Desde hace ya tiempo que me he ido encontrando frases y citas, sobre todo en internet, de un tal Maestro Eckhart. Los textos de este autor me atrajeron… y me quedé sorprendido cuando descubrí que había vivido entre 1260 y 1328. Era extraño que esas citas sonaran tan actuales. ¿Serían textos retocados para que impactaran al lector actual?

Durante un tiempo recopilé algunas imágenes con las frases que más me hacían vibrar… pero hace unos días decidí buscar algunas de sus obras en castellano para leer directamente y comprobar si esas frases eran así de auténticas o estaban retocadas o adaptadas.

Encontré en internet una recopilación de Tratados y sermones (que aquí puedes descargar) son 372 páginas, y un libro de la editorial Siruela:

Maestro Eckhart, “El fruto de la nada y otros escritos”. Edición de Amador Vega Esquerra. Colección el árbol del paraíso. Siruela, 6ª edición, Madrid 2008, 232 páginas.

También me motivó a su lectura este artículo de Juan Arnau en El País: https://elpais.com/babelia/2021-03-18/maestro-eckhart-dios-no-es-nada.html

Por supuesto, la cosmovisión, la filosofía de base y la teología que el Maestro Eckhart utiliza son las de hace más de setecientos años, pero es verdad que en la experiencia espiritual que transmite en sus sermones en lengua vulgar (alemán, en vez de latín) tiene algo de muy actual porque:

– hablan de la experiencia espiritual directa, personal, sin depender tanto de modos, jerarquías, sacramentos, mediadores clericales…

– invitan a relativizar los discursos y las maneras de pensar y expresar a Dios, lo que se llama teología apofática (teología que se centra en decir qué no es Dios)

– invitan a la meditación, al silencio, a la interioridad, a la unión con Dios…

– conectan con la espiritualidad de otras religiones y creencias: budismo zen, sufismo islámico, hinduismo…

– algunos autores actuales cercanos a la New Age citan mucho sus textos. Por ejemplo: Eckhart Tolle (no confundir con el Maestro Eckhart)

El Maestro Eckhart fue profesor de la facultad de teología de la Universidad París, religioso dominico, murió condenado por la Inquisición, y fue rehabilitado en 1992. En el enlace de wikipedia tenemos más información.

Os invito, a continuación, a una selección brevemente introducida de los textos que me han parecido más significativos para la espiritualidad actual, haciendo a su vez, alguna relación a nuestros principios espirituales lasalianos. Quizás también el San Juan Bautista De La Salle, que más de 300 años después también pasó por la Universidad de París leyera algunos de los sermones del místico renano.

Comencemos con…

¿Qué tiene que ver la espiritualidad con el vino?

La persona no está acostumbrada para nada a las cosas interiores, no sabe lo que es Dios. Es como aquél que tiene vino en su bodega, pero no lo ha bebido ni catado, y luego no sabe que es rico. Lo mismo sucede con la gente que vive en [la] ignorancia: ignoran lo que es Dios y, sin embargo, creen y se imaginan que viven.

(Tratados y sermones, pág. 178)

Lo que pasa es que para bajar a la bodega y catar el vino es necesario “desnudarse”…

Debemos preservarnos desnudos y libres de todas las imágenes y formas, tal como [es] Dios, y debemos aceptarnos tan desnudos, sin semejanza, como Dios es desnudo y libre en Él mismo.

(Tratados y sermones, pág. 294)

El auténtico lenguaje espiritual es paradójico, no racional, no lineal… seguro que os viene a la mente el “vivo sin vivir en mí”…

Todavía tienes que salir de ti y volver a ti: en eso consiste y habita la verdad, en que nadie la encuentra si busca en las cosas exteriores.

(Tratados y sermones, pág. 163)

Para el Maestro Eckhart esto de la desnudez espiritual tiene mucha importancia:

Dios quiere tener el templo vacío, para que allí dentro no haya nada que no sea él.

(Siruela, pág. 35)

Esto del “templo vacío” puede asustar a quienes centran lo espiritual en lo clerical. Y también debe asustar a los que buscan en el bienestar y la comodidad el sentido de su vida.

También Juan Bautista De La Salle en la Explicación de Método de Oración dice: «Así hay que nacer a la vida espiritual: despojado y desnudo de todo».

Y cuanto más se desnuda la persona, tanto más se asemeja a Dios, y cuanto más se asemeja a Dios, tanto más se une con Él.

(Tratados y sermones, pág. 297)

Lo único que Dios te exige, es que salgas de ti mismo, en cuanto a tu índole de criatura, y que permitas a Dios ser Dios dentro de ti.

(Tratados y sermones, pág. 157)

En este desprenderse, como actitud espiritual primordial, hay que poner en paréntesis nuestros propios conceptos e imágenes de Dios.

Por eso ruego a Dios que me libre de «Dios».

(Tratados y sermones, pág. 348)

El Maestro Eckhart explica largamente cómo la “pobreza espiritual” es la base de toda experiencia espiritual:

Si el ojo cuando ve contuviera algún color, no percibiría ni el color que contenía ni otro que no contenía; pero como carece de todos los colores, conoce todos los colores… Es pobre quien no tiene nada. «Pobre en espíritu» quiere decir: así como el ojo es pobre y carece de color, siendo susceptible de [ver] todos los colores, así el pobre en espíritu es susceptible de aprehender toda clase de espíritu, y el espíritu de todos los espíritus es Dios.

(Tratados y sermones, pág. 95)

Un Avemaría pronunciada con desprendimiento, en la cual la persona se despoja de sí misma, es más útil que mil salterios leídos sin este desprendimiento; sí, [dar] un paso con este desprendimiento, sería mejor que cruzar el mar careciendo de ella.

(Tratados y sermones, pág. 63)

Despojarse de uno mismo, del propio ego, no es fácil ni tan sencillo como parece…

En verdad, si una persona dejara un reino o todo el mundo, y se quedara consigo misma, no habría renunciado a nada.

(Tratados y sermones, pág. 54)

Quizás debamos revisar muy seriamente cómo buscamos a Dios, ¡estamos tan tentados de domesticarlo!

Has de saber que cuando quiera que busques de algún modo lo tuyo, no encontrarás jamás a Dios, porque no buscas a Dios con pureza. Buscas alguna cosa por medio de Dios y procedes exactamente como si convirtieras a Dios en una candela para buscar algo con ella; y cuando uno encuentra las cosas buscadas, tira la candela.

(Tratados y sermones, pág. 150)

Hacer buenas acciones está bien, pero no está bien si no es desde el desprendimiento, desde el desapego:

Mirad, mercaderes son todos aquellos que se cuidan de no cometer pecados graves y les gustaría ser buenos y, para la gloria de Dios, ellos hacen sus obras buenas, como ayunar, estar de vigilia, rezar y lo que hay por el estilo, cualquier clase de obras buenas, mas las hacen para que Nuestro Señor les dé algo en recompensa o para que Dios les haga algo que les gusta: todos ésos son mercaderes…
Mirad, el hombre que no piensa en sí mismo ni en ninguna otra cosa sino sólo en Dios y en su honra, este hombre es libre y desasido del mercantilismo en todas sus obras y no busca lo suyo, así como Dios es libre y desasido en todas sus obras y no busca lo suyo.

(Tratados y sermones, pág. 135)

¿Cómo miras a Dios? ¿Cómo a una vaca?

Algunas personas pretenden mirar a Dios con su [propia] vista como miran una vaca, y quieren amar a Dios como aman una vaca. A ésta la amas por la leche y los quesos y por tu propio provecho. Así hacen todos aquellos que aman a Dios por las riquezas exteriores o por el consuelo interior; y ésos no aman a Dios como corresponde, sino que aman su propio provecho.

(Tratados y sermones, pág. 208)

¿Cómo es la auténtica oración?

¿Cuál es la oración del corazón desasido? Contesto diciendo que la pureza desasida no puede rezar, pues quien reza desea que Dios le conceda algo o solicita que le quite algo. Ahora bien, el corazón desasido no desea nada en absoluto, tampoco tiene nada en absoluto de lo cual quisiera ser librado. Por ello se abstiene de toda oración, y su oración sólo implica ser uniforme con Dios. En esto se basa toda su oración.

(Tratados y sermones, pág. 130)

Si la única oración que dices en toda tu vida es gracias, será suficiente.

(Tratados y sermones, pág. 276)

¿Obediencia? Quizá esta palabra no guste mucho hoy, pero es parte de la experiencia espiritual. El sometimiento a Dios está en la definición del islam.

En la verdadera obediencia no se ha de encontrar ningún «lo quiero así o asá» o «esto o aquello», sino tan sólo un perfecto desasimiento de lo tuyo. Y por lo tanto, en la mejor de las oraciones que el hombre sea capaz de rezar, no se debe decir ni «¡Dame esta virtud o este modo!», ni «¡Ah sí, Señor, dame a ti mismo o la vida eterna!», sino solamente: «¡Señor, no me des nada fuera de lo que tú quieras y haz, Señor, lo que quieres y como lo quieres de cualquier modo!» Esta [oración] supera a la primera como el cielo a la tierra. Y si alguien reza así, ha rezado bien: cuando en verdadera obediencia ha salido de su yo para adentrarse en Dios. Y así como la verdadera obediencia no debe saber nada de «Yo quiero», tampoco habrá de oírse nunca que diga: «Yo no quiero»; porque «yo no quiero» es un verdadero veneno para toda obediencia.

(Tratados y sermones, pág. 53)

Pero es que Dios también se desnuda, se despoja, se hace pobre, se vuelca en el corazón de cada criatura, se hace uno contigo.

Separad de Dios todo cuanto lo está vistiendo y tomadlo desnudo en el vestuario donde se halla develado y desarropado en sí mismo. Entonces, permaneceréis en Él… Quien de tal modo permanece en Él, posee cinco cosas. La primera: que entre él y Dios no hay diferencia, sino que son uno… La segunda [cosa] consiste en que él está obteniendo su bienaventuranza allí en la pureza donde la toma Dios mismo, y halla en ella su apoyo… La tercera [cosa] es que posee un saber junto con el saber divino y un obrar junto con el obrar divino y un conocimiento junto con el conocimiento divino… La cuarta es que Dios nace todo el tiempo en ese hombre… La quinta [cosa] es que el hombre nace todo el tiempo en Dios.

(Tratados y sermones, pág. 296)

Convertirse, entonces, en “embajadores de Dios”, “ministros de Jesucristo” no puede ser sino desde la humildad, desde la pequeñez.

La persona humilde y Dios son uno; la persona humilde tiene tanto poder sobre Dios como sobre sí mismo, y todo cuanto hay en todos los ángeles, le pertenece a esta persona humilde; lo que obra Dios, lo obra la persona humilde, y él es lo que es Dios: una sola vida y un solo ser.

(Tratados y sermones, pág. 199)

El desapego, la humildad, hace que Dios habite en mí.

Todo cuanto Dios ha dado alguna vez a su Hijo unigénito, me lo ha dado a mí tan completamente como a Él.

(Tratados y sermones, pág. 246)

En todos los místicos aparece la experiencia de no-dualidad, de unión espiritual…

De la siguiente manera ha de comprenderse la palabra de Agustín cuando dice: «Lo que ama el hombre, esto es el hombre. Si ama una piedra, es una piedra, si ama un hombre, es un hombre, si ama a Dios… ahora no me atrevo a continuar, pues si yo dijera que entonces sería Dios, podríais lapidarme. Pero os remito a la Escritura».

(Tratados y sermones, pág. 297)

Al desasirse el hombre de sí mismo, acoge a Cristo, Dios, bienaventuranza, beatitud y santidad. En caso de que te despojes, te promete [que encontrarás a] Dios, [la] bienaventuranza y [la] santidad.

(Tratados y sermones, pág. 241)

El desprendimiento me lanza a buscar a Dios, no a poseerlo. Desprenderme de Dios me conecta a Él.

Mantente apegado a Dios y Él te añadirá todo el ser-bueno. Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno. Ah sí, en verdad, con semejante disposición de ánimo podrías pisar una piedra [y] sería una obra más aceptable para Dios que si recibieras el Cuerpo de Nuestro Señor y al hacerlo hubieses puesto tus miras más bien en lo tuyo y tu intención fuera menos desasida.

(Tratados y sermones, pág. 56)

El hombre no debe temer a Dios, pues quien lo teme, huye de Él. Este temor es un temor nocivo. [Sin embargo] es recto el temor cuando uno teme perder a Dios. El hombre no ha de temerlo sino amarlo, porque Dios ama al hombre con su entera [y] suprema perfección.

(Tratados y sermones, pág. 235)

La espiritualidad no se practica principalmente en los lugares sagrados, porque todo es sagrado… Aquí me recuerda las palabras del Fundador: «No hagáis diferencia entre los deberes propios de vuestros estado y el negocio de vuestra salvación…»

El fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo el de Dios… Desde este fondo más entrañable has de obrar todas tus obras… quien se imagina que recibe más de Dios en el ensimismamiento, la devoción, el dulce arrobamiento y en mercedes especiales, que [cuando se halla] cerca de la lumbre o en el establo, hace como si tomara a Dios, le envolviera la cabeza con una capa y lo empujara por debajo de un banco.

(Tratados y sermones, pág. 157)

Juan Bautista De La Salle dijo “no mirar nada sino con los ojos de la fe, a no
hacer nada sino con la mira en Dios” (RC 2, 2). En la espiritualidad del Maestro Eckhart leemos:

Si has puesto tus miras en una cosa cualquiera y no sólo en Dios o si buscas algo distinto a Dios, la obra que realizas no es tuya ni es, por cierto, de Dios. La obra la constituye aquello hacia lo cual apunta tu propósito final.

(Tratados y sermones, pág. 184)

Se trata de mirar al modo de Dios, para que nuestra mirada sea la mirada de Dios mismo.

Uno no debe tomar ni mirar a Dios como [si estuviera] fuera de uno mismo, sino [que lo debe tomar y ver] como propiedad y como algo que se halla dentro de mí; además, no se ha de servir ni obrar a causa de ningún porqué, ni por la gloria de Dios ni por el propio [honor], ni por cosa alguna que se halle fuera de uno, sino únicamente a causa de lo que son el propio ser y la propia vida dentro de uno. Algunas personas bobas opinan que deberían ver a Dios como si estuviera allá y ellas acá. No es así, Dios y yo somos uno. Mediante el conocimiento acojo a Dios dentro de mí; [y] mediante el amor me adentro en Dios..

(Tratados y sermones, pág. 162)

El ojo con el cual veo a Dios, es el mismo ojo con el cual me ve Dios; mi ojo y el de Dios son un solo ojo y una sola visión y un solo conocer y un solo amar.

(Tratados y sermones, pág. 190)

Esta mirada de fe nos permite encontrar luz en las dificultades de la vida, del trabajo cotidiano, de las relaciones…

En verdad, uno encuentra la luz en las tinieblas, por lo tanto, cuando tenemos padecimientos e infortunios, esta luz se halla más cerca de nosotros que nada.

(Tratados y sermones, pág. 342)

La mirada de fe, como en el Fundador, nos hace estar atentos a descubrir la presencia de Dios en la realidad…

El ser humano debe ser tal como dijo Nuestro Señor: «¡Habéis de ser semejantes a hombres que a toda hora están despiertos y esperan a su señor!» (Lucas 12, 36). A fe mía, la gente que espera así, está alerta y mira alrededor suyo [para ver] de dónde viene aquel a quien están esperando y lo aguardan en todo cuanto suceda por extraño que les resulte, [pensando] si acaso no se halla ahí. Nosotros debemos, de la misma manera, mirar conscientemente todas las cosas por [si se esconde en ellas] Nuestro Señor. Necesariamente hace falta mucha diligencia para tal [empeño], y uno no debe ahorrar gastos, dando todo cuanto puedan rendir los sentidos y potencias. Al proceder así, la gente estará bien y aprehenderán a Dios de igual modo en todas las cosas y siempre encontrarán en ellas a Dios en la misma medida.

(Tratados y sermones, pág. 58)

¡No os preocupéis; el Señor está acá, cerca de vosotros! Esto quiere decir, en nuestro fondo más íntimo, siempre y cuando Él nos encuentre en casa y el alma no haya salido de paseo con los cinco sentidos.

(Tratados y sermones, pág. 275)

La persona nunca [y] de ninguna manera debe considerarse alejada de Dios, ni a causa de un defecto, ni por una flaqueza, ni por ninguna otra cosa. Aun en el caso de que tus grandes pecados te desvíen alguna vez tanto que tú no te puedas considerar cerca de Dios, debes suponer, sin embargo, que Dios se halla cerca de ti. Porque el hecho de que el hombre aleje de sí a Dios implica un gran perjuicio; pues, aun cuando el hombre ambula a distancia o en la proximidad, Dios no se aleja nunca, siempre permanece cerca; y si no puede permanecer adentro, a lo sumo se aleja para permanecer delante de la puerta.

(Tratados y sermones, pág. 69)

Por eso la persona espiritual no es la que ha alcanzado la perfección, sino la que acoge al Dios que no deja de nacer en ti mismo…

El alma que posee a Dios, es parturienta en todo instante. Dios tiene que hacer necesariamente todas sus obras.

(Tratados y sermones, pág. 308)

De ahí que la persona espiritual está más preparada para realizar su misión, porque a través de su trabajo engendra a Dios también para los demás.

De la misma manera verdadera en que el Padre engendró de forma natural al Hijo en su naturaleza simple, igualmente lo engendra en lo más íntimo del espíritu, y ése es el mundo interior. Aquí el fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo es el fondo de Dios.

(Tratados y sermones, pág. 156)

Decir “Viva Jesús en nuestros corazones” tiene en estos textos una resonancia especial…

Se me pregunta qué hace Dios en el cielo. Y respondo que ha engendrado eternamente a su Hijo y lo engendra ahora y debe engendrarlo eternamente; así el Padre tiene una cuna en toda alma buena. Bienaventurado, muy bienaventurado, es el hombre que tiene que acunar así, en su alma, al Padre celestial… creado el alma, para dar nacimiento en ella a su Hijo unigénito. Cuando este nacimiento tuvo lugar espiritualmente en María, esto hizo más feliz a Dios que cuando nació de ella corporalmente. Cuando ese nacimiento tiene lugar hoy en un alma buena y amorosa, eso hace más feliz a Dios que cuando creó el cielo y la tierra.

(Siruela, pág. 144)

Y, si en el fondo se tratara de “caminar como los niños”…

Eckhart dice: hay gente sobre la tierra que engendra a Nuestro Señor espiritualmente así como su madre lo engendró corporalmente. Se le preguntó quiénes eran esas gentes. Y entonces dijo: están vacías de las cosas y contemplan el espejo de la verdad y han llegado a ello sin saberlo; están en la tierra, pero su casa está en el cielo y se hallan en paz: caminan como los niños.

(Siruela, pág. 147)

Encontramos también entre los escritos del Maestro Eckhart el siguiente poema:

Está aquí y está allí,
está lejos y está cerca,
es profundo y es alto,
en tal forma creado
que no es esto ni aquello.

Es luz, claridad,
es todo tiniebla,
innombrado,
ignorado,
liberado del principio y del fin,
yace tranquilo,
desnudo, sin vestido.

¿Quién conoce su casa?
Salga afuera
y nos diga cuál
es su forma.

Hazte como un niño,
¡hazte sordo y ciego!
Tu propio yo
ha de ser nonada,
¡atraviesa todo ser y toda nada!

Abandona el lugar,
abandona el tiempo,
¡y también la imagen!

Si vas sin camino
por la senda estrecha,
alcanzarás la huella del desierto.

¡Oh alma mía,
sal fuera, Dios entra!
Hunde todo mi ser
en la nada de Dios.

¡Húndete en el caudal sin fondo!
Si salgo de ti,
tú vienes a mí,
si yo me pierdo,
a ti te encuentro.

¡Oh Bien más allá del ser!.

(Siruela, pág. 141)

Y como en los grandes místicos, el servicio a los necesitados está por encima de todo…

Si el hombre se hallara en un arrobamiento tal como San Pablo y supiera de un hombre enfermo que necesitara de él una sopita, yo consideraría mucho mejor que tú, por amor, renunciaras [al arrobamiento] y socorrieras al necesitado con un amor más grande.

(Tratados y sermones, pág. 62)

Y con la última cita que os ofrezco retomamos la paradoja… lo importante no es saber de espiritualidad…

«Más valdría un maestro de vida que mil maestros de lectura.»

(Siruela, pág. 142)

Otro enlace (en inglés) para comprender la transcendencia del Maestro Eckhart en la actualidad:
https://marginalia.lareviewofbooks.org/everybodys-mystic/