Empatía en acción.
Simpatía en medio del sufrimiento.
Compasión con afecto.
«El nombre real de Dios es el misericordioso» (Ibn ‘Arabî).
“La preocupación respecto a alguien sintiéndose solidario” (Confucio)
Humildad en el trato.
Todo amor genuino es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo (Arthur Schopenhauer).
Mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo (Albert Schweitzer)
El texto del Evangelio que hoy comentamos resulta la esencia, la vara de medir, de nuestra religión, de su autenticidad.
Y la autenticidad no es algo secreto o escondido, ni consiste en la realización de determinado conjunto de ritos y rúbricas; tampoco reside en la recitación de un credo.
La autenticidad de nuestra religión se juega en la capacidad de amar, estimar, a aquellos más pequeños, menos estimables. Para mostrar la esencia, nada mejor que un cuento, una parábola:
Mt 25, 31-46
“Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de esplendor y de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Y dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer,m tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme.’
Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis.’
“Luego dirá el Rey a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me recibisteis, anduve sin ropa y no me vestisteis, caí enfermo y estuve en la cárcel, y no me visitasteis.’
Entonces ellos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?’ El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicisteis.’Estos irán al castigo eterno, y los justos, a la vida eterna.”
Este texto nos haced entrar en diálogo con toda tradición religiosa, atea o agnóstica. Pienses lo que pienses, creas en lo que creas: ¿eres capaz de amar así?.
Ah, ¿pero es esto el amor?.
– Bueno, parece ser que para Jesús sí. Y no se te va a valorar otra cosa. De cuántas personas concretas, con nombre y apellido, te has compadecido, has simpatizado, te has hecho solidario.
¿Y de dónde saco la fuerza para este amor?
Bienvenido/a
a la
espiritualidad.
ME ENCANTA LA REFLEXIÓN, LA VAMOS A COPIAR PARA LA WEB DE LA ESCUELA.