Pérez Andreo, B. La revolución de Jesús. El proyecto del Reino de Dios, PPC, Madrid, 2018, 261 pp.
El autor, quiere hacer mención al título y, con frecuencia, hace caer en la cuenta al lector de que la actitud y el comportamiento de Jesús fue obra de alguien que se saltó a la torera la ley, los usos cotidianos, los estereotipos de la época… por salvar a la persona, como Dios quería.
Insiste el autor en la experiencia prototípica del Éxodo: Dios que ve la opresión del pueblo, suscita un salvador (Moisés) y acompaña al pueblo en la dura travesía del desierto. Y si, para Dios, la opresión del pueblo es el desencadenante de la Alianza, con Jesús, Dios seguirá sacando la cara por el pueblo, por las personas concretas; en especial, por los que más sufren, por los explotados.
Va recorriendo el libro a través de seis capítulos y una conclusión, no tanto de lo que fue la vida de Jesús, punto por punto, cuanto destacando acentos de su actuar y su vivir. Arranca en cómo fundamentar que la actitud de Jesús fue la de un revolucionario a partir de la situación concreta social, política y religiosa de la época que marcarán de manera muy fuerte el actuar de Jesús, sus palabras y sus diatribas con las autoridades del pueblo (tanto religiosas, como políticas). Y cómo, a partir de ahí, en ese contexto surge Jesús (acaso como discípulo inicial del Bautista, del que posteriormente se separa) para anunciar y dar forma a un proyecto, el del Reino de Dios, revolucionario y al que Jesús consagra su vida.
Desde esta visión, el autor va dando las claves de la forma de manifestarse Jesús, en sus disputas por el Reino, en su hacer cosas con palabras o en su actuar con hechos, para extenderse un paso más en el último acto supremo de Jesús (su muerte) y las consecuencias de la misma, en una etapa posterior con la resurrección.
El autor ha querido plasmar el libro de manera muy sistemática (nos lo dice al principio) y usa una estructura en triadas: cada capítulo tiene tres partes y, cada parte, tres apartados dándole a cada capitulo una extensión en palabras adecuada a los propósitos del autor («… unas once mil palabras por capítulo…» , pág. 12) y que componen un número de páginas por capítulo (entre 30 y 37); pues, como dice el autor «... la calidad no tiene que ver con la cantidad (de páginas)...» Eso hace un libro más ágil de leer y da pie, con la bibliografía posterior reseñada, a ampliar lo que se desee.
Es un libro, repetimos, que constantemente remite a la experiencia del Éxodo, como si ésta fuera el punto de partida de las acciones «revolucionarias» de Dios, entendidas desde nuestro punto de vista y continuadas luego por Jesús. Un Jesús que vive en su época, que es deudor de la misma y que, para los lectores actuales del siglo XXI se hace necesario hacer el esfuerzo para mirar con ojos del siglo I lo que aconteció; así, nos daremos cuenta de la hondura y trascendencia que supuso Jesús en su época y, ahora, en la nuestra.
Termina el autor recalcando que «... el proyecto del Reino de Dios, que es la revolución de Jesús, es la tarea pendiente de la Iglesia del tercer milenio… Se trata de deconstruir el aparato doctrinal que ha encubierto el Evangelio y limpiarlo hasta dejar el núcleo que está debajo, el mensaje de Jesús mismo, el Evangelio sin glosa...» (pág. 246).
Seguramente los lectores encontrarán en este libro un acicate para su reflexión personal y la posibilidad de un conocimiento mayor de este revolucionario (Jesús de Nazaret y su consagración al Reino) que cambia la vida. Seguro.