Podríamos resumir en los siguiente números la esencia del mensaje de Jesús:
1. La oración necesita intimidad y pocas palabras.
“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pied en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Y al orar no repitas palabras inútilmente, como hacen los paganos, que se imaginan que por su mucha palabrería Dios les hará más caso. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de habérselo pedido.»
(Mateo 6, 5-8) y (Lc 11.2-4)
2. La oración necesita paciencia y ser insistente. Tienes que ponerle ganas.
«Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle.’ Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada.’ Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentrai y al que llama a la puerta, se le abre.
¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
(Lucas 11, 5-13). Video con la parábola del amigo inoportuno
«Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse. Les dijo: “Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justiciab contra su adversario. Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres. Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’
El Señor añadió: “Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez, ¿cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”
(Lucas 18, 1-8)
3. Sólo se puede rezar desde abajo.
«Jesús contó esta otra parábola para algunos que se consideraban a sí mismos justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador!’ Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido.”
(Lucas 18, 9-14). Video con la parábola de fariseo y el publicano.
4. La oración es para cuando nos encontramos con la limitación, con la tentación.
«Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron aparte:
–¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu?
Jesús les contestó:
–A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración.»
(Marcos 9, 28,29)
«Luego salió Jesús y, según su costumbre, se fue al monte de los Olivos. Los discípulos le siguieron. Al llegar al lugar, les dijo:
–Orad, para que no caigáis en tentación.»
(Lc, 22, 39-40)
5. La seguridad y la confianza son la base de la oración.
«Os aseguro que si alguien dice a ese monte: ‘¡Quítate de ahí y arrójate al mar!’, y no lo hace con dudas, sino creyendo que ha de suceder lo que dice, entonces sucederá. Por eso os digo que todo lo que pidáis en oración, creed que ya lo habéis conseguido y lo recibiréis.»
(Mateo 21, 22. Marcos, 11, 23-24)
«Os aseguro que el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.»
(Jn 16, 23b-24)
6- La oración no funciona sin la dimensión fraterna.
«Y cuando estéis orando, perdonad lo que tengáis contra otro, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone vuestros pecados.»
(Mc 11, 25)
“Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda.»
(Mt 5, 23-24)
“Por eso, el reino de los cielos se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad.
“Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’ El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo: ‘¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues también tú debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.’ Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda.”
Jesús añadió:
–Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano.»
(Mt 18, 23-35) Video con la parábola del funcionario que no quiso perdonar.
7. Hay que dedicar tiempo a la oración
«De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado.»
(Mc 1, 35)
«Cuando ya la hubo despedido, subió Jesús al monte para orar a solas,j y al llegar la noche aún seguía allí él solo.»
(Mt 14, 23)
Antes de iniciar su predicación se retira al desierto y ora durante 40 días.
(Lc 4, 1-2)
«Un día estaba Jesús orando, él solo. Luego sus discípulos se le reunieron, y él les preguntó:
–¿Quién dice la gente que soy yo?»
(Lc 9, 18)
8. La oración, para tomar decisiones.
Al elegir a los doce:
«Por aquellos días, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, reunió a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales llamó apóstoles.
(Lc 6,12-13)
Al curar:
Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre:
–¡Efatá!s (es decir, “¡Ábrete!”).
(Mc 7, 34)
Al enfrentarse ante la muerte:
«Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos:
–Sentaos aquí mientras yo voy a orar.
Se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentirse muy afligido y angustiado…»
(Mc 14, 32-42)
9. Orar por personas concretas, e incluso por los enemigos.
«Tomó en sus brazos a los niños y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.»
(Mc 10,16)
“También habéis oído que antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos. Porque si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¡Hasta los que cobran impuestos para Roma se portan así! Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Hasta los paganos se portan así! Vosotros, pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto.»
(Mt 5, 43-48)
«Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
(Lc 23,34)
10. La oración necesita coherencia de vida.
“No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel díao muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’
“Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”
(Mt 7, 21-27) y (Mc 1.22; Lc 6.46-49) Video con la parábola de las dos casas.
11.- La oración esencial.
«Vosotros debéis orar así:
‘Padre nuestroj que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra
así como se hace en el cielo.
Danos hoy el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a quienes nos han ofendido.
Y no nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno.
(Mt 6, 9-15)
12 – La oración a la hora de las comidas.
«Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente.»
(Mt 14, 19; 15, 36)
Mientras cenaban, Jesús tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios lo partió y se lo dio a los discípulos, diciendo:
–Tomad, comed, esto es mi cuerpo.»
(Mt 26, 26-27)
Cf.
http://www.vicariadepastoral.org.mx/cardenal/oracion/oracion_3.htmhttp://www.mercaba.org/Cristologia/DdeJ_caravias_05.htm
http://www.buenasnuevas.com/biblia/temas/temasb-3.htm
https://www.youtube.com/playlist?list=PLF1413E90D0441D7E