Aquí tenemos un texto evangélico de los que nos hacen temblar. Perdona siempre. No quedarse lamiéndose la herida. Disponerse a que el tiempo cure. Aceptar las disculpas. Volver a abrazar.
Todo sin medida, sin llevar cuentas, 70 veces 7.
Hace falta una capacidad humana, o espiritual, muy grande.
No es ingenuidad o falta de personalidad. No se trata  de dejarse manipular, engañar o atropellar. En la exageración de la medida está la fuerza del texto.
A la persona con capacidad espiritual no se le puede arrebatar la paz por un insulto, por una ofensa, por una falta, por una traición, por una mentira… ¡ni por cien!
Porque su tesoro no puede ser arrebatado, no depende de cómo le traten… vuela más alto, vive en una órbita superior.

Mt 18, 21-35
Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
–Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, si me ofende? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó:
–No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.


“Por eso, el reino de los cielos se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad.
“Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’ El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo: ‘¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues también tú debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.’ Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda.”
Jesús añadió:
–Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano.

Dios no lleva cuentas de nuestras torpeza y traiciones.
Y quiere que nosotros tampoco seamos tan tacaños con los demás.

Su amor es gratuito, no ama porque se sienta amado, ama porque sí, por puro don.
Y quiere que nosotros amemos hasta los enemigos (otra «exageración» evangélica).

«La medida que uséis, la usarán con vosotros» (Mt 7, 2)
¡Cuánto nos falta por avanzar en espiritualidad!