Título completo: Hacia una espiritualidad laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses.

Autor: Marià Corbí

Herder, Barcelona, 2007 1ª edición, 2ª reimpresión. 350 páginas.

ISBN: 978-84-254-4828-7978-84-254-2537-0

Breve comentario:

La verdad es que llegué a leer este libro porque lo encontré citado en uno de los anteriores, y la cita y el título me parecieron arriesgados. Aviso a futuros lectores que hasta la página 200 hay tener paciencia, la lectura es fácil pero los textos de las tradiciones antiguas tienden a empalagarse. Sin embargo, para nada evitaría su lectura, ni aconsejaría comenzar el libro en esa mitad de la página 200, titulada El fin de las Religiones. Paciencia, porque a partir de esa página el autor desarrollar de manera fluida, muy clara y cautivadora su visión de la espiritualidad como silencio laico. Utiliza imágenes muy pedagógicas (copa, vino, escalera, vidriera, luz…) para explicar la crisis de las religiones, el cambio social que lo produce, el conocimiento silencioso… La doble experiencia de lo real, los dos pájaros en el árbol, otra de las imágenes, me ha inspirado. En realidad, la reflexión entera que propone el autor es muy iluminadora y la he tenido como referencia en una de la charlas sobre espiritualidad. Quizá alguien pueda pensar por el título que es un libro rompedor, iconoclasta o laicista… pero no es así; bueno, lo es en cierta manera, pero es muy esperanzadora su propuesta . Animo a leerlo.

Como en otras ocasiones, leyendo el índice puedes hacerte una idea mejor de su contenido. Y, luego, puedes ir a algunas de las citas que destaco para acabar de lanzarte a leerlo.

Clicar aquí para ir a las citas que destaco en este libro.


Índice:

Presentación
Introducción
La encrucijada, a vista de pájaro

PRIMERA PARTE
Los modelos culturales de la sobrevivencia humana

CAPÍTULO I
La cultura, un invento biológico
La condición fundamental de nuestra especie: ser un viviente cultural.
El tránsito de la vida de una estructura binaria a una ternaria. La doble experiencia de la realidad
Nuestra cualidad específica
La construcción de una «naturaleza humana» viable.

CAPÍTULO II
La estructura cultural de las sociedades preindustriales
El método de análisis de la estructura de los sistemas míticos
La estructura de las culturas de los cazadores-recolectores
La estructura de las culturas de las sociedades horticultoras. En la mitología maya-quiché
En la mitología desana
En la mitología de los marind-anim
En los mitos y ritos wemale
En la mitología azteca
En la mitología inca
En los rituales canacos

La estructura de las culturas de las sociedades agrícolas de riego
Consideraciones generales
En la mitología egipcia
En la mitología mesopotámica
En la mitología maya-quiché, el Popol Vuh

La estructura de la mitología de las culturas ganaderas
En la mitología de Israel
En la mitología del islam
En la mitología irania
En la mitología cristiana

Consideraciones generales sobre la epistemología mítica
El núcleo antropológico generador de las religiones

CAPÍTULO III
Hacia las sociedades de innovación
La lenta generación de un modelo para interpretar la realidad alternativo al mito y a su epistemología.
La aparición de las primeras sociedades industriales y sus consecuencias
La aparición e implantación de las sociedades de innovación
Sociedades estáticas y sociedades dinámicas
El fin de las religiones

SEGUNDA PARTE
La cualidad específica humana y su cultivo

CAPÍTULO IV
El impacto de la nueva estructura cultural en las formas religiosas tradicionales
El desconcierto de las organizaciones religiosas.
Los mitos y símbolos como sistemas de creencias y su lectura puramente simbólica
Espiritualidad sin creencias; la fe sin creencias El desencuentro entre las tradiciones espirituales y las nuevas sociedades es de raíz epistemológica
La diferencia entre las creencias y los supuestos Los símbolos y mitos: afirmaciones apofáticas o metáforas acerca del Absoluto
No hay que esperar sustitutos de la religión
El carácter de nuestro hablar sobre la dimensión absoluta de la realidad
Los grandes maestros del espíritu son ininterpretables.

CAPÍTULO V
La doble experiencia de lo real.
La doble experiencia de lo real en la religión La doble experiencia de lo real fuera de la religión
El cultivo explícito de nuestra cualidad específica es una necesidad colectiva e individual
La noción de «revelación» en las nuevas circunstancias culturales
De qué hablan las escrituras sagradas
De qué hablan los maestros espirituales
¿Qué pueden ofrecer a las nuevas sociedades industriales las milenarias tradiciones religiosas de la humanidad?.
La oferta sutil de las tradiciones.
La oferta de las tradiciones religiosas como oferta de humildad, desnudez y amor

CAPÍTULO VI
El conocimiento silencioso.
El camino al que invitan las tradiciones es un camino de sutilidad
La vía a la espiritualidad es el silencio interior. Su fruto es el conocimiento silencioso
El conocimiento silencioso es la raíz del amor incondicional a todos los seres
Los símbolos y mitos nos hablan de esta realidad, no de otra.
Las grandes vías al silencio
El camino espiritual es una indagación y una creación libre y gozosa
El conocimiento silencioso no somete ni excluye la duda porque no es una formulación
El conocimiento silencioso no aleja de este mundo, sino que sumerge en él
La verdad sin forma del conocimiento silencioso

CAPÍTULO VII
La calidad humana y su cultivo
El silencio es el recurso fundamental de nuestra especie
La calidad específicamente humana
La urgencia colectiva del silencio laico.

Conclusión

Bibliografía


Citas que resalto:

“Si cada forma de cultura es una copa, a diversas culturas, diversas copas. Hay tantas formas de presentarse los hechos espirituales como culturas. El vino siempre viene en copa; no se puede recibir, ni beber, ni entregar a otros más que en copa. Pero el vino no es la copa.
El vino no tiene forma, su forma es siempre la de la copa. Toda forma responde a la copa, no al vino. Quien se adhiere a las formas porque ama al vino no comprende la manera de ser del vino y confunde la copa con él.” (Pág. 200)

“Lo importante de las religiones del pasado está en «a dónde nos conducen», no en «los modos de pensar y sentir con los que nos conducen»; porque las formas de pensar y sentir con las que nos conducen, cambian al cambiar las culturas.” (Pág. 202)

“Habrá que abandonar, pues, la antigua y venerable manera de vivir la experiencia espiritual propia de las sociedades preindustriales, estáticas, provincianas y patriarcales; es decir, la manera propia de las religiones mitológicas, de creencias y, por tanto, de dominio, sumisión, control y exclusión.” (Pág. 204)

“El proceso al que invitan las tradiciones religiosas se asemeja a un camino. ¿En qué consiste ese camino, según las enseñanzas? Consiste en pasar de leer, ponderar y tratar la realidad desde la necesidad propia de un viviente a leerla, ponderarla y tratarla desde el silencio de la necesidad. En ese silencio se presenta «lo que es», no lo que el viviente necesitado precisa ver.” (Pág. 225)

“Cuando se cree en los símbolos y mitos, se toman sus narraciones y diseños como realidades. Quien actúa así se queda atrapado en las creencias, en diseños y construcciones que sólo son metáforas y simplificaciones; de este modo desfigura lo que debiera ser sólo un instrumento y un puente. El error es tomar por realidad lo que es un diseño humano, en unas condiciones culturales determinadas, ya caducas.” (Pág. 235)

“La espiritualidad nos conduce a otra dimensión de la existencia: nos guía a la dimensión Absoluta, nos conduce a ampliar nuestro ser, a afinar nuestro discernir y nuestro sentir, a pacificar y serenar nuestro interior; nos conduce a la ternura, al interés incondicional por todos y por todo, al amor y a la paz. Todo eso no constituye una solución de ningún tipo, pero es una fuente fecunda de soluciones válidas.
La espiritualidad no es solución, porque es sólo un espíritu que hace de nosotros un ser nuevo. Ni las tradiciones religiosas del pasado ni la espiritualidad nos dan construcciones, dan sólo un espíritu nuevo a los constructores.” (Pág. 245)

“Por tanto, la doble experiencia de lo real deberá vivirse en unos modos de vida continuamente cambiantes, de los que, además sabemos que en todos sus aspectos son creación nuestra. Eso quiere decir que tendremos que aprender a vivir y cultivar la dimensión absoluta de la realidad sin religión alguna, sin sumisión, como una indagación. Nos atreveríamos a decir que ésta es la más grave innovación a la que nos vemos sometidos en las sociedades de conocimiento.” (Pág. 261)

“Una realidad sólo conocida y sentida desde la necesidad es siempre igual, es limitada, está cerrada, carece de profundidad, es monótona y repetitiva. Pero lo grave es que quien no cultiva su capacidad de conocer y sentir independiente de su necesidad, no logra la cualidad específica humana, la doble experiencia de la realidad.” (Pág. 261)

“La experiencia absoluta de lo real vacía de realidad a la experiencia relativa. A esa «desrealización» le sigue el desapego de la mente y del sentir; y al desapego de la mente y del sentir le sigue la libertad.
Sin la libertad que proporciona el desapego no hay capacidad de amor verdadero. Amor verdadero es el que se interesa y ama a las personas y a las cosas, y no a sí mismo a través de las personas y las cosas. Sin ese desapego y esa libertad no hay cualidad en la vida colectiva. Sin desapego y libertad la vida colectiva se convierte en una competencia entre depredadores o en una competencia entre bandas de depredadores; lucha de lobos o lucha de bandas de lobos.” (Pág. 267)

“Quien ofrezca creencias no será ni podrá ser tomado en serio. Los hombres y mujeres de las nuevas sociedades saben que deben construirse su propio saber, su propia tecnología y, por consiguiente, todos sus modos de vida. Deberán construirlo todo. Saben que nadie puede darles nada hecho. Esa experiencia y ese convencimiento hacen que no sea posible tomarse con seriedad la pretensión de aquellos que dicen haber recibido respuestas y soluciones divinas. Y ello es de este modo porque, además, el proyecto de vida que ofrecen quienes dicen que lo han recibido del cielo, no es compatible con el nuevo estilo de vida científico, industrial y móvil, que ya es imposible de abandonar.” (Pág. 288)

“Cuando el que mira no mira como necesitado, se quiebra la dualidad que se formaba entre el ego-núcleo de necesidades, y el mundo-campo de caza. Puesto que se rompe la dualidad, todo se hace no-dos.” (Pág. 298)

“El camino hacia la sutilización, hacia la espiritualización, es el camino del silencio. ¿Silencio de qué? De todas las construcciones que nuestra necesidad proyecta sobre lo que hay. Silenciamiento de todas nuestras objetivaciones, representaciones figuraciones; silenciamiento de todos nuestros deseos; silenciamiento del continuo movimiento que el deseo imprime a nuestro pensar y sentir: hacia atrás, los re- cuerdos, y hacia adelante, los proyectos.” (Pág. 299)

“Los mitos y símbolos sólo apuntan. Uno los toma en serio y se deja enseñar por ellos cuando se deja guiar en la dirección en que apunta. Pero los mitos y símbolos guían correctamente cuando los dejamos atrás. Un puente es un puente cuando uno pasa por él y lo olvida. «Dios» es un símbolo útil cuando nos conduce plena y totalmente a esta realidad de aquí; cuando nos dejamos guiar por él a lo que apunta y luego nos olvidamos de entidades tales como «Dios». (Pág. 304)

“El camino espiritual, en nuestras condiciones culturales, tendría que concebirse y vivirse como una forma de quitarse cargas de encima, despojarse de sumisiones, librarse de creencias que agarrotan; como pasos a la ligereza y a la libertad, supresión de obstáculos al conocimiento y al sentir de la realidad, liberación de la sumisión a las necesidades y los miedos, camino de indagación gozosa, cada día más libre y más lúcida; como la manera de escapar de la tiranía del amor centrado en sí mismo a fin de liberar la mente y el corazón para amarlo todo.
Un camino de sumisión y de pasión es inasimilable por nuestros contemporáneos; un camino de indagación, conocimiento, libertad y gozo, sí será asimilable.
La espiritualidad para las sociedades de innovación tendrá que presentarse y vivirse sin heteronomías, sino, por el contrario, desde el seno de la completa autonomía.” (Pág. 311)

“La verdad que proclaman las grandes tradiciones religiosas y los maestros del espíritu es una verdad silenciosa, no una formulación. Lo que en silencio se comprende y nos conmueve, que es lo que testificamos, es la verdad, pero no la verdad de una formulación sino la de una presencia.” (Pág. 317)

“Para crecer humana y psicológicamente hay que hacerse capaz de distanciarse de la satisfacción de los deseos inmediatos y silenciarlos. Podríamos formular otro principio: el paso por la distancia y el silenciamiento es la ley de crecimiento de la calidad de los individuos y los grupos.” (Pág. 328)

“Se requiere que los ciudadanos de las nuevas sociedades sin creencias aprendan a cultivar las tres actitudes generales de la calidad que hemos llamado «silencio laico». Quien aprenda a practicar el silencio laico adquirirá la calidad axiológica que le permitirá ser apto para crear los postulados y los proyectos que deben regir a las sociedades cuyas decisiones presentes, no pueden repetir el pasado. Esos postulados y proyectos regirán nuestras creaciones científicas y tecnológicas y lo que pretendamos hacer con nuestras vidas y con la vida entera del planeta. Quien practique el silencio laico hasta conseguir la calidad axiológica, accederá a un nivel superior ético, de compromiso social y político y de sensibilidad humana.” (Pág. 340)