En el evangelio de Lucas de este cuarto domingo de Adviento, María aparece como un icono con el que podemos identificarnos todos los que intentamos vivir el seguimiento de Jesús. María es una mujer entre otras muchas mujeres sencillas en medio de un pueblo pequeño e insignificante. Pero Dios puso su mirada en ella porque su vida fue una constante acogida de la voluntad de Dios. Porque para Dios no hay nada imposible, ella fue la elegida para ser madre de Jesús, el Hijo de Dios. Estamos viviendo un tiempo especial dentro de la Historia de la Salvación. Nuestro mundo sigue necesitado de esperanza, de motivos para seguir construyendo un hogar común en el que todos sean acogidos y ya no haya exclusiones.

Nuestro mundo necesita seguir encontrándose con Jesús de Nazaret, el rostro humano de Dios… Como con María, Dios sigue necesitando personas, quizá sencillas y anónimas, pero llenas de confianza, para que Dios siga naciendo en el interior de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. No temas, adora y confía en ese Dios para el que nada es imposible.

Lucas 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe deDavid; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.