«Soy Conchi Revuelto, Delegada de Misión Pastoral del Sector de Catalunya, y tengo la suerte de compartir la pasión educativa pastoral con otras personas que viven la espiritualidad lasaliana. Todo un regalo.»
1.- ¿Cuéntanos alguna vivencia o experiencia que espiritualmente te haya marcado?
A lo largo de mi vida he tenido la suerte de vivir diferentes experiencias que me han marcado personal y espiritualmente, ya que creo que Dios me ha estado acompañando siempre y descubrirlo es uno de los regalos más bonitos y sobrecogedores que me ha ofrecido la Vida. Con todo, si tengo que elegir una de estas experiencias, elegiría seis años vividos en un centro de acogida, donde asumí las funciones de dirección.
Compartir con niños, niñas y adolescentes con historias difíciles y duras me sacudió la vida en todas sus dimensiones y por supuesto la espiritual. Entendí el misterio pascual de un modo diferente, real y actual; comprendí que Dios es Padre y Madre y perdona y da vida siempre; tuve la certeza que a pesar de las dificultades, Él siempre camina a mi lado y me sostiene; experimenté qué implica personalmente optar por los más vulnerables; descubrí la importancia de conocer nuestras raíces y de integrar nuestra historia personal; me confirmé en la idea de que las personas somos un misterio y somos sagradas, en ellas habita Dios… Caminar al lado de educadores y educadoras me animó, me hizo más humilde, me enriqueció, me hizo buscar lo mejor para cada uno, me ayudó a relativizar lo relativo y a saber qué es lo esencial.
2.- Cuando escuchas “espiritualidad lasaliana” ¿qué ventana se te abre?
Para mí la espiritualidad lasaliana es sinónimo de comunidad que educa, estés o no directamente con niños o jóvenes; es orientar la vida para el bien de la juventud desde la mirada de la fe. Es saber y sentir que caminamos juntos en esta aventura de la vida y de la educación, sabiendo que Dios nos acompaña.
3.- Dinos qué sueles hacer para alimentar tu espiritualidad.
Alimento mi espiritualidad con momentos de oración y de silencio, intentando ponerme a la escucha de Dios, con disponibilidad y humildad. Me encanta leer y meditar la Palabra de Dios, siempre es nueva.
Estos tiempos de pandemia han sido complicados para poder participar de la Eucaristía, pero creo firmemente en su poder transformador y comunitario, me da fuerza, serenidad y compartir la Mesa me ayuda a crecer en la fe y en el servicio.
Compartir con otras personas, especialmente mi familia, mi iglesia doméstica, la fe y la vida desde una óptica cristiana, me ayuda a intentar vivir con coherencia mis opciones y creencias cristianas.
Los momentos de lectura, además de contribuir a mi formación, me ayudan a seguir profundizando e interrogándome sobre la vida, la fe, la misión, la justicia, desde una perspectiva personal y comunitaria-eclesial.
4.- Si tu entorno lasaliano fuera “frío” en el tema de espiritualidad…. ¿cómo te las apañarías para abrir esa ventana?
Creo que la primera ventana siempre se abre creando un buen ambiente y estando al lado de los educadores/as, es importante “mover sus corazones” y establecer puntos de encuentro sobre la espiritualidad, que es una dimensión inherente a la persona.
Me parece que hay que propiciar momentos de silencio, pero también de compartir -desde la profundidad y, si es posible, desde la fe- lo que vivimos, lo que nos rodea, lo que nos inquieta. Esta experiencia de compartir ayuda a desarrollar esta dimensión espiritual que tenemos todos los seres humanos.
5.- Algún deseo o camino espiritual que te gustaría ver realizado en ti o en tu entorno lasaliano.
Creo que hay favorecer momentos de encuentro para las personas que no son asociadas, pero que sienten profundamente su misión cristiana lasaliana. Vivir la fe y la vocación en comunidad ayuda al crecimiento, al acompañamiento y al enriquecimiento mutuo de aquellas personas que las forman o que participan de su dinamismo y apertura.