Un regalo para el Planeta y para los demás
- El comercio heraldo de la Navidad.
Cada vez más pronto. Aún no ha finalizado el mes de noviembre y el ambiente navideño inunda el mundo del comercio, transformando escaparates en mágicos paisajes y llenando los aires de villancicos y otras músicas festivas. De este modo, el comercio se convierte en el gran mensajero que nos recuerdan que llegan estas fechas en las que los valores de la convivencia, la familia, el agradecimiento y el cariño por las personas queridas son los ejes centrales para celebrar la vida y fortalecer la convivencia.
Y es una maravilla que así sea. Esta cercanía a la Navidad nos conecta con tradiciones ancestrales que nos unen como sociedad y nos permiten sentirnos parte de algo más grande. La aproximación al ser humano, la capacidad de salir del propio “yo” y el compartir parte de uno mismo surge casi de forma natural especialmente en estas fechas. Además, vibran en nuestro interior las fibras de apoyo y el deseo de ayuda hacia los más necesitados.
Sin duda, los mensajes de Jesús de amor y compasión adquieren una fuerza imparable recordándonos que la paz y el amor son posibles. El Niño del Belén es más que el recuerdo de la infancia, más que una figura de barro o de plástico, más que los relatos para adormecer nuestras emociones. Es, sobre todo, el símbolo del Amor hecho hombre en toda su plenitud; la presencia de Dios entre nosotros; el regalo que da sentido a la vida. Y por eso, el espíritu navideño nos acerca y nos permite sentir que formamos parte de una humanidad donde “todo ser humano” es mi hermano.
Sin embargo, la Navidad puede perder los matices cristianos que le dan sentido y profundidad verdadera. No basta el barniz que, con frecuencia, nos reviste de sentimentalismo; no es suficiente mover nuestros bolsillos hacia la generosidad desorganizada; no podemos caer en el buenismo ineficaz que adormece nuestras conciencias.
Todos sabemos que a menudo la Navidad se ve eclipsada por un consumismo desenfrenado; por una presión social que incita a adquirir numerosos regalos y que puede alejarnos del verdadero significado de estas fiestas: compartir, agradecer y cuidar de los demás y del planeta.
- La Encíclica “Laudato si” y el Consumo Consciente.
El Papa Francisco, en su encíclica “Laudato si”, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y a adoptar un estilo de vida más sostenible. El consumismo excesivo, especialmente durante las fiestas, contribuye al agotamiento de los recursos naturales y a la generación de una gran cantidad de residuos. ¡Qué tristeza produce ver nuestras calles abarrotadas de basura tras estas fiestas navideñas!
La Navidad puede ser una oportunidad para poner en práctica los principios de la encíclica y vivir una celebración más consciente. Cuando reducimos nuestro consumo y optamos por regalos más significativos, estamos disminuyendo nuestro impacto ambiental y fortaleciendo nuestros vínculos con los demás y con el planeta; nuestro planeta enfermo y agotado.
- Más allá de los Regalos Materiales.
Es el momento de replantearnos qué tipo de regalos pueden ser los más adecuados para un cristiano en estas Navidades. He aquí algunas ideas.
- Regalos Experienciales: En lugar de objetos materiales, podemos regalar experiencias compartidas, como una salida al cine, una tarde de juegos o una cena en casa.
- Regalos Hechos a Mano: Los regalos hechos a mano demuestran cariño y esfuerzo, y suelen ser muy valorados. Si además evitamos el exceso de envoltorios y optamos por materiales reciclados o reutilizables, contribuiremos a reducir la cantidad de residuos y a promover una economía circular.
- Regalos Culturales: Los libros de autores que aportan reflexión para la vida, los libros para orar, los cuadernos espirituales para fomentar la reflexión, la música serena, los iconos y otros elementos religiosos nos ayudan a experimentar y crecer en la fe.
- Regalos Solidarios: Apoyar a organizaciones benéficas o causas sociales, apadrinar un niño, donar a un banco de alimentos o participar en un proyecto solidario es una forma de regalar esperanza y contribuir a un mundo más justo.
- Regalar Tiempo: Dedicar tiempo de calidad a nuestros seres queridos es uno de los regalos más valiosos que podemos ofrecer. Conectar con personas que están solas, con aquellas que un día formaron parte de nuestro círculo de relaciones y que hace tiempo que no vemos es el mejor modo de regalarse a sí mismo.
- Consumir de Forma Responsable: Al elegir productos sencillos, locales, ecológicos y de comercio justo y al reducir el desperdicio de comida, apoyamos una economía más sostenible y reducimos nuestra huella de carbono.
La Navidad es una oportunidad para reconectar con lo que realmente importa: nuestras relaciones con los demás, con el planeta -nuestro hogar común- y, desde luego, con el mensaje que Jesús trae a cada persona: “Dios está contigo y te engrandece como ser humano”.
Al adoptar un enfoque más consciente y sostenible, podemos celebrar estas fiestas de una manera más significativa, sabiéndonos mensajeros de Paz y Amor y dejando un legado positivo para las futuras generaciones.
Imagen destacada: Composición de Figuras del Belén (Unplash) y Fondo (Pexels)