Artículo escrito por Montse Payá
Esta mañana he ido a la librería a comprar el libro de comentarios del Evangelio “La religión de Jesús” de José Mª Castillo. Al llegar a casa y abrir el correo, he visto casualmente ¿?un e-mail informando del nombramiento de este teólogo “doctor honoris causa” por la universidad de Granada. Es la primera vez que una universidad laica española concede esta distinción a un teólogo católico.
La noticia ha captado mi interés y he leído el discurso que entregó en el acto de investidura. Muy denso, repleto de afirmaciones contundentes pero reveladoras, de las cuales paso a destacar y comentar alguna de ellas después de la reflexión a la que me ha llevado:
“Mucha gente no ha dejado de creer en Dios por causa de la degeneración moral y de los pecados, de los que tanto suele hablar el clero. Ni es correcto decir que se ha perdido la fe porque vivimos en una cultura laicista, secularizada y relativista, en la que se han perdido los “valores absolutos” porque los avances incontrolados de la ciencia y la tecnología han desplazado a Dios del centro de la vida. Sin duda, hay personas que, en sus problemas de fe, están influenciadas por todo eso. Y por otras posibles causas que nadie se imagina. Pero – ya digo – el centro del problema no está en nada de eso”.
Continua citando a Juan de Dios Martín Velasco: “la actual crisis de Dios sólo ha podido desencadenarse debido a la forma falseada de presentar a Dios y de vivir la relación con él, que se había extendido por las Iglesias cristianas sobre todo en la época moderna”. Mucha gente no ha abandonado su creencia en Dios porque se trata de gente que se ha pervertido, sino porque a la gente se le ha ofrecido una imagen de Dios tan deformada, que Dios, para muchos ciudadanos, resulta inaceptable o incluso insoportable.
El texto puede resultar clarificador, dado el pesimismo y negatividad en la que estamos, siempre quejándonos de los tiempos que corren y ofreciendo pocas alternativas creativas. ¿Es que no hay nada que hacer?. Es cierto que no corren buenos tiempos en términos de fe, es cierto que evangelizar hoy implica mucho más, pero como ocurre en toda crisis, detrás se esconde una oportunidad de cambio, un reto para el que debemos estar creativamente preparados, dispuestos para ofrecer respuestas diferentes a las que se han dado siempre.
José Mª Castillo señala: “una cosa es la fe como creencia, y otra cosa es la fe como convicción personal que se traduce en formas de conducta y en hábitos de comportamiento.
Para que la relación con Dios pueda tener sentido (ahora sobre todo), y pueda ser acogida por las gentes de nuestro tiempo, ha de ser una relación fundamentada no en creencias centradas en la metafísica del “ser”, sino una relación que se centra y consiste en la praxis histórica que se realiza en el “acontecer”.
Entiendo pues que las personas de hoy sí pueden entender la fe desde la acción, es decir, pueden entender a un Dios desde la praxis, desde la acción que nos puede llevar a ser personas más comprometidas con la necesidades humanas y con el medioambiente, más sensibles a las personas que sufren, mejores ciudadanos, educadores y transmisores de la fe a través de la formación en valores humanos, en definitiva, mejores personas, mejores cristianos. Eso sí se entiende, por tanto, son tiempos para la acción, tiempos para defender los derechos humanos, para solidarizarse con las mujeres que carecen de dignidad y sufren malos tratos, para apoyar a los niños descarriados, a jóvenes en exclusión, a las familias en paro marginados, “los nadie” como J.C.Castillo los llama. Eso sí se entiende.
Y hay muchos ejemplos, muchas personas que trabajan día a día, ONGs que se mueven creativamente para buscar modos de ayuda a los más pobres del planeta; puedo nombrar a PROYDEBA, PROYDE por conocerlas de primera mano, colegios, como en la Salle de Palma de Mallorca, donde han llevado a cabo una magnífica campaña de recaudación de fondos para ayudar a un niño enfermo que necesitaba atención médica en Boston con la implicación de todas las personas del centro y otros más consiguiendo 30.000€. Hay además, muchos ejemplos en La Salle en el mundo, como dice el último artículo de este blog: 4.581 educadores ayudando a los más desfavorecidos, 411.654 beneficiarios en situaciones muy variadas: huérfanos, drogadictos, refugiados, víctimas de la guerra y afectados por el sida.
¿Acaso no son signos de fe en nuestros tiempos? No son formas de expresar la fe en Dios, no como creencia sino como convicción personal de manera auténtica, con verdadero sentido cristiano?
Ya no se puede creer en un Dios desde la perspectiva dual, Tú ahí, nosotros aquí, es necesario que lo veamos desde una perspectiva abierta, unitaria, integradora, como un todo en el que nuestra debilidad humana está inmersa en ese todo que inactúa con todo y se mantiene abierta a dejarse sorprender, enriquecer por otras formas de hacer, no ya tanto de pensar.
El Dios en el que siempre se ha creído, ya no es creíble por las personas de nuestro tiempo, ese Dios que ha sido un Dios pensado, razonado, hecho a mí manera o a nuestra manera, y de cuyas creencias han surgido diferentes interpretaciones y enfrentamientos (tú Dios, mi Dios) e incluso incongruentemente, violencia. ¿Cómo se puede moldear, encasillar a Dios a nuestra conveniencia, intereses, necesidades? .
Y así, José Mª Castillo de manera muy clara expone en su discurso: “¿En qué consiste esa forma falseada de presentar a Dios? Dicho de la forma más sencilla posible, consiste “en esa concepción según la cual Dios sería una realidad, un ser; otro en relación con las realidades del mundo y con su totalidad. Otro, sobre todo, en relación con el sujeto humano”. Lo que, en definitiva, nos viene a decir que a Dios se le ve, se le piensa, se le entiende, como otro ser, “otra persona”, un “tú”, con el que yo puedo hablar y con el que me puedo relacionar, al que le pido lo que necesito o al que ofendo, como puedo ofender a otro ser humano cualquiera.
Entiendo que Dios es Misterio, y yo puedo entrar en contacto con Él de manera unitaria, no como un ser diferente de mí. Si trasciendo el pensamiento, desde la difícil práctica de la meditación, si no pienso a Dios como objeto, diferente a mí, alejado de mí, entonces quizás pueda “experimentarlo”, “sentirlo”desde el silencio. Y ahí, creo yo, es cuando entra en juego el tema espiritual, el trabajo de la interioridad de cada ser humano, del aprendizaje , desde la práctica diaria, trascender el yo para entrar en contacto con la deidad que es un todo en el que se hace posible que mi ser se encuentre con otros en libertad, y es entonces cuando yo aprendo a ver al otro, a los otros como mis iguales, sin condicionamientos, prejuicios, ataduras, parte de la misma creación y en ella me maravillo, me regocijo, aprendo a valorar la obra de Dios.
Si a un niño se le inicia en el silencio, en la interioridad desde pequeño, es posible que en la madurez esa persona pueda entender a Dios desde una perspectiva no-dual, la clave puede estar en el proceso de educación, en la formación, en las distintas experiencias de Dios que toquen el corazón y entonces nazca el deseo de volver a experimentarlo. Ese pueda ser hoy pues, uno de nuestros retos como educadores en la fe, oportunidad, puerta de salida de la “actual crisis”, puerta de entrada en el redil del Buen Pastor.
Por cierto, me han llamado de la librería para decirme que el libro de José Mª Castillo se ha agotado.