García Paredes, es, J.C.R.  Otra comunidad es posible. Bajo el liderazgo del Espíritu, Publicaciones Claretianas, Madrid, 2018, 165 pp.

Cuando abrimos cualquier libro del autor, nos sentimos transportados a un universo mucho más amplio de las páginas del libro. Sí porque, de entrada, al ir leyendo el libro, el autor nos quiere llevar mucho más allá, dada la abundante bibliografía que nos ofrece como citas de lo que dice y como sugerencia también de lo que se va leyendo. Por eso, agradecemos a José Cristo Rey esa amplitud de miras que nos transporta a otros niveles diferentes

de lo que el libro concreta, ya sean las ciencias políticas, sociales, económicas o, como en nuestro caso, a citar con verdadero cariño las cartas de nuestro Hermano Superior, Bob Schieler.

Pretende el autor con este libro lo que el título recoge en su primera parte. Sí, otra comunidad es posible, pero no por nuestro esfuerzo humano, como algo propio que vamos construyendo (aunque también), sino, sobre todo, bajo el liderazgo del Espíritu. Es pues un libro cuyo título no despista, como parece ocurrir en otras obras donde el título es solo la sugerencia para una posible lectura, pero no lleva a ningún sitio.

Presenta el autor seis capítulos que van indicando por dónde cree él que se debe ir generando y conduciendo la nueva comunidad. Y sugiere, de entrada, que sea la misión la que vaya marcando el marchamo delo proyecto. Con una salvedad que quiere poner de manifiesto y que me parece importante: no se trata de ver lo que la comunidad puede hacer por Dios sino lo que hace que la comunidad se ponga al servicio de la misión y entienda qué es lo que Dios quiere de ella. Desde ahí cambia totalmente el sentido: se pasa de ser protagonistas de una construcción a ser servidoras de una misión. Y de ahí, cabe hacerse la pregunta: ¿Cómo ser comunidades configuradas y colaboradoras en la “missio Dei”? ¿Por dónde empezar? Y el autor ya da las primeras indicaciones: comunidades de discípulos para hacer discípulos y comunidades con visión por el celo misionero.

Por eso, el primer capítulo ya nos sitúa en el centro de un trabajo a hacer y una dinámica a comprender. Desde ese punto de partida, van arrancando los otros capítulos que responden a lo que debe vivir y hacer la nueva comunidad y que el autor va desgranando con expresiones que ayudan a entender lo que desea proponer el autor con mayor énfasis: comunidades como espacios de comunión; comunidades organizadas capaces de renacer reorganizándonos; comunidades lideradas por el Espíritu; comunidades con capacidad de reconciliación transformadora; comunidades con capacidad de volar, viajar, contemplar y soñar.

A cada uno de los apartados, dedica el autor espacio suficiente para comprender lo que se quiere decir. Además, el lenguaje del autor es sencillo de entender y se adecúa muy bien a lo que habitualmente vivimos los que “funcionamos” en comunidad; es decir, nos suenan mucho determinados aspectos que se recogen en la publicación, pero nos animan a no seguir haciendo más de lo mismo, en un deseo de superación que pase del ego-sistema al eco-sistema.

Nos encontraremos en el texto con palabras griegas que al autor le gusta poner en determinados momentos de la publicación; pues volver a la raíz de determinadas expresiones ayudan a entender qué se quiere decir de una manera mucho más intuitiva, pues el tiempo ha hecho perder el significado de ciertas palabras. Así, nos irán sonando con mucha más fuerza conceptos como “bio-cenosis” (comunidades de vivientes) y “bio-topos” (lugares donde están los vivientes), “ceno-bios” (misma palabra que biocenosis), “perichóresis” (mutua relación de la danza divina entre las tres personas), “oikos” (familia extendida, centro de misión), “autopoiesis” (capacidad de los seres vivos de renacer a través de la organización), etc.

Nos invita a no echar en saco roto los descubrimientos de las ciencias sociales. Así, hace mención a un libro[1] que está siendo elemento de estudio en las organizaciones y que el autor desgrana sus elementos aplicado a las comunidades religiosas, dedicándole el capítulo tercero (“Comunidades organizadas: el nuevo paradigma”) a preguntarnos si nuestras comunidades son capaces de abrir procesos “autopoiéticos” que respondan a lo más genuino de nuestra fe. Y le lleva al autor a preguntarse, junto al autor del libro mencionado, si nuestras comunidades u organizaciones más amplias (Distritos, provincias, etc.) tienen el color “teal” (turquesa) que va describiendo en las páginas 78 y siguientes.

El autor, en un momento de su obra habla de liderazgo. Y es inevitable caer, si no se tienen muy en cuenta las situaciones, irse hacia lo que las ciencias sociales hablan sobre el tema. Pero el autor nos lleva a considerar que hoy también las ciencias sociales hablan, no sólo de liderazgo, sino también de “seguidorazgo”, “holocracia” (ausencia de jerarquía), autogestión o equipo, que son modelos nuevos de dotarse de estructura las organizaciones sociales (sean fábricas, empresas, colegios, hospitales, etc.). Y de ahí nos traslada a un cambio de paradigma: “liderazgo inclusivo y colaboracional”: ahí está el cambio de paradigma, donde el líder deja de ser el “gurú” del futuro para hacer que sea un liderazgo inclusivo con quieren trabaja y no excluyente.

Todo lo anterior lleva a darle una importancia grande al discernimiento y al “trabajo” del Espíritu en nuestras organizaciones comunitarias. El Espíritu se hace entonces garante de nuestro modo nuevo de construir comunidad, si le dejamos actuar. Desde ahí, tiene sentido el hablar de comunidades reconciliadas y dejar hueco en la comunidad a que las situaciones de conflicto no sean ocasiones para la disgregación comunitaria sino oportunidades de transformación que nos obliguen a no “estancar” los conflictos, sino a enfrentarse a ellos, dice el autor, diseñando el mapa del conflicto en modo “espiral”, iniciando desde el epicentro y que permite en modo dinámico, saltar hacia la superación (Cfr ejemplo de Esaú y Jacob, Génesis, capítulos 25-33).

Al final, el autor propone cuatros verbos que pueden hacer de nuestra comunidad que se sienta ella misma transformada y generadora de transformación en su entorno. Y lo hace a partir de los verbos: “volar”, “viajar”, “contemplar” y “soñar” que son ya de por sí, lo suficientemente intuitivos para ver por dónde caminar y afrontar el futuro que es ya presente. Es el proceso de “autopoiesis”.

Y concluye el autor: “Estamos en un momento en que necesitamos sueños, visión y audacia. Y en el que hemos de exorcizar el miedo, el cinismo y la duda… La vida es imparable. ¡Otra comunidad es posible!” (pág. 160)

Jesús Miguel Zamora Martín

[1] Laloux, F. Reinventar las organizaciones, Arpa Editores, Barcelona, 2016, 384 pp.