al servicio de los otros.
- La espiritualidad me ayuda a mirar la realidad y a las personas de otra manera más profunda, comprensiva y misericordiosa. Con los ojos de la fe.
- La espiritualidad me anima a sentirme instrumento de esa presencia activa que descubrimos en nuestras vidas.
- La espiritualidad me hace sentirme unido y perteneciente a la familia humana y, en mi caso concreto, muy unido a la Familia Lasaliana. Es una espiritualidad comunitaria, no individualista.
3.- Dinos qué sueles hacer para alimentar tu espiritualidad.
La espiritualidad que me alimenta se llama cristiana y se apellida lasaliana.
Por eso, como decía la Salle, mi principal y primera fuente de alimento es el Evangelio que me ayuda a encontrarme con Jesús Resucitado y con su palabra, que fortalece y reorienta mi vida continuamente.
También los escritos de La Salle me alimentan y me ayudan a situarme con mayor sentido y profundidad en la Misión Educativa Lasaliana.
A veces tengo pocas ocasiones de sentarme a orar a solas.
A veces tengo pocos momentos para orar y compartir con otros lasalianos. Cuando lo hago son momentos profundos y alegres de comunidad y de compartir espiritualidad.
A veces, por las mañanas, Silvia, mi mujer, y yo rezamos juntos y eso nos ayuda a caminar más confiadamente y unidos, por la espiritualidad une.
A veces intento buscar momentos breves donde leo el evangelio e intento dejarme cuestionar y aplicarlo al día a día de la educación.
A veces, dedico breves momentos a sentir o hacer consciente, al estilo de La Salle, la presencia de Dios entre nosotros. Esos pequeños fogonazos de presencia me ayudan mucho a situarme en el momento presente y a vivir con mayor intensidad.
4.- Si tu entorno lasaliano fuera “frío” en el tema de espiritualidad…. ¿cómo te las apañarías para abrir esa ventana?
Yo creo que el ambiente social en el que vivo es muy “frío” en el tema espiritual. La espiritualidad no es una moda y seguramente, como estamos constatando durante la pandemia, es un gran déficit social.
Vivo en una sociedad secularizada lo que no significa que no haya gente con una gran necesidad de vivir con mayor sentido y profundidad. Tenemos el reto de vivir desde lo esencial de nuestra rica espiritualidad lasaliana y ofrecerla sin complejos y de nuevas formas. ¿Será una parte de los nuevos mapas de los que se habla ahora en el Instituto?
Creo que en el lugar donde colaboro con la Misión Educativa Lasaliana es necesario ayudar a crear espacios y “oasis” de valores, de encuentro y de espiritualidad.
Para ello es importante la cercanía en el día a día, cultivar las relaciones de confianza e ir poniendo pequeñas semillas y espacios donde cultivar la espiritualidad, sin grandes discursos y con un lenguaje muy cercano y afectivo.
Para ello es importante que los lasalianos con cierto recorrido nos sintamos unidos y comprometidos (¿será el Juntos y por Asociación?) con la creación de espacios de fraternidad y de crecimiento vocacional donde todos, jóvenes y no tan jóvenes, vivamos juntos el sentido de lo que nos mueve y nos reorientemos al servicio educativos de niños y jóvenes. Es necesaria una gran apertura de miras para incluir en esos espacios a gente muy diferente y posibilitar que cada uno su camino a su ritmo. Los caminos de siempre quizá ya no valgan, ni los estilos comunitarios de siempre. Hace falta una gran valentía y creatividad para que los espacios sean nuevos y mucha sencillez para renunciar a lo anterior, aunque haya sido muy positivo para nosotros y para sentirnos instrumentos de Dios al servicio de los nuevos lasalianos.
5.- Algún deseo o camino espiritual que te gustaría ver realizado en ti o en tu entorno lasaliano.
Me gustaría que en nuestros centros educativos u obras socioeducativas hubiera comunidades lasalianas con un estilo novedoso y, sobre, todo con una actitud de salida, de salir del búnker, que asumieran el reto de crear un caldo de cultivo espiritual y comunitario que ayudara a fortalecer la misión educativa lasaliana.