Lee estas tres palabras: DIOS, DENTRO, DARSE…, párate unos minutos…, y, seguro que algo te sugieren. Al “rumiarlas” te dan LUZ, para ser como esas ESTRELLAS que iluminan en la noche y dan amor, esperanza y alegría a los que les rodean y así van haciendo un mundo mejor.

Durante unos meses han resonado en mi interior y, humildemente, te comparto la experiencia vivida. Sigo teniéndolas como telón de fondo y te aseguro que me ayudan a focalizar, encauzar y canalizar lo que veo, oigo y experimento en mí y en los demás. ¿Por qué? porque, desde ellas, encuentra sentido mi vida.

DIOS.

Dios…, déjate llevar por esta oración…

¡Escuchad la palabra cercana del Dios hecho hombre!
¡Escuchad esta dicha que inunda los senderos de luz!

Decir “Dios” será desde ahora en adelante
lo mismo que decir ”nuestro amigo más firme”,
“nuestro cómplice más leal”,
el que sacia nuestra hambre y búsqueda de amor
con su inmenso Tú, morando en la eternidad.


La justicia, la paz, la esperanza, la fe, la dicha,
el dolor y el amor son los frutos de una tierra hecha nueva,
de una humanidad hecha fraterna.
Fecundada con rocíos y lluvias de limpio amanecer,
y por doquier florecerán las sendas en cantos de alabanza
que proclaman en toda su armonía
el pasar susurrante y el peso liviano del Dios fiel.

DIOS, DENTRO, DARSE, están en estas estrofas, ¿no te parece? , seguro que te han “movido” en tu interior.

Como educadores estamos ante un nuevo curso y creo que tenemos que: rumiar la riqueza de lo vivido en la JMJ y el después de este acontecimiento con los mensajes del Papa y las experiencias vividas…, pero también saber que la competencia educativa y la renovación espiritual van de la mano.

Por eso, la inteligencia espiritual, esa competencia ¿básica?- sí, sin duda, debe ser uno de los focos de interés reflexivo que hay que cultivar y alimentar en estos tiempos de incertidumbre y crisis en que nos hayamos inmersos. Si apostamos por el crecimiento espiritual y la potenciación de la interioridad necesitamos alimentarnos.

Dios es el que alimenta y sacia nuestra hambre y lo hace desde DENTRO, haciendo sostenible nuestra andadura por fuera, nuestros compromisos y tareas. Este alimento nos puede venir por diversas fuentes, entendidas como espiritualidad, por ejemplo la carmelitana, lasaliana, franciscana…., los santos, los místicos, son esas ESTRELLAS que dejan pasar la Luz que les viene de Dios y al tener una fuerte experiencia de Dios nos pueden ILUMINAR Y GUIAR en este  camino.

Pero, ¿qué imagen tengo yo de Dios?

El hombre ha buscado con frecuencia a Dios en el cosmos y en las estrellas…, también en los silogismos y en los razonamientos. El cristiano no cesa de buscar a Dios interrogando a Cristo en cuanto hombre y éste sí es el camino real. Jesús es el mejor exponente de Dios, del Dentro y del Darse.

Dios es Amor, de ahí podemos deducir y decir: El Amor es Dios. Mi vida es real porque Dios la da consistencia. Dios es comunicación, diálogo, Palabra cercana y entrañable que se nos ha dicho en Jesús. Si humildad es andar en verdad, como diría Teresa de Ávila. Humilde es el que deja a Dios ser  Dios.

Buscamos, en la actualidad, a Dios en el rostro del hermano. La persona humana es la “presencia viva de Dios”; pero es raro que se nos ocurra buscar a Dios en Dios. Somos el Templo de Dios; no tengamos miedo de lo que hay en nosotros, no temamos percibir en el fondo un soplo tenue, pero casi palpable.

Dios es el Amigo fiel. Dios presente en mi  historia personal. Mi historia personal es de salvación porque en ella está actuando la “gracia” de Dios. Me mira con su “gracia” (la vida de Dios) y me AMA. El Papa les ha dicho a los jóvenes en la JMJ  en Madrid “que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis de Cristo”

Dios me ama, no porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno. Si lo experimentamos como amor en nuestras vidas, cambiamos por dentro, lo verás de otra manera. Perdona siempre. San Pablo nos dice: “el amor no lleva cuentas del mal”.

Habrá momentos en los que también tú necesitarás en lo más hondo de ti mismo reconocer sinceramente tu pecado, saberte comprendido por Dios, experimentar su perdón y sentirte aceptado con tus errores y miserias. Entonces te darás cuenta de que es una suerte creer en Dios y disfrutar de su perdón.

Dios busca a los perdidos. A pesar de tu superficialidad, a pesar de esa sensación de vacío y mediocridad, dentro de ti hay un rincón secreto donde todavía puedes escuchar una llamada a confiar. Cuentas con la cercanía y el apoyo de Dios. No te pide nada. Solo abrirte confiadamente a él.

Dios es humilde. No hemos de olvidar la alegría de Jesús cuando veía que la gente más humilde y sincera era la que mejor captaba su experiencia de Dios. Y  da gracias a Dios con estas palabras: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y se las has descubierto a pequeños”.

Dios es Trinidad, amor, vida compartida, comunión de personas. Empezarás a creer en la Trinidad y a vivir con confianza plena en Dios, si sigues loas pasos de Jesús que vivió como Hijo querido de un Dios Padre, y que, movido por su Espíritu Santo, se dedicó a hacer un mundo más justo y más humano. Y quiere que seamos felices.

Dios sufre, cada día, con nuestros sufrimientos. Está presencia de Dios en nuestro sufrimiento no algo inútil y estéril. No interviene para destruir al que hace el mal, o cambiar las leyes de la naturaleza. Pero está ahí, no abandona nunca a sus hijos. Un día descubriremos que, de forma callada pero eficaz, está conduciendo la historia dolorosa de sus criaturas hacia la Vida definitiva.

¡Qué bueno es dejar entrar el amor de Dios en nuestro ser!, ¿cómo?

1.- Caer en la cuenta que  Dios me ama y dejarme amar por Dios . Su mirada es Amor.

2.- Dejar en la vida que esa mirada amorosa haga su fruto. Dejarse amar por Dios. Dios me regala su AMOR. Dios se da. Jesús se dio todo por Amor. “Me amó y se entregó por mí”. Jesús es don puro de Dios. Todo Dios está en Él.

3.- Mirar a María y pedirle que nos ayude, como Madre de los Espirituales, a amar a Dios como Ella y a dejarnos amar por Él.

4.- Leer a los que han experimentado la “unión con el Dios Amor-Trinitario (Padre, Hijo y Espíritu Santo) como enamorados: san Juan Bautista de La Salle, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco de Asís, …, y grandes hombres y mujeres que con su vida me ayudan a leer el Evangelio. Son don de Dios para nosotros.

La persona que se ha dejado amar así por Dios, es un hombre o una mujer de Espíritu, es espiritual que se admira de lo que ve…, siente la presencia de Dios en él. Está abierto a Dios. Ve a Dios como el Padre misericordioso, confía en Él. Ve a todas las personas como hermanos. Vive de manera nueva.

El Espíritu de Dios nos enseña a estar atentos a todo lo bueno y sencillo, con una atención    especial a quienes sufren. Empezamos a vivir de forma más bondadosa porque crece en nosotros la capacidad de amar y ser amados. Con Dios la capacidad de amar se multiplica.

Termino con la oración del inicio:

¡Gloria al Dios acampado para siempre
en medio de nosotros!
¡Gloria al que es su Palabra preferida
y nos ha mandado escuchar!
¡Gloria al Espíritu que habita en nosotros
y nos sostiene! ¡Gloria. Gracias! Amén