(Para el ejercicio necesitas tener activado el audio y ciclar sobre la música cuando corresponda,
el audio se para sólo al final de cada pista.)
Iniciamos el ejercicio de interioridad tomando una postura relajada. Sentados con la espalda bien vertical, la cabeza erguida, las manos juntas, palma contra palma, en el regazo.
Comenzamos a hacer inspiraciones abdominales, es decir, tomamos aire por la nariz, lentamente, y expandimos el diafragma hacia abajo (hinchamos la tripa).
Soltamos el aire lentamente por la boca. Repetimos conscientemente este proceso.
(Pausa)
Nos fijamos no en el aspecto mecánico de entrar y salir el aire, sino en el hecho mismo de respirar.
Respiramos el aire o, mejor dicho, la vida nos respira. El aire nos mantiene vivos, oxigena cada una de nuestras células, corre por nuestra sangre. Algo dentro de la respiración nos mantiene vivos.
Deja que la vida te respire.
Cada ser humano es como una flauta de caña… Escucha cómo suena.
La flauta de caña está vacía por dentro, para permitir que el aire pase.
Cada uno de nosotros somos la flauta de caña, que deja pasar el aire de la vida, y que vibra produciendo la música.
La música se genera cuando el aire recorre el vacío de la flauta. Somos en la medida que dejamos espacio, vacío, a la vida que nos llega, que nos respira.
Lo esencial es recordar, volver al corazón, y comprender desde dentro, que lo que somos, en definitiva, nos es dado. Soy porque el Ser es.
Dios nos respira, sopla dentro de nosotros. Estamos invitados a aceptar su amistad, su belleza, su amor, su música.