Mármol, Ch. Conversaciones con Jon Sobrino, PPC, Madrid, 2018, 454 pp.

Sí, efectivamente, el título lo dice todo. Son conversaciones a partir de las preguntas de una periodista (Charo Mármol), como Jon Sobrino va respondiendo a las múltiples y variadas cuestiones planteadas y que, previamente, Charo le fue  ofreciendo.

Aunque no puede hablarse de un índice, en el libro se distingue dos grandes àrtes. La primera, abarca hasta la página 365, donde Jon Sobrino se va explayando de manera amplia, no sólo en aspectos propios de su vida, de su fe, de su manera de entender a Dios y de cómo le fue transformando el contacto con los «mártires» de El Salvador y su forma de concebir y explicar la teología, sobre todo, al contacto con Ellacuría.

La segunda, hasta el final, pretende poner de manifiesto lo que ha significado caminar al lado de otras personas y dar cuerpo a otras expresiones que, en las páginas precedentes no ha podido hacer con la profusión que hubiera esperado. Así, aparecen: la canonización de Mons. Romero, caminar con Pedro Casaldáliga, caminar con Mons. Romero, caminar con Ignacio ellacuría, caminar con Jesús de Nazaret…

Sin duda ninguna, la primera refleja toda la sabiduría, toda la duda inicial del P. Sobrino, todo el esfuerzo personal para dar cuerpo a su fe en un Dios que se ha ido transformando en la comprensión del protagonista del libro, al contacto con la realidad sufriente del país (El Salvador),  de un Dios que le ofrecía dudas, a un Dios que se hace carne en el pueblo sufriente y salvadoreño y de su cercanía a los mártires, que cambian radicalmente la vida de Jon Sobrino.

Particularmente, el P. Ellacuría va a tener un hueco grande en estas conversaciones, porque pasa de ser admirado a ser confidente, maestro, hermano y mártir. Y junto a él, qué duda cabe, Mons. Romero y el P. Rutilio Grande cuyos asesinatos a manos de los paramilitares hace que cambie de manera radical la vida de Jon Sobrino.

El libro va recorriendo pensamientos, disertaciones, manifestaciones teológicas de Jon Sobrino a partir de preguntas y respuestas, muchas de las cuales, han sido muy elaboradas, eligiendo los términos por parte del P. Sobrino para decir lo que quería decir. Han sido cuatro años lo que se ha tardado en darle forma al libro y se puede ver una cuidada elaboración que no deja nada al azar, pero donde se ve reflejada también una hondura personal y una vivencia de la fe, del martirio, de la profecía, del quehacer universitario (la UCA del Salvador)  y donde se va haciendo posible que la vida del pueblo salvadoreño, tal y como es percibido por el P. Sobrino, se ponga de manifiesto en los múltiples atropellos que hacen «clamar al cielo» como decía Mons. «...cese la represión«.

Son constantes las referencias a Ellacuría, a Mons. Romero porque Jon Sobrino ha bebido de sus fuentes, de sus escritos o sus homilías; pero, sobre todo, de su vida donde constantemente se van poniendo de manifiesto los gestos y las palabras adecuadas para hacerse uno con los pobres de la tierra, con la teología de los pueblos oprimidos, con sus luchas internas dentro de la Compañía de Jesús, con la jerarquía del país o con Roma, pero donde, sobre todo, se refleja la vida.

Jon Sobrino, tiene a estas alturas de la vida 80 años. Se libró de una muerte segura porque estaba fuera del Salvador en el momento de la matanza de los seis jesuitas y dos mujeres en los terrenos de la UCA. Y eso le ha dado pie para recoger el legado de Ellacuría y Romero para seguir haciendo teología del pueblo y para el pueblo desde la Universidad. Una Universidad que debe ser lugar de diálogo, de confrontación con los poderes, de enseñanza, de cultura, de investigación… pero puestas al servicio de los pueblos oprimidos,  para poder cambiar el curso de la historia y no hacerle el juego servil a los poderes que oprimen a los pobres.

Hay momentos en que en el libro se repiten algunas cuestiones. Es difícil mantener un hilo conductor que obvie lo dicho en otras páginas, porque los recuerdos que ocasionan los acontecimientos vividos y las experiencias vividas al lado de los mártires (los que tienen nombre y los que no lo tienen porque han sido muchos los masacrados por la represión) han hecho que la vida de Jon Sobrino se defina como una vida dedicada a dar voz a los sin voz y a gritar allá donde no hay sino muerte y represión. Buen aparte de este cambio de perspectiva lp tiene la celebración de una Congregación General de los jesuitas (la XXXII, en 1975) donde se pone de manifiesto «… comprometerse … en la lucha crucial de nuestro tiempo: la lucha por la fe y la lucha por la justicia que la misma fe exige..

Fue enviado a El Salvador (a la UCA) en 1972 ( a los 34 años), aunque tuve que ausentarse por problemas médicos, regresando en 1974. Fue posteriormente rector de la misma en 1990. Vivió la muerte del P. Rutilio Grande (12.03.1977), de Mons. Romero (24.03.1980) y de los seis jesuitas de la UCA (16.11.1989). Y su contacto con Casaldáliga y, sobre todo, con el P. Arrupe, le llevaron a cambiar su modo y manera de hacer teología desde la universidad. Conceptos (que van más allá de palabras) como: el pueblo crucificado, «no nos roben a Jesús» , el Reino de Dios como elemento clave del papel de Jesús, etc. Fue cambiando la manera de exponer y concebir la teología (desde su vuelta de Frankfurt, donde estudió) al contacto con el pueblo sufriente y oprimido del Salvador, para hacer una teología que sirva a los pueblos crucificados.

Un libro para leer con calma y lleno de matices, de insistencias sobre DIos, Jesús, la cruz, la vida y de una humanidad grande que nos permite conocer mejor a la persona, al profesor, al escritor, y sobre todo, al comprometido con un modo de hacer teología puesta al servicio como le gusta decir «… de los pueblos sufrientes y crucificados».