«Mi nombre es Alphonse Laurencia, Hermana Guadalupana de La Salle. Desde el año 2015 estoy llevando a cabo la misión en Benín (África). La misión, junto a otras Hermanas, consiste en llevar adelante la escuela con nuestros Hermanos en el Colegio La Salle Akassato. Trabajo en Educación Primaria. Quiero compartir mis experiencias relacionadas con mi vivencia espiritual.»

1.- ¿Cuéntanos alguna vivencia o experiencia que espiritualmente te haya marcado?

Una de las vivencias más importante en mi camino como lasaliana ha sido la formación CEL en Madrid a la que fui participar en el año 2014. He vivido la formación con alegría y la he recibido como un regalo de Dios. Tres meses de vida en comunidad, viviendo la fraternidad y compartiendo el tesoro lasaliano que La Salle nos dejó. Ha sido un tiempo de gracia porque hemos experimentado la fraternidad que nos caracteriza, la cercanía en la diferencia, somos La Salle y vivimos como hermanos en familia. Descubrí que, aunque no nos veamos, hay un espíritu muy fuerte que nos impulsa a estar juntos, sin frontera, con alegría y cercanía. Esta formación me ayudó mucho a aprender a respetar la diferencia, a amar y ser amada. Somos lasallistas, tenemos muchas riquezas que tenemos que vivir y transmitir al mundo que necesita el calor de la amistad y que facilita nuestra misión.

2.- Cuando escuchas “espiritualidad lasaliana” ¿qué ventana se te abre?

Con la palabra espiritualidad se me abre la ventana del sentido profundo de lo que vivimos entre nosotros (Hermanos, Hermanas y Colaboradores) con los niños y jóvenes, sobre todo los más necesitados. Es una espiritualidad que nació tras una fuerte experiencia de vida de La Salle con los primeros maestros. Juan Bautista de La Salle ponía un espíritu, una manera de hacer y vivir para acompañar a los niños con total disponibilidad: «espíritu de abandono».

3.- Dinos qué sueles hacer para alimentar tu espiritualidad.

La espiritualidad es una manera de hacer y de vivir que necesita ser alimentada para no perder su sustancia. Me gusta mucho nuestra costumbre como lasallista de vivir la espiritualidad juntos y así alimentarla. Por eso es muy importante hacer una formación juntas las Hermanas con los Hermanos y colaboradores lasallistas para compartir y recibir de vez en cuando el espíritu que la alimenta y que nos ayuda mucho: CEL, CIL, SIEL.

También tenemos mucho tesoro que De La Salle nos dejó, muchos documentos lasallistas como las meditaciones, cuadernos lasalianos MEL, El Santo de los Maestros libro escrito por el Hno. George Van Grieken. Me alimento con la lectura de esos documentos sin olvidar, en primer lugar, la lectura diaria del evangelio y la oración de cada día, personal y comunitaria. Nuestro fundador nos recomienda llevar a nuestros alumnos al Señor durante nuestra oración y, después, ir a clase para descubrir la imagen de Dios en cada uno de ellos y donde el espíritu está presente.

4.- Si tu entorno lasaliano fuera “frío” en el tema de espiritualidad…. ¿cómo te las apañarías para abrir esa ventana?

Mi experiencia diaria no es así. Pero sí estuve en un lugar donde mis colaboradores no la vivían y el entorno era frío. En esa situación veía que faltaba algo importante que no estaba presente; se interesaban mucho por el salario y les resultaba difícil dar más tiempo a los que necesita más nuestra ayuda. Sin la disponibilidad y el abandono total no vivimos el espíritu que nos identifica. En aquella situación acudí a las meditaciones lasalianas para encontrar puntos que pudieran ayudarnos. Cuando se presentan situaciones difíciles hay que intentar descubrir lo que De La Salle nos dejó escrito como, por ejemplo, el caso de un niño que tiene un carácter difícil. Hay una Meditación que nos dice cómo actuar, lo que habría que hacer frente a esa situación en el tiempo de De La Salle.

Para mí, si mi entorno lasaliano fuera «frío», reanimaría el ambiente a través de la fraternidad y la cercanía. Me esforzaría para dar calor o fuego 🔥 de este espíritu, con mi manera de actuar, y mi testimonio como lasallista: con «una mirada de Fe».

5.- Algún deseo o camino espiritual que te gustaría ver realizado en ti o en tu entorno lasaliano.

«Somos lasallistas», orgullosos de este nombre. Mi deseo es que todos los educadores, toda la familia lasallista, aprendamos a vivir nuestra espiritualidad y a cultivar esta riqueza. Que, al vernos, el mundo entero nos reconozca. Tenemos que trabajar para conocer y practicar este espíritu que nos encamina a una disponibilidad total, tal y como San Juan Bautista de La Salle nos dice.

Me gustaría que este espíritu nos animara a ser educadores vocacionados, a llevar adelante la misión, a conducir los niños y jóvenes hasta Jesús. Que seamos personas llenas de Dios para ser buenos embajadores de Cristo.

Agradezco mucho el trabajo que se está haciendo para ayudar a difundir nuestra espiritualidad. Gracias también por este espacio para compartir mi vivencia lasaliana. ¡Viva Jesús en nuestros corazones!