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En las Navidades celebramos que Dios se manifiesta en un niño, un niño pobre, necesitado, refugiado… un niño desconocido, de una familia desconocida.
Dios ha querido darse a conocer plenamente en la persona de Jesús.
Celebramos el misterio de un Dios que ha elegido hacerse humano, vulnerable, hacerse nada.
Celebramos que esta encarnación no pasó hace 2000 años y sólo en Jesús, nosotros también somos encarnación de Dios.
En cada niño de tu escuela vive la presencia misteriosa de Dios.
Estamos habitados por Dios.
Tú eres vida divina encarnada.
Dios es la creación entera de una manera misteriosa.
Dios es el mar que se manifiesta constantemente en cada ola.
El mundo entero es la manifestación de Dios.
Dios y el hombre no son dos.
Cada persona es el lugar de revelación de Dios.
Cada persona se una nota de la sinfonía de Dios.
Jesús de Nazaret es la señal que indica que toda persona está habitada por Dios.
Cristo es el modelo de persona auténtica conectada con Dios.
En Cristo la encarnación de Dios llega a su punto culminante.
Toda la creación es un proceso de encarnación.

La persona espiritual es aquella que se da cuenta de la unidad que existe en toda la creación.