¿A qué se parece hoy el Reino de Dios? ¿Con qué lo compararemos?

Se parece a una persona que trabaja con el ordenador conectado a Internet. Enchufa su máquina y espera el icono que le marca su acceso. Llega la información, multitud de información. Es en tiempo real. No se conecta a los datos de hace dos mil años. Se conecta a la actualidad. Con su formación sabe interpretar lo que le llega. Con lo antiguo y lo nuevo resuelve su trabajo,  hace maravillas y es creativo.

Ser cristiano consiste en vivir conectado al Espíritu. Dios llega como una wifi. No hay hilos, no se ve, no hay nada… está la señal. Su frecuencia no es evidente. Necesitas un protocolo para decodificar los datos,  el protocolo son los Evangelios, con ellos se descifra. La puerta de acceso es Jesús de Nazaret. No son los ritos, ni los gestos los que nos mantienen conectados. No es nuestro propia maquinaria, ni nuestro sistema el que crea la señal. La señal es gratis. Un regalo.

Hay días en uno no logra conectarse, seguro que debe haber señal, pero no accedes. Sin embargo el Espíritu siempre está flotando en el ambiente, no para de emitir. El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3, 8) y cuando quiere. Nadie lo puede dominar, ni encapsular. Se escapa hasta de los más expertos informáticos. De cuando en cuando hay que reiniciar el equipo porque se cuelga, y atentos en eliminar los virus. Es preciso cuidarlo, hacerle el mantenimiento… porque cuando va bien, cuando uno engancha, tiene acceso a todo, a Dios. Tienes la capacidad de Dios, Jesús nos regala hasta la capacidad de perdonar pecados (Mc 2, 7), cosa reservada sólo a Dios.

Juan 20,19-23

Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:–¡Paz a vosotros!Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.

Échale un vistazo a tu “máquina”.
En tu vida cotidiana: ¿a qué señal te conectas?
¡No me digas que estás aislado de lo divino!