La verdad es que no suena bien eso de pescar hombres. En tiempos de Jesús fue una expresión bella. Hoy nos suena a manipular, vender la moto, captar candidatos, adoctrinar… Han pasado veinte siglos y el lenguaje religioso nos puede traicionar. Pasa lo mismo con la imagen de las ovejas y el pastor. Nadie acepta ya que la fe se vive como si uno fuera una oveja… y ya deducimos quiénes son los pastores. La fe hoy se debe personalizar, pasar por la conciencia personal, incluso por la razón propia… Sí, a muchos esto les parece poco «católico», pero los tiempos nuevos no admiten una tutela de la conciencia como antaño. Si eres cristiano, lo eres porque te convence, porque decides creer… no porque sociológicamente no te ha quedado más remedio, no porque no conozcas otras cosas, no por miedo al infierno, ni por obediencia a los Pastores…
Pero volvamos a lo de pescar hombres. Pescar era el oficio de Pedro y Andrés, Santiago y Juan… y Jesús les propone cambiar de «oficio», de dedicación… En vez de buscar el propio interés, los propios asuntos… dedicarse a salvar personas, a curar heridas, a tocar el corazón de la gente.
Evangelio según San Mateo 4, 12-23.
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.
Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.
Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
Pues bien el tema te toca a ti ahora. ¿A qué estás dedicando tu vida? ¿Qué pescas? ¿En qué pones tus esfuerzos, tus preocupaciones? ¿En tener más? Pues Jesús te llama a ti y a mí, nos llama a revisar nuestro «oficio». Si te declaras cristiano… te comprometes a «pescar personas», a tocar corazones… estés trabajando en lo que estés trabajando, tengas el oficio que tengas… «mover corazones».