Jesús es el camino. Si buscas alguien que diga algo especial, que tenga una palabra de sentido, que sea coherente con su vida… elige a Jesús de Nazaret.
En nuestras sociedades nos llegan infinidad de mensajes, de anuncios publicitarios que nos ofrecen «el oro y el moro». Pues bien, el  Evangelio que leemos este domingo es el anuncio «publicitario» de la época, en vocabulario de entonces: el que llega es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo, sobre el que se posa la paloma del cielo… el hijo de Dios.
Lo bueno es que este anuncio no es una farsa, no ofrece lo que no puede dar, no es un cuento para ingenuos. Al revés, Jesús te despierta, te bautiza con fuego, pone dentro de tus entrañas el  mismo espíritu, para que compartas la misma experiencia de Dios.

Evangelio según San Juan 1, 29-34.

Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel».
Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.

Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo’.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios».

Lee más a menudo su Evangelio. Déjate llevar por sus intuiciones. Experimenta su palabra en tu vida, practícala… y ya me dirás si el anuncio es un engaña bobos o una realidad.