¿Cómo explicar que con la crucifixión de Jesús no acabó todo?
¿Cómo decir que su sangre no se agotó en el Gólgota?
¿Cómo poder expresar con palabras que la muerte no pudo con Él, que Dios-Padre le regaló la Vida?
¿Cómo decir que su sangre no se agotó en el Gólgota?
¿Cómo poder expresar con palabras que la muerte no pudo con Él, que Dios-Padre le regaló la Vida?
Resucitó… ¿cómo entender esta experiencia hoy?
No era un fantasma, comió con ellos.
No era un sueño… le tocaron los pies y la manos.
Pero tampoco era una evidencia: María le confunde con el hortelano, los de Emaús sólo le reconocen al partir el pan…
¿Qué experimentaron sus amigos y discípulos?
¿Las palabras e historias que emplearon significan lo mismo veinte siglos después?
¡Qué difícil!
Lo que resulta claro es que aquellos que le negaron, que se encerraron por miedo a ser también perseguidos, los que no entendieron casi nada del nuevo rostro de Dios… éstos, de la noche a la mañana despiertan, entienden, perciben, vuelven a Jerusalén, salen a la calle a hablar del galileo, se llenan de motivación, de vida, claridad y espíritu.
Jesús no ha pasado al mundo de las tinieblas, ni a la nada, no es corruptible, su tumba está vacía… Jesús es el Cristo, el hijo de Dios. Dios le ha rescatado de la muerte y, por amor, le convierte en el destino de toda la humanidad, de toda vida, de todo el universo.
La voluntad de Dios es la vida. Con Cristo la puerta de la vida se ha abierto. Si le sigues, no mueres definitivamente. Ésta es nuestra fe.
Lc 24, 35-48
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan.
Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
–Paz a vosotros.
Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo:
–¿Por qué estáis tan asustados y por qué tenéis esas dudas en vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tocadme y mirad: un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
Al decirles esto, les mostró las manos y los pies. ero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:
–¿Tenéis aquí algo de comer?
Le dieron un trozo de pescado asado, él lo tomó y lo comió en su presencia. Luego les dijo:
–A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse.
Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo:
–Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. osotros sois testigos de estas cosas.